Un elefante y un avión
Alberto Vieyra G. lunes 20, Ene 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En Siam, como en algunas naciones árabes, los reyes, sultanes, emperadores y toda esa gentuza que se siente como ninguna otra cerca de Dios tenían y tienen privilegios, a los cuales los simples mortales no pueden tener acceso. Justo en esa nación de Siam, Tailandia, sólo los emperadores tenían permiso para viajar en elefantes blancos, por cierto, una rara especie, producto de un desorden genético.
Con venenosa jiribilla, si un paria pedía al emperador un favor, éste solía concedérselo regalándole un elefante blanco, con el fin de arruinarlo todavía más, a razón de que un elefante blanco come por una manada y lo peor era que el cortesano no podía rechazar el regalo del emperador porque las leyes no lo permiten.
El origen del término “elefante blanco” se utiliza en el mundo árabe con referencia a todo aquello que resulta inútil y costoso, como pueden ser algunos caprichos gubernamentales que merecen la “chunga” de los pueblos.
De risa loca por parte del pueblo mexicano ha resultado la hilarante “idiota” presidencial al querer rifar en la Lotería Nacional un elefante blanco llamado el avión presidencial con el que no saben qué hacer, aunque viéndolo bien, el TP-01 se ha convertido en una extraordinaria cortina de humo para tapar asuntos torales que le están significando una estrepitosa caída en las preferencias populares a López Obrador, como es el caso de una desastrosa economía, la escasez de medicamentos en hospitales, el Insabi y su “desbrujulado” rumbo que ha ahondado la crisis en el sector salud a nivel nacional, la galopante inseguridad que campea en México con más de 39 mil muertos en lo que va de éste aberrante régimen, la cancelación del Aeropuerto de Texcoco y la puesta en marcha de proyectos tan absurdos y sin ninguna viabilidad como la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucia, el Tren Maya, entre muchos otros.
Para obtener más de 300 mil millones de pesos, AMLO pretende vender entre los “chairos y fifís”, 6 millones de cachitos de la lotería, a razón de 500 pesos. Con ello, el señor Presidente quiere arruinar a un compatriota o a algún extranjero que le pegue al gordo del avión presidencial, que sería como si el señor emperador le regalase un elefante blanco a un simple mortal. ¿Con qué mantendría semejante elefante blanco? ¿Tendría por lo menos para pagar la renta del hospedaje, o lo vendería para salir de pobre? ¿A qué simple mortal le sería útil ese pomposo avión presidencial? ¿La gente compraría cachitos a sabiendas de que sólo tiene una oportunidad por cada 2 millones de cachitos comprados? ¿La gente compraría lotería sólo para que AMLO no quede en vergüenzas con tantas comunidades, a las que ha prometido el oro y el moro con la venta del dichoso avión presidencial? ¿Su gobierno pagaría el resto de lo que Banobras le debe a la empresa norteamericana Boing por el arrendamiento de ese elefante blanco, y que tal si AMLO no lo paga y deja embarcado al “feliz, feliz, feliz” agraciado que se saque en la rifa del tigre, el avión presidencial?
La cuestión es que el presidente nos salió muy chistosito y muy poco inteligente, sus ocurrencias se prestan para hacer cera y pabilo para que todo mundo haga chacota y lógicamente que a él no se le tome como un estadista que merezca respeto y credibilidad, sino como un improvisado e inexperto comediante. A AMLO se lo están comiendo vivo en “las benditas” redes sociales y como se pone de a pechito, pues este átomo de la comunicación no será la excepción y recordare las tres etapas del elefante blanco, quiero decir del avión presidencial:
Primera etapa, en el régimen del borrachín Felipe Calderón se compró el avión presidencial. En la segunda etapa, lo usó Enrique Peña Nieto y en la tercera etapa, a López Obrador, ¡Se le fue el avión!… Si viviese Palillo ya le habría recetado aquella máxima de que “la ociosidad es el vicio de todas las madres”.