Un telegrama y una carta
Alberto Vieyra G. jueves 16, Ene 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1917, la Primera Guerra Mundial en la que Estados Unidos se mantenía aparentemente neutral cumplía cuatro años, pero inesperadamente una carta y un misterioso telegrama dirigido por Alemania a México, alertaron a los servicios de espionaje británicos y norteamericanos sobre la inminente descuartización de Estados Unidos a manos de los alemanes.
En febrero de 1917, fue localizada una carta en la que Alemania anunciaba la reanudación de ataques submarinos contra todas las embarcaciones del mundo, incluyendo las de Estados Unidos que por debajo del agua vendían armamento, medicinas y demás pertrechos militares a sus aliados históricos en Europa.
Inmediatamente después, en el famoso cuarto cuarenta de los servicios de espionaje de Inglaterra fue captado un larguísimo y sospechosos telegrama dirigido a Venustiano Carranza, conocido como telegrama Zimmermann, enviando por el canciller Alemán Arthur Zimmermann en el que Alemania proponía a México una alianza con Japón para declararle a Estados Unidos la guerra. Los alemanes proponían a Venustiano Carranza recuperar los 2 millones 547 mil 242 km cuadrados del territorio que Estados Unidos arrebatados a los mexicanos en 1848 y a Japón le tocaría una buena porción de los territorios de la Louisiana claro, siempre y cuando la guerra la perdiera Estados Unidos.
Está claro que se trataba de un engaño para evitar que Estados Unidos entrara a la Primera Guerra Mundial, en la que Alemania se perfilaba como la gran triunfadora que repartiría territorios europeos a sus aliados.
Cuando el presidente norteamericano Woodrow Wilson fue informado de semejantes y perversos planes de Alemania, inmediatamente pidió al Congreso Norteamericano su autorización para entrar en la Primera Guerra Mundial. Wilson tuvo inmediatamente luz verde.
Lo mismo ocurrió en diciembre de 1941, cuando Theodore Roosevelt solicito al Congreso autorización para entrar en la Segunda Guerra Mundial, después del ataque de los japoneses, el 7 de diciembre a la base militar de Pearl Harbor en el Pacífico.
En 1973 se aprobó en Estados Unidos la Ley de Poderes de Guerra que maniataba a los presidentes norteamericanos a utilizar al ejército conforme a sus caprichos e intereses particulares. Esa ley estaría vigente hasta los atentados terroristas de septiembre del 2001, a puntos neurálgicos del capitalismo norteamericano.
Después de ese infernal episodio, George Bush, Clinton, Obama y Donald Trump recibirían poderes extraordinarios para intervenir militarmente en cualquier parte del mundo sin la autorización del congreso, sobretodo tratándose de asuntos terroristas. Donald Trump usó esa manga ancha para asesinar al general iraní, Qasem Soleimani a quien acusó de terrorista y tener en la mira a varios objetivos norteamericanos, mentira que hasta hoy no ha podido probar la bestia trumpiana, razón por lo cual la poderosa Nancy Pelosi, líder la mayoría demócrata maniato a la bestia trumpiana aplicándole la Ley de Poderes de Guerra, con lo cual evitó probablemente una Tercera Guerra Mundial.
Bush, antes de invadir Irak echó al mundo más de 300 mentiras como las armas nucleares, cuando la meta era apoderarse del petróleo de Irak. La meta de Donald Trump era conseguir la reelección presidencial con otra guerra.