Grillerío
¬ Augusto Corro lunes 21, Feb 2011Punto por Punto
Augusto Corro
Ganaron los perredistas chuchos y se aprobó la encuesta en el Estado de México (Edomex) para definir si se alían con el PAN para presentar un candidato único a la gubernatura. La votación fue de 129 votos a favor y 72 en contra. Se deduce que el chucho mayor, Jesús Ortega, se defiende como gato boca arriba, y que no se encuentra solo. Tiene la fuerza suficiente para pulverizar completamente a la organización del sol azteca, apoyado en la división interna. Pactar con el blanquiazul lleva al perredismo “al borde de la ruptura”, dijo Martí Batres, un militante amarillo.
Por cierto, la semana pasada, en Oaxaca, se comprobó que las alianzas no funcionan. Ahí está hecho: una represión (brutal) del gobierno de coalición contra los maestros, “appos” y sociedad en general por una protesta contra la presencia de Felipe Calderón Hinojosa en aquella entidad. El nuevo gobernador, Gabino Cué Monteagudo, no supo cómo actuar ante las presiones de perredistas, panistas y panalistas. El mismo candidato de Convergencia, fue incapaz de evitar el enfrentamiento entre la fuerza pública (excesiva), a pesar de que sabía la dimensión del problema.
Ahora, el mandatario oaxaqueño no sabe qué hacer con el conflicto, porque su gabinete lo integran funcionarios de todos los colores y no alcanza a satisfacer las inquietudes personales de tantos políticos de diferentes partidos. Por ejemplo, su secretaria general, Irma Piñeiro, del Panal, es amiga personal de Elba Esther Gordillo. Imposible que la corra. Los manifestantes agredidos piden la cabeza de esa funcionaria para sentarse a la mesa del diálogo. La izquierda oaxaqueña votó por Cué Monteagudo para que terminara el dominio priísta de decenas de años en la entidad, y en concreto, que Ulises Ruiz Ortiz fuera investigado y junto con su pandilla llevados ante la justicia a rendir cuentas. Ya casi son tres mes meses y el aliancista Cué Monteagudo no se anima a revisar los malos manejos de su antecesor en el cargo. Nada de eso ha ocurrido.
El ejemplo aliancista oaxaqueño, que podría llevar a la ingobernabilidad, si no se resuelven los conflictos sociales, es ignorado por los “chuchos” que buscan continuar con su servilismo al gobierno panista, con el único fin de fortalecerlo. Si Jesús Ortega logra la coalición PRD-PAN en el Estado de México habrá conseguido cumplir cabalmente las órdenes de la jerarquía panista: destruir al PRD. Como el mismo se dice, que es hombre de izquierda, no se entiende que su principal enemigo sea ahora Andrés Manuel López Obrador (AMLO) quien rechaza las coaliciones partidistas, principalmente con sus adversarios los panistas.
AMLO, según los hechos registrados hasta el momento, se inclina por un candidato de la izquierda: Alejandro Encinas. Ambos realizan, juntos, su campaña política en el Edomex en franca oposición a Jesús Ortega y sus corifeos. Si el perredismo “chucho” no acepta la candidatura de Encinas o se alía con los panistas, la contienda política tomará otros rumbos. Si ocurre lo último, AMLO se distanciará de su partido para que Encinas sea postulado por el Partido del Trabajo (PT). El tabasqueño recela de Jesús Ortega y de plano lo acusa de su sociedad con Felipe Calderón Hinojosa, que desde Los Pinos está organizando la consulta. Manifestó que se trata de una farsa, en la que participará Alianza Cívica, una empresa que dirige Rogelio Gómez Hermosillo, director del programa Oportunidades, durante el gobierno de Vicente Fox.
Por su parte, el “chucho” mayor, Jesús Ortega, dijo que AMLO no puede atacar el ejercicio (la encuesta) con tal desfachatez. Señaló que el muestreo no lo haría ningún partido, sino organismos no gubernamentales con prestigio bien ganado y quienes intenten descalificarla, “deberían tener más imaginación”. Añadió que está tan utilizado ese recurso de pagos de agentes externos, que ya nadie lo cree”. En ese tono se encuentra la lucha entre perredistas, que además no encuentran el líder que sustituirá al chucho mayor, quien dejará el próximo la presidencia del PRD. Algunos líderes perredistas presionan aún al ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, para abanderar la dirigencia amarilla. No se dan por vencidos, porque argumentan que es el único político de esa organización que podría lograr la unidad; pero, como informamos, se negó y con ello avivó el grillerío entre las tribus que medran a costa del PRD.
Los diferentes grupos se preparan para la gran batalla: elegir a su nuevo presidente nacional. La división partidista, nada nueva, en el PRD, provocará un mayor desgaste, porque el que llegue a la dirigencia será impugnado, sin importar las razones. Los militantes del partido del sol azteca son conflictivos por naturaleza y no van a perder esta gran oportunidad de demostrar su rijosidad. Por cierto, en estos escarceos políticos, el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard Casaubón, hizo mutis. Lo último que se supo de él fue su rechazo a las alianzas en el Estado de México. El que era, o es, un activista de las coaliciones y en esta pugna se nota su ausencia. No es para menos.
La lucha entre los perredistas es intensa y las tribus no alcanzarán acuerdo alguno. Ya lo dijo el ex líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, “ni los milagros de cualquier santo podrían conciliar los intereses en el interior del PRD”. El ex candidato presidencial sabe de lo que habla. Entonces, encontrar al líder de la unidad está en chino, como se dice coloquialmente. Los nombres que se manejan con posibilidades, más tardan en aparecer que en desaparecer: Javier González Garza, ex diputado federal, no es del agrado de los “chuchos”. Aunque su trayectoria es significativa en la izquierda, no es aceptado por la corriente Nueva Izquierda (NI). Y a su vez, el lopezobradorismo y sus tribus no aceptan al senador Carlos Navarrete, ni el diputado Jesús Zambrano, “chuchos” de hueso colorado. Y en ese desgaste político se pasan la vida los dirigentes perredistas, que tienen a su organización política sumida en el desprestigio.