Ebrard, vicepresidente
Ramón Zurita Sahagún viernes 14, Jun 2019De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La notoriedad que alcanzó Marcelo Ebrard Casaubón, con su negociación en Estados Unidos lo ubica, según algunos analistas como un presunto y eventual vicepresidente de México.
Se le sitúa con facultades supremas, por encima de las de los secretarios de Gobernación (Olga Sánchez Cordero), Economía (Graciela Márquez) Seguridad y Protección Ciudadana (Alfonso Durazo) y del director de Migración, Tonatiuh Gutiérrez, además de las funciones asignadas como titular de Relaciones Exteriores.
Lo advertimos desde antes, si Marcelo logra frenar, mediante una buena negociación, crecerá dentro de la esfera de poder del gobierno federal, aunque al término de los 45 días de plazo, las cosas puedan cambiar.
Ebrard Casaubón se convirtió desde hace tiempo en uno de los pocos políticos a los que escucha el Presidente López Obrador y que lamentablemente el círculo va quedando más reducido.
Por lo pronto, el secretario de Relaciones Exteriores dio una cátedra de sus buenos oficios y habilidades como negociador y más lo está dando como experto en establecer una buena comunicación y comunión con propios y extraños, aunque el argumento del presidente de la Cámara de Diputados, de Porfirio Muñoz Ledo, lo haya puesto en predicamento y pueda detener sus avances.
Y es que en México desde los tiempos de Francisco I. Madero se adolece de un vicepresidente de la República, como existieron tantos otros que eran electos dentro de la fórmula presidencial y, preferentemente eran enviados como titulares de la Suprema Corte de Justicia, aunque no necesariamente era su destino.
Algina vez ejercieron el cargo de vicepresidente Valentín Gómez Farías, Sebastián Lerdo de Tejada, Ramón Corral y José María Pino Suárez, entre otros.
A la muerte de Madero y Pino Suárez, el cargo de vicepresidente de la República desapareció y ya solamente se elige Presidente de la República.
Sin embargo, en los tiempos recientes se juega con esa figura, aunque oficialmente no exista y se hace en relación de aquellos hombres que llegan a ser poderosos y cuentan con funciones que rebasan a las suyas, aunque sus tareas reales sean otras.
Es cierto que en el pasado Rogerio de la Selva, secretario particular de Miguel Alemán Valdés, fue considerado como el hombre del poder durante su administración presidencial, la presencia de estos personajes se hizo más notoria desde el arribo del neoliberalismo.
Emilio Gamboa Patrón fue ubicado como el vicepresidente, ya que desde su función de secretario particular del Presidente Miguel de la Madrid, extendía su manto de poder a otros círculos, tantos que hasta consiguió que su entonces mejor amigo, Genaro Borrego, llegara al gobierno de Zacatecas.
José Córdoba Montoya es otro personaje que gozó de la fama de la vicepresidencia en los tiempos de Carlos Salinas y logró que Ernesto Zedillo fuese Presidente de México.
Liébano Sáenz tuvo el mismo papel en el gobierno de Zedillo y su influencia fue enorme, principalmente en el ramo castrense.
Vicente Fox tuvo en Marta Sahagún, su esposa a la figura de vicepresidente, aunque realmente no formaba parte de la estructura gubernamental y Felipe Calderón al todo poderoso secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, que encarnaron esa mítica figura de vicepresidentes.
Ahora que los tiempos cambiaron y llegó la 4T habrá que ver si Marcelo resiste como esa figura omnipresente y poderosa.