Los “puentes”
Armando Ríos Ruiz viernes 21, Feb 2020Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
He escuchado decir a mucha gente, que prácticamente no hay día que nuestro Presidente no aparezca con una ocurrencia, por regla general de mal gusto y que se sostenga en ella hasta hacerla realidad, aunque conlleve arruinar la vida de muchos mexicanos, que es lo que menos le importa, pues más bien parece empecinado en desquitarse, quién sabe de qué.
Ahora tiene fija en la mente la idea de acabar con los puentes cuando se avecina una celebración histórica. Dice que esa práctica conduce a la gente a olvidarse de los onomásticos patrios. Le disgusta sobremanera que muchos no sepan qué se festeja.
La idea se le ocurrió después de enterarse que muchos no sabían que el 5 de febrero (de 1917), se promulgó nuestra Carta Magna, misma que entró en vigor hasta mayo siguiente. Es decir, Venustiano Carranza, entonces jefe del Ejército Constitucionalista, la presentó en Querétaro, el día que se alude.
Fue Vicente Fox, en su calidad de Presidente de México, quien tuvo la ocurrencia de regalar a los mexicanos un descanso, gracias al alargamiento de los fines de semana que anteceden a fechas memorables. Al mismo tiempo, regaló también la posibilidad de obtener ganancias a infinidad de comerciantes que habitan en las zonas turísticas.
Fueron ideados pues, para que quienes pueden hacerlo, abandonen la ciudad de México hacia lugares de recreo y dejen una derrama de dinero importante, lo que en la realidad ha resultado muy eficaz. En los países más avanzados del mundo, se recomienda dejar las grandes ciudades lo más que sea posible, porque éstas enferman y los lugares turísticos animan y tienen además el poder de sanar.
A quienes vienen a trabajar a la Ciudad de México —por cierto una de las ciudades más contaminadas del mundo—, de otros sitios del globo: Estados Unidos, Europa y otras latitudes, sus patrones les aconsejan salir los fines de semana a lugares atractivos y donde se respira mejor. El cambio de un lugar contaminado a uno con paisajes hermosos y limpios, ayuda en todos los sentidos, desde el físico hasta el mental.
No es posible atribuir la ignorancia de la gente a los fines de semana largos. Mucho antes de que se impusiera esta práctica y seguramente muchísimos años después de cambiarla, habrá ignorancia en un pueblo en donde los maestros se dedican a todo lo negativo que pueden imaginar y a cobrar favores políticos.
La inmensa mayoría de compatriotas desaprueba y fustiga con toda su alma, las acciones de los maestros, que han sido capaces hasta de quemar las puertas de Palacio Nacional, con tal de que les hagan caso cuando se trata de obtener prebendas. Esta es la manera más eficiente de conseguir lo que quieren.
Que lo hagan, ya que se les permite inclusive cometer delitos. Pero entonces, que se les obligue a cumplir con su misión de enseñar. Es raro encontrar gente que no maldiga tener que soportar que sus hijos estén en manos de estos disque educadores.
Muchos mexicanos hemos sido testigos de la exhibición de una ignorancia supina, de personas inmersas en la farándula, capaces de confundir a Benito Juárez con un músico o al Padre de la Patria con el jefe de la policía. Y esto nada ha tenido que ver con los fines de semana largos.
También hay que recordar que México tiene nada menos que el último lugar en desempeño educativo entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Lo anterior, de acuerdo con la prueba PISA, el informe sobre educación más reconocido en el mundo. ¿Y quién podría creer que esto obedece a los fines de semana largos?
Por dicho examen se sabe que México tiene un nivel educacional, por debajo del promedio. Que conste que esto ocurrió cuando el gobierno invertía un alto presupuesto en materia educativa.