Combate al narcotráfico
Armando Ríos Ruiz lunes 25, Nov 2019Perfiles de México
Armando Ríos Ruiz
En el combate al narcotráfico, El Presidente López Obrador tiene razón en parte, cuando se refiere al intento que hizo Felipe Calderón en su turno en la Presidencia de México. Su estrategia fue un desastre, ya que, en lugar de siquiera aminorar el problema, lo multiplicó.
Al inicio de la guerra había siete cárteles en todo el país, que, aunque crecían en poderío, lo hacían lentamente. Cuando terminó su gestión, dejó a los mexicanos 84 organizaciones, cuyo imperio creció desmesuradamente.
Antes, ningún mandatario se ocupó del problema. Había más preocupación en permitir a los grupos delictivos operar a sus anchas, a cambio de dádivas generosas en numerario. Su avidez fue percibida por el capo Rafael Caro Quintero, quien, ofreció pagar la deuda externa a cambio de que le permitieran continuar inmerso en sus operaciones.
¿Qué falló con la declaración de guerra? Que no era del todo en serio. Que más bien se trató de un intento de Calderón por legitimarse, debido a que llegó a la silla presidencial en condiciones de duda, con una votación cerrada y con el estigma del fraude.
De ahí en adelante, las bandas de criminales crecieron se hicieron muy poderosas, se extendieron por todo el territorio nacional, se adiestraron con la participación de verdaderos maestros en tácticas militares y se convirtieron en el ejército rival de los oficiales.
Su poderío militar y económico les permite competir, muchas veces en condiciones de superioridad, con las fuerzas que encuentran en los lugares en donde suelen operar o transitar.
La estrategia actual, de combatir los orígenes del asunto o la falta de oportunidades para los jóvenes que con facilidad se enredan en esas actividades, tampoco servirá. Hasta hoy no hay una sola evidencia que haga pensar en su efectividad.
Los criminales se comportan ahora como los verdaderos amos del país. Se exhiben en camionetas lujosas que manejan ostentosa y ruidosamente por las calles de las ciudades, con las potentes armas en las manos, sin que nadie intente acallarlos.
Preferible un “trabajo” que convierte en señor al que lo ejecuta; que deja excelentes ganancias y de manera rápida, a uno en donde se es nadie y no deja ni para vivir. Preferible arriesgar el pellejo y dejar a la familia acomodada, porque hay conciencia de que, en esos quehaceres, la libertad y más la vida, son cortas. Prevalece la seguridad de los balazos. Los abrazos, sólo de las mujeres que desean.
El fuego, hasta de los pozos petroleros, se apaga con más fuego. Así lo han demostrado a lo largo de la historia de la humanidad, quienes se han empeñado a acabar con la delincuencia y con el enemigo. Sólo que hay que implementar estrategias adecuadas.
Abrazos, no balazos, los hace reír. Los hace burlarse. Los hace ver en la ocurrencia una especie de chiste y hasta de respeto al poder que han alcanzado.
Si las técnicas anteriores no han prosperado, es porque se han usado sólo para decir a los mexicanos que se hace algo. Realmente no hay estrategias. No se recuerdan.
Eldenador estadounidense Tom Cotton dijo que “lo único que puede contrarrestar las balas son más balas, y más grandes”.
Cuando se trata de “proteger” a sus coterráneos en otros países, no piden permiso. Simplemente llegan con todo. Hasta con comodidades y otras yerbas que hacen ver visiones. Mejor otorgárselo.