Desamor
Alberto Vieyra G. martes 14, Ene 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Las malformaciones sociales en México y buena parte del mundo no tienen límites y se dejan sentir entre los “grandulones” y la “chiquillada”.
Se creía que las enfermedades emocionales, producto de una desenfrenada neurosis eran propias de Estados Unidos, donde “los rambos” chicos y grandes estremecen cotidianamente a la sociedad.
El invento del Internet vino a revolucionar todo y mientras unos lo utilizan para bien, otros con satanás detrás lo usan para el mal. No está por demás decirlo que la filosofía cristiana que nos viene íntegramente de un libro llamado la Biblia solamente nos habla de dos caminos: El camino del bien y el camino del mal. Quienes escogen el camino del mal vivirán siempre entrampados con el diablo; y los que sigan por el camino de bien sus pasos serán derechos y serán felices.
Si el mundo se aplicará cuando menos los 10 mandamientos que consagra la Biblia, le aseguro que “otro gallo nos cantaría” y no tendríamos un mundo con tantas malformaciones sociales. Los niños, desde los primeros años suelen sacudirse la tutela de los padres acudiendo a conciertos, donde corre el alcohol, las drogas y la prostitución y la mayoría optan por los perversos videojuegos que los transforman en seres violentos, no sin antes provocarles secuelas neurológicas alarmantes.
Es común ver en las mesas, durante la comida o la cena a chiquillos empedernidos en los videojuegos a través de los celulares. Por desgracia, el desamor se ve a todas luces. Muy pocos padres de familia suelen estar al tanto de las actividades de sus hijos. No les han metido en la cabeza que cuando uno se sienta en la mesa, lo más importante son las personas que nos acompañan y que merecen todo nuestro respeto, y no los teléfonos celulares que monopolizan toda la atención de los infantes y jóvenes, muchos de los cuales demuestran a simple vista su incontenible ansiedad y un desbordado descontrol de su sistema nervioso. No pocos son los que están bajo tratamientos psiquiátricos y otros que muy jóvenes encuentran la muerte, abrazando el camino de las drogas, el camino del mal y muchas veces porque los gobiernos emanados de un sistema político podrido no son capaces de ofrecerles una educación fincada en valores universales y de calidad, y menos son capaces de ofrecerles trabajos dignos y bien pagados. Por ello, a escondidas esos niños y jóvenes son presa fácil de satanás.
Lo tragedia ocurrida la semana pasada en una escuela en Torreón, Coahuila donde un “chiquillo” de 11 años mató a una maestra e hirió a media docena como si fuera un auténtico llanero solitario, impulsado por los ponzoñosos y venenosos videojuegos, nos deja en claro ese desamor del que son víctimas nuestros niños y jóvenes.
Hoy, la revisión de mochilas a nivel nacional está al debate, eso es apenas una solución cosmética, pero no de fondo. De lo que se trata es de interesarnos por nuestros hijos para que no se desvíen del camino del bien y abracen el camino del mal. Ese es el meollo del asunto: el desamor.
Hay padres de familia que no dedican ni un minuto de tiempo para sus hijos. En muchos casos he visto a pequeños preguntarles a sus papás ¿cuánto vale una hora de tu tiempo, papá? ¿me podrías vender una hora? ¡Qué terrible debe ser para un padre de familia esa encrucijada!
Aquí entre nos: ¿Usted cuánto tiempo dedica a sus hijos para saber si sus pasos van por el camino del bien o el camino del mal? ¿Ha leído con ellos alguna vez la Biblia, uno de los 3 libros más fantásticos de la humanidad, en el cual encontramos la solución práctica a todos nuestros problemas? ¿Qué les enseña usted a sus hijos, el camino de los opios o el camino de la sabiduría?
Me pregunto: ¿Estaremos a tiempo de acabar con ese maldito estado de cosas sí, ese desamor o esperaremos a que llegue el día de la Gran Tribulación que ponga fin al sistema podrido de cosas que vivimos en nuestros días, como lo indica la última profecía bíblica?