El Insabi
Alberto Vieyra G. jueves 9, Ene 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Pero en qué cabeza cabe liquidar una institución de salud pública, el Seguro Popular para echar a andar otra sin pies ni cabeza llamada Insabi? ¿No le parece a usted criminal jugar con la salud y la pobreza de millones de mexicanos que aún no gozan de la protección social del Estado? Sólo al autoproclamado régimen de la “Cuarta Transformación” se le pudo haber ocurrido semejante “ideota” ¿o idiotez?
La cuestión es que el pomposo Instituto de Salud para el Bienestar nace muerto, sin personal administrativo, sin medicamentos, sin médicos, sin enfermeras, sin instrumental y sin rumbo. En todo el territorio nacional le llueven mentadas al Insabi y al Presidente de la República que contra viento y marea niega que en los hospitales donde se atendía a la población del Seguro Popular esté en crisis y reta a los medios de comunicación a presentar evidencias en las que se haya elevado hasta en un 800% los costos para atender a la población en general ya sea en hospitales de primero, segundo y tercer nivel.
Cuando menos dos cadenas televisoras con cobertura nacional y estructuras noticiosas radiofónicas se dieron a la tarea esta semana de enviar a la oficina del Presidente de la República las carretadas de inconformidades que hay en los hospitales de México, en los que nada se sabe del naciente Insabi, mientras la Secretaría de Salud pareciera ser letra muerta y que su titular Jorge Alcocer Varela solo esta ahí para cobrar su quincena y sin despeinarse.
El año pasado, la mayor parte de los hospitales del IMSS y del Sistema Federal de la Secretaría de Salud fueron blanco de airosas andanadas por parte de la población ante la carencia de medicamentos como el metotrexato para paliar el cáncer, la ausencia de quimioterapias y de vacunas en general, amén de la falta de pagos a médicos, enfermeras y pasantes, y todo en aras de una maldita “austeridad republicana”, decretada por las pistolas de Andrés Manuel López Obrador que en lugar de velar por la salud de la población mexicana, se ha dedicado a privilegiar sus programas asistenciales con fines electoreros para perpetuar a su partido en el poder. ¿No es acaso un crimen de Estado tan infame su política de austeridad republicana?
Y vale la pena repetir que la infame austeridad de López Obrador en nada se parece a la austeridad republicana de Benito Juárez. La austeridad republicana juarista era real. El Benemérito de las Américas no ultrajaba la dignidad de los mexicanos con dádivas electoreras. En tiempos de Benito Juárez, sólo ocho estados de la república tributaban a las arcas de la nación y México era un auténtico polvorín tras la guerra con Francia, que terminó en Querétaro con el fusilamiento de Maximiliano en 1867. Hoy, las 32 entidades de la república tributan a las arcas de la nación, por lo que no hay ninguna comparación entre la austeridad juarista y la que pregona Andrés Manuel López Obrador, quien hoy se empeña en negar lo innegable de que hay en México una nueva crisis de salud pública y todo por su “negrerísmo” económico.
Jugar con la salud y la economía de los mexicanos es sumamente grave, es criminal y tarde que temprano, AMLO recibirá el cobro de facturas electorales por sus políticas estúpidamente equivocadas y le aseguro que no pasará mucho tiempo.