“México de Nunca Jamás”
Freddy Sánchez martes 14, Jul 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La creencia en un futuro feliz podría ser mera ilusión, pero es sin duda una forma de elevar el espíritu para el bienestar.
Lo que inequívocamente nos hace mucha falta en los momentos presentes, en aras de salir de la inevitable depresión emocional que hoy padece el mundo y tristemente embarga a millones de habitantes de México, afectados por dos males terribles.
Por una parte la pandemia asesina del coronavirus que ha dejando un profundo dolor en los hogares donde se perdieron vidas amadas, en algunos casos de tres o más seres queridos.
Y por otra parte, a causa de la tremenda crisis económica que agobia a millones de personas ante la súbita caída de su nivel de vida, teniendo o no los apoyos institucionales creados para atender a los que menos tienen y en cierta medida a una parte de los afectados por los trastornos económicos.
De modo que, los daños a la salud y la economía han sido simple y llanamente un golpe demoledor para el bienestar general, salvo en el caso de quienes gozan de una posición social encumbrada o cuentan con sueldos privados o públicos que les permiten ver de lejos la crisis de los demás.
Así las cosas, la mayoría resiente un tremendo malestar por la hecatombe de acontecimientos funestos que afectaron al país, lo que hace indispensable ir más allá de implementar programas sociales que a fin de cuentas podrán servir de aliciente para millones de los beneficiados por estos apoyos oficiales, pero es un error pensar se trata de una verdadera solución contra las grandes carencias subsistentes entre los habitantes de México.
De tal suerte que es menester activar acciones públicas distintas con el propósito de que se incorporen a los programas sociales nuevos esquemas operativos con la firme convicción de que los que reciben ayuda gubernamental en el corto y mediano plazo cuando hayan logrado mejorar su situación económica personal al contar con puestos de gobierno o de la iniciativa privada, cederán a otros que lo necesiten esos beneficios que actualmente les concede el sector público.
Y es que no habría dinero que alcance si el gobierno federal se propusiera subsidiar medianamente el bienestar social poniendo a todo el que lo requiera en programas sociales, con la premisa de no dejarlos de auxiliar hasta su muerte.
Algo que se entendería únicamente para los viejitos o personas con limitaciones para realizar un empleo, pero no así entre jóvenes y campesinos que si bien necesitan la ayuda recibida, es indispensable programar dichos apoyos con el claro objetivo de que los favorecidos logren por sí mismos obtener el dinero que requieran para su subsistencia.
De ahí que a los programas de gobierno se les debe orientar en torno a la capacitación de los beneficiarios, esperando que la mayoría al conseguir un empleo formal o una vez alcanzada la productividad y rentabilidad de sus tierras, se convierta también en impulsora de otros coterráneos que necesiten ayuda.
Un plan institucional de esta naturaleza, significaría desechar la idea entre cualquiera que la tenga, en el sentido de que con dichas acciones de gobierno, más que procurar el bienestar de los necesitados lo que se pretende es capturar una masa incondicional de votantes a favor de los candidatos que postule el partido gobernante.
De modo que esa suposición hay que eliminarla con hechos que pongan de relieve objetivos loables y no criticables de los programas sociales, lo que se conseguirá quiérase o no reconocerlo, ayudando a que la gente logre su independencia económica en actividades legales, sin tener que vivir a expensas de un gobierno caritativo que puede hacer mal uso de los dineros bajo su custodia, con una finalidad más que todo electorera.
A la gente, entonces, hay que ayudarla económicamente hasta en tanto adquiera habilidades para valerse por si misma, porque de otro modo se estaría alentando una fantasía como si se pretendiera crear una especie de: México de nunca jamás.