Planeta inconexo
¬ Claudia Rodríguez viernes 18, Mar 2011Acta Pública
Claudia Rodríguez
Aún estoy sorprendida de cuán egoístas somos los humanos que ante la tragedia de otros, nos preocupamos sólo por nosotros. En esa actitud me incluyo, aun cuando intento sobreponer una actitud colectiva sobre la individual.
Luego de que en Japón se viviera un terremoto de 9.0 grados en la escala de Richter y un consecuente “tsunami” de extrema destrucción que golpeó la costa noroccidental, la preocupación mundial tiene la mira puesta no en los daños, ni en la potencial ayuda que pueda recibir la nación nipona, sino en las posibles y más que ciertas o comprobadas, temibles consecuencias por la radiación nuclear a la que muchos otros pobladores de la Tierra podamos estar expuestos, luego que el movimiento telúrico afectara la planta nuclear de Fukushima, ubicada a 200 kilómetros al norte de Tokio.
Somos un planeta inconexo, en el que miramos el árbol, pero no el bosque cuando se presenta una contingencia mundial.
Ya lo vivimos recientemente cuando la gripe AH1N1 afectó a decenas de países de todo el mundo —exceptuando a la gran mayoría de los países africanos- y donde apuraba sí, contener la epidemia, pero también, además de encontrar el origen del virus por cuestiones de contención epidemiológica, era una premisa para muchos no tener contacto con los mexicanos, su territorio y hasta sus productos por presumir que de aquí surgió el contagio de la AH1N1
El bien, la prosperidad y el desarrollo de muchas naciones o empresas -antes imperios-, está basada siempre, en la explotación y a veces desgracia de los demás.
La sorprendente magnificencia de imperios ancestrales se fundaron siempre en el sometimiento de otras regiones.
Hoy día, la opulencia y poderío de miles de países y hasta consorcios coludidos con el poder, tiene su fuerza y resistencia en la desgracia de un país invadido o sometido. La hegemonía se ejerce a través de la política armamentista, los vínculos económicos y hasta la ideología practicada.
Las escenas apocalípticas que recientemente hemos visto en una porción insular de la isla de Japón y en otras ocasiones en Haití, Chile o Indonesia, nos llevan a la mayoría a implorar que esto no pase en nuestra parcela existencial. Mas esa falta de conexión y accionar individual es la clara esencia de inmovilismo social que permite que otros decidan por nosotros, más allá de representarnos.
Acta Divina… Adrián Vázquez, coordinador general del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), indicó que no existen condiciones de peligro que puedan traer contaminación de radiactividad de Japón a México, porque los sistemas de aire y agua no favorecen ese traslado.
Con su permiso, nos reencontramos en una semana.