Inmoralidad fiscal
Freddy Sánchez jueves 10, Oct 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Ana Gabriela Guevara, ex atleta nacional, actualmente funcionaria de altos vuelos, tuvo razón al decir que la condonación de sus impuestos por la cantidad de nueve millones de pesos, fue perfectamente legal.
Lo cual, es verdad y nada tiene entonces, de qué avergonzarse.
En el mismo caso está la lideresa de “Morena”, Yeidckol Polevnsky, quien según comentó, su contador cometió un error al no cambiarla de categoría fiscal, (como funcionaria en lugar de empresaria), por lo que se endeudó con Hacienda y aprovechó la condonación fiscal para dejar de pagar diez y nueve millones de pesos que debía.
Algo similar a lo que ocurrió con los demás multimillonarios deudores fiscales, que ya no deben nada, habiendo sido beneficiarios de un acuerdo legal. La cuestión es si todo aquel que se quitó grandes drogas con el fisco, invocando la ley que se lo permitió, tuvo una conducta moralmente irreprochable.
Y es que el hecho de que haya sido legal, no significa que no hubiera sido inmoral, dejar de pagar impuestos durante varios años.
Sobre todo si consideramos que la omisión en el cumplimiento de obligaciones de pago con la hacienda pública, alcanzó la suma de ciento setenta y dos mil millones de pesos en dos sexenios. Con cuantiosos adeudos personales que llegaron a sumar en el caso de una sola empresa, la cantidad de dos mil seiscientos millones de pesos.
Así que un par de preguntas habría que hacerle a los que dejaron de cumplir con sus obligaciones tributarias.
La primera: ¿Acaso realmente enfrentaron una crisis económica que les hizo imposible cumplir con el pago de sus impuestos?. Y la segunda: ¿O más bien omitieron pagar, a sabiendas de que podrían beneficiarse de una condonación fiscal y así no tener que cubrir ni un solo peso de contribuciones?.
De ser esto último lo que motivó la morosidad de los deudores fiscales, inevitable es mirar al pasado para reprochar a las autoridades del SAT, que estuvieron a cargo de la recaudación fiscal, antes del presente gobierno, y no fueron capaces de impedir un evidente quebranto de la hacienda pública.
En ese sentido, obviamente, habría sido poco atingente por decir lo menos, que al darse cuenta del retraso en los pagos de impuestos, en aquellas cuentas fiscales que comenzaron a acumular adeudos multimillonarios, en vez de proceder a un inmediato requerimiento, se dejó pasar el tiempo hasta que por medio de la condonación de ley, los deudores pudieron recibir “la gracia” de la anulación legal de sus adeudos con hacienda.
Algo que en muchos casos de deudores fiscales de cantidades menores, no suele ser común. Bastan unos cuantos miles de pesos no pagados al fisco para que desde el SAT comiencen a fluir las cartas para ponerse al corriente antes de que lleguen los requerimientos con pagos de multas, recargos y gastos de ejecución.
Por qué entonces a todos los que acumularon deudas millonarias, en dos sexenios, no se los llamó a cuentas para obligarlos a pagar bajo el amago de un embargo. Una herramienta legal que pudiendo usar las autoridades fiscales en tiempos de Peña Nieto y Felipe Calderón, simple y llanamente no la usaron. De tal modo que, las condiciones estuvieron dadas para que los grandes deudores, optaran tranquilamente por esperar la condonación de sus adeudos. Lo que tal vez se alentó desde sector oficial, con el compromiso de no incomodar con requerimientos de pago a los “pollos gordos”.
Y de haber sido así, no hay duda de que la condonación de impuestos concedida legalmente, lógicamente fue un acto lícito, pero al mismo tiempo por lo que uno puede imaginarse también pudo ser una inmoralidad fiscal.