Ante la violencia, amor y paz
¬ Salvador Estrada jueves 29, Ago 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
Los noticieros en la televisión te indignan cuando vez cómo un grupo de manifestantes ofenden, jalonean y agreden a los policías, que como guardianes del orden, tratan de convencerlos de que su movimiento sea pacífico y de que se retiren por el caos vial que ocasionan.
Y los policías no responden a los agresores, se comportan inmóviles, y solamente tratan de protegerse, ahora con escudos, y antes solo con los brazos.
Pero, los manifestantes, al no haber respuesta, ante sus agresiones, se sienten poderosos y atacan con más violencia y hasta escupen a los guardianes de la ley que tienen la orden de no contestar la violencia con más violencia.
Ahora que los soldados ya entraron en acción para frenar las marchas o desintegrar plantones, los manifestantes protestantes tampoco respetan los uniformes del ejército y les empujan y jalonean, y ni así responden a la violencia.
Estos hechos, registrados por los reporteros gráficos, camarógrafos o fotógrafos, dan vergüenza e indignan por la falta de respeto a los uniformados de ambas corporaciones.
Solamente en nuestro país se ven esas escenas, porque en China o Francia, la policía responde a los ataques de los manifestantes ya sea con sus escudos o toletes y si son demasiados les lanzan gases o los detienen con “tanques de agua” cuyos chorros son efectivos para que los hagan correr.
Y esas faltas a la ley se deben a que ni en sus hogares, ni en las escuelas, les enseñaron a respetar a sus representantes, cuyo uniforme los identifica y ante ellos buscan el diálogo y no caer en la agresión.
Los valores en la sociedad se han ido perdiendo y “ya no hay respeto” a la autoridad, ni a los padres, ni a las mujeres, mucho menos a los ancianos.
Nadie respeta los símbolos, ni a las instituciones y se necesita tomar medidas para enseñarlos a respetar y a obedecer la ley para que todo se pueda hacer siempre dentro de la paz y el orden.
La desaparición de los granaderos, para evitar la violencia, ha permitido que los manifestantes se porten agresivos y se hagan vándalos que rompen puertas y ventanas de cristal y realicen pintas ante la presencia de los uniformados, cuyas ordenes son no responder a la violencia.
Para que los ciudadanos violentos se calmen “hay que perdonarles sus maldades” y no levantar actas por daño en propiedad ajena, con lo cual se les solapa su maldad, pero ya hay que “ponerles un hasta aquí” para que impere el orden en las manifestaciones y sus demandas sean escuchadas, pero sin violencia y para que prevalezca el diálogo.
Amor y paz es lo que se necesita en esta sociedad.