El árbitro del árbitro
Alberto Vieyra G. martes 30, Jun 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Me voy a convertir en el guardián de las elecciones, para garantizar que se respete el voto de los mexicanos”. Fue la advertencia de AMLO, la semana pasada cuando habló de un supuesto fraude electoral para las próximas elecciones de 2021. ¿Fungir como árbitro del árbitro? ¡Qué estupidez!
Y ¿quién o quiénes serán los autores del fraude electoral de que habla AMLO? ¿Será el PRI, el PAN, Morena, su gobierno o el INE?, ¿quién? ¿Se siente AMLO desde ahora derrotado, junto con su partido Morena que han resultado un fiasco, sí inservibles y decepcionantes para gobernar?
Pero analicemos por partes la advertencia de AMLO:
En primer lugar, AMLO como Presidente de la República no está facultado para erigirse en árbitro o guardián del proceso electoral en el que se renovarán 500 diputados federales, 15 gobernadores, más de 2 mil alcaldías, 29 congresos locales y miles de cabildos en la república mexicana el próximo 6 de julio de 2021, pues da la casualidad que los artículos 41 y 134 de la “ley de leyes”, le impiden meter a AMLO sus narices en el proceso electoral igual que a los gobernadores, del que no puede ser juez y parte. El Presidente está impedido para patrocinar, sí para promocionar a su partido político.
AMLO dice que su función de guardián de las elecciones será como ciudadano común y corriente, pero da la casualidad de que él no es un ciudadano común y corriente; él es el jefe de las instituciones nacionales y aunque tiene derechos como ciudadano, las leyes no escritas y de ética en el sistema político mexicano se lo impiden. Si AMLO se mete en terreno barrido estará violando los artículos 41 y 134 de la Carta Magna y eso lo hará acreedor a un juicio político y la pérdida del cargo como Presidente de la República. Porque mire usted, AMLO está acostumbrado a vivir fuera de la ley y bien dicen los rancheros allá en mi pueblo que “Gallina que come huevos, aunque le quemen el pico”.
Amenaza también que meterá a la cárcel al consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova y al consejero Ciro Murayama. AMLO miente, los odia porque le salieron respondones. Los únicos que pueden mandarlos a la cárcel es el Tribunal Federal Electoral, máximo órgano de la impartición de justicia electoral, pero el hipo de AMLO es que todos los consejeros del INE ganan más que él y el Presidente no acepta que nadie gana más que él, que nadie piense mejor que él, que nadie triunfe más que él, que nadie hable mejor que él y todo ese “yoyismo” de egoísmo lo disfraza con el cuento de que “la democracia mexicana es la más cara del mundo”. Puede ser que en esto último tenga razón, pero hablar desde ahora de que el INE podría cometer un fraude electoral, me parece sumamente riesgoso y peligroso. Recordaré que, en los últimos 20 años, ha habido 3 alternancias en México y no ha habido fraude electoral, porque el de 2006 que aduce AMLO no ha probado absolutamente nada y hablar desde ahora de fraudes el Presidente recurre al desprestigio del árbitro electoral de México, pues él se siente más y mejor árbitro que el árbitro electoral de México.
Seguramente que, al iniciar el proceso electoral en noviembre próximo, pero sobre todo cuando empiecen las campañas electorales, el árbitro electoral le sacará la tarjeta roja para que cancele sus mañaneras porque las utilizará para evitar que sufrague su Morena en las elecciones de 2021. Eso no lo gustará y aparte de la rabieta que hará, necesariamente recurrirá a otras mañas, pues AMLO sabe que los casi 27 mil muertos por el infame tratamiento que ha dado a la pandemia del coronavirus y las más de 40 mil muertes a cargo de las mafias criminales, le pesarán muchísimo y los mexicanos le habrán de cobrar muy cara esa factura.
Otro tanto le cobrarán por el desastre económico, el mayúsculo desempleo con más de 12 millones de trabajadores sin chamba y el cierre de más de un millón de empresas, amén del desastre de salud pública y de tantas metidas de pata que han propiciado que México ya no sea digno de invertir para crear nuevos empleos.
Recuérdese que “hay muertos que no hacen ruido, pero es más grande su penar”. Vale la pena recomendarle al señor Presidente que se asilencie, que tome mucho passiflorine, que no riegue más el tepache o como él mismo le llego a decir a Vicente Fox allá por 2006 “¡ya cállate chachalaca!”.