Crecimiento y bienestar
Alberto Vieyra G. viernes 31, Ene 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El Inegi le echó esta semana un balde de agua fría al régimen de Andrés Manuel López Obrador, al dar a conocer que la economía mexicana está en recesión desde 2019 porque en lugar de crecer, tomo chiquitolina al situarse en 0.1%, lo cual representa el peor año en materia económica desde la crisis financiera de 2009.
Coinciden con el Inegi, organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, calificadoras y los vaticinios para el 2020 es que la economía azteca difícilmente levantará cabeza como lo pronostica el grupo Citibanamex, que sin ambages advierte: “El camino a la recuperación económica será lento y estará lleno de obstáculos. Los focos amarillos son el empleo y los ingresos tributarios”.
AMLO se ha empeñado en negar la catástrofe económica nacional, bajo el argumento de que él “tiene otros números”, de que la economía va bien, requetebién, que tenemos “un peso fortachón”, que la inflación es baja y que bla, bla, bla ¿Dónde tendrá AMLO guardado sus otros números, sólo en la imaginación? El presidente ha dicho en innumerables ocasiones que a él no le importa el crecimiento de la economía de México, le importa “el bienestar de la gente”.
Cualquier economista y hasta los niños saben, sólo el Presidente no, que si no hay crecimiento no hay bienestar. ¿Qué se requiere para que haya crecimiento? En primer lugar, se requiere confianza y certidumbre para los inversionistas nacionales y extranjeros. La inversión redundará en la creación de empleos y cuando la gente tiene poder de compra, entonces se traduce en bienestar. Ilusamente, AMLO cree que con las miserables dádivas con fines electorales que ofrece a jóvenes y a personas de la tercera edad, que con eso es suficiente para que haya bienestar y el pueblo sea “feliz, feliz, feliz”. Sólo que hay un pequeño, pero, si no hay crecimiento económico, también se desplomarán los impuestos y llegará el día en que el señor presidente no pueda ofrecer ni siquiera dádivas para perpetuar a su partido en el poder, menos para cumplir con los compromisos del pago de la deuda eterna que haciende a más de 700 mil millones de pesos al año y difícilmente podrá cubrir la nómina de la improductiva burocracia nacional.
Ante la emergencia económica, AMLO acepta que no vamos bien, ni requetebién, sino todo lo contrario y se ha visto obligado a crear el Consejo para impulsar el crecimiento económico y el empleo facilitando las inversiones, mandando a volar a la burocracia inservible y para ello le encomendó al Jefe de la Oficina presidencial, Alfonso Romo encargarse de darle respiración de boca a boca a la recesiva economía mexicana. ¿Será capaz Alfonso Romo de hacer el milagro a la Morena para evitar que se convierta en chiquillada en las elecciones federales del 2021?
¿Alcanzará a entender AMLO que el principal obstáculo para la confianza de inversionistas se llama Andrés Manuel López Obrador?, quien mal comenzó el sexenio cancelando el Aeropuerto de Texcoco que pondría a México como una economía de avanzada en América Latina. ¿Alcanzará a comprender que su proteccionismo económico no llevará a nada bueno a México?
Por lo pronto, el Foro de Davos en Suiza puso a México con semáforo rojo como una nación prohibitiva para invertir no solo por el proteccionismo de López Obrador, sino por la macabra catástrofe de inseguridad que vive la república. ¿Lo entenderá AMLO?