Lacras sociales
Alberto Vieyra G. jueves 26, Sep 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El problema histórico y más grande de México lo constituyen las llamadas lacras sociales:
Los partidos políticos. Todo lo que tocan los partidos, lo echan a perder. Todos se deben favores y por ende suelen aplicar aquella máxima de “tapaos los unos a los otros”.
En su inmensa mayoría, esas lacras sociales las conforman oligarquías económicas y políticas poderosas.
La venganza y la traición entre ellos es uno de sus signos característicos, suelen recurrir a la violencia de Estado, mediante instituciones creadas por la partidocracia para castigar a sus enemigos políticos.
Echemos un vistazo a la historia del México independiente.
Muy joven todavía la república, en enero de 1831 el navegante italiano Francisco Picaluga, a las órdenes de la Secretaría de Guerra y por órdenes del vicepresidente Anastasio Bustamante, quien odiaba con toda su alma a los miembros del ejército insurgente, invitaría al expresidente Vicente Guerrero Saldaña a un almuerzo en su bergantín anclado en Acapulco.
Ya a bordo, llevando a Guerrero con su escolta, el barco se dirigiría hacía Oaxaca llevando al consumador de la Independencia de México, en calidad de prisionero.
En Cuilápam, Oaxaca; Guerrero quien era masón, igual que Bustamante, solo que militaban, en ritos distintos, el yorquino y el escocés, sería asesinado a Mansalva y el perro del mal Picaluga recibiría por aquél trabajito un cañonazo de a 50 mil pesos oro. Entonces, solamente tronaban los chicharrones de dos partidos políticos: El escoces y el yorquino.
Así comenzaba una encarnizada lucha entre liberales y conservadores y la permanente división del pueblo de México. Daría inicio la era de los arrebatos políticos por medio de las balas y las pistolas y también, una cruenta era de asonadas, pronunciamientos militares y golpes de Estado.
Al iniciarse la guerra entre México y Estados Unidos, el divisionismo de los mexicanos, a cargo de liberales y conservadores cundía por todos lados, a grado tal de que los conservadores llegarían a proponerle durante la firma de los Tratados de Guadalupe Hidalgo al tío Sam, que se anexaran de una vez por todas todo territorio nacional completo.
Los gringos responderían que solamente les interesaban las partes despobladas, porque en el resto del territorio había muchos pinches indios.
Esa división provocada por los partidos políticos llevaría al descuartizamiento de la república, a cargo de los halcones de Washington, apoderándose de 2 millones 547 mil 242 km del territorio azteca.
Esas encarnizadas luchas llevarían a esos mismos insaciables conservadores a pedirle a Napoleón Tercero, apodado el pequeño que nos mandará a un príncipe porque México era ingobernable ¡qué desprecio a los mexicanos probos de aquella época, que los había entre liberales y conservadores!
Así llegaría Maximiliano de Habsburgo para conformar el segundo imperio mexicano, como lo rezaban los Tratados de Córdova, firmados por Juan Odonogu y Agustín de Iturbide para la consumación de la Independencia nacional.
Durante la Revolución Mexicana volverían a chocar liberales contra conservadores, aunque esta vez, mayoritariamente era el pueblo pobre el que combatía con las armas a sus verdugos de siempre: Los ricos terratenientes y las poderosas oligarquías porfiristas y de pilón hasta la mitra católica.
Aunque parezca mentira serían las primeras décadas del sistema político priísta, en que ese partido sirvió como cohesionador y supo mantener la unidad de los mexicanos, aunque ese periodo de transición pacífica post-revolucionario no estaría exento de luchas sociales, a cargo de guerrillas integradas por hombres y mujeres que luchaban con las armas para que en México se diera un mejor reparto de la riqueza nacional y no se privilegiara a solamente unas 50 familias poderosas, que hoy ostentan el 75% de la riqueza nacional.
Hoy, cuando se creían superadas esas peligrosas etapas de divisionismo entre los mexicanos, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegaría al poder para reavivarlas, marcando un México de ricos y pobres, de buenos y malos de enemigos entre sí, o como él dice de “conservadores fifís y chairos”.
Ese divisionismo y enfrentamiento ocurre contra conservadores léase panistas que amenazan con fragmentar en pedazos a la república dinamitando el Pacto Federal.
De ese encarnizado pleito le hablare aquí en nuestra próxima entrega.