De la gripe española al coronavirus
Alberto Vieyra G. martes 19, May 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1918 cuando el mundo fue azotado por la gripe española, había una población global de mil 650 millones de habitantes. La peste española mató conservadoramente entre 50 y 100 millones de personas. No hay datos certeros, pero la mortandad fue macabra.
En el mundo actual, en plena era del coronavirus, hay en el planeta tierra poco más de 7 mil 500 millones de personas y el saldo que ha dejado la pandemia es de más de 300 mil muertos.
¿A qué se debe semejante diferencia de defunciones entre la gripe española y el Covid-19? Sin lugar a dudas, se debe al avance científico, a pesar de que muy pocos fármacos se han empleado con éxito para combatir al coronavirus, pero sobre todo se debe a un mundo cada vez más informado y a veces bombardeado por una cantidad asombrosa de medios de comunicación como el radio, la televisión y el internet que han acercado de manera virtual instantáneamente al mundo y cuya información ha sido fundamental para evitar el aumento en la propagación de la peste.
De no ser porque muchos gobiernos, tanto en las naciones desarrolladas como de tercer mundo han actuado de forma negligente y criminal ocultando los contagios y el número de muertos, otro gallo nos cantaría y los decesos serían mucho menores.
Estados Unidos, Italia, España y México han sido víctimas de esos gobiernos negligentes y criminales.
El coronavirus tomó a muchas naciones desprevenidas, caso concreto a Italia, donde se descubrió que un elevado número de muertos que fueron sometidos a necropsia, dieron como resultado que el coronavirus provoca trombosis desencadenada, pues la sangre en los pulmones, el corazón y el cerebro se coagula y la muerte es irremediable. Tarde se dieron cuenta los científicos de la medicina italiana, experiencia que les sirvió a otras naciones en las que se aplican fármacos anticoagulantes, broncodilatadores, antiinflamatorios y poderosos antibióticos. Por desgracia, en México, en la mayoría de los casos se opta por cremar lo más pronto posible a los muertos para que no salga a relucir la negligencia criminal por la no aplicación de esos fármacos.
Varios científicos en México pudieron constatar el fenómeno dado en Italia y seguramente en buena parte del mundo, pues por ejemplo la doctora tijuanense, Patricia Aubanel Riedel quien fue médico de cabecera de la madre Teresa de Calcuta y la que determinó que el ex candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Murrieta, murió casi instantáneamente con la bala de la Taurus brasileña accionada por Mario Aburto Martínez en Lomas Taurinas, el 23 de marzo de 1994. La doctora Patricia Aubanel Riedel prácticó cuando menos dos necropsias a víctimas del coronavirus y llego a esa conclusión, pero en el gobierno amlista hicieron como que la virgen les hablaba, pues el negrerismo gubernamental de Andrés Manuel López Obrador no permite comprar medicinas caras y según a trascendido, la orden que se dio a los altos mandos médicos fue “sálvese quien pueda o que se mueran los que se tengan que morir para que otros podamos vivir.
Por ese negrerismo cuentachiles de AMLO difícilmente sabremos cuántos compatriotas morirán víctimas de la pandemia que marcará en el mundo moderno un antes y un después.