Darse balazos en el pie y ahogarse en vasos de agua
Francisco Rodríguez martes 4, Jun 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Está científicamente comprobado: La especialidad del anaranjado Donald Trump es darse balazos en el pie. Lo ha hecho siempre. Parece que se la pasa dándole la razón a Mark Twain cuando el escritor dijo: “Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar toda duda”. Frente a la impotencia de los aranceles contra China, arremete ahora contra México.
Y sí, tal parece que el deporte de los medios de comunicación de acá en el trayecto del nuevo régimen es ahogarnos en un vaso de agua. Entrar de frente a un conflicto declaratorio de verborrea donde no hay principio ni final. Porque no hay razón ni argumento. Puras balandronadas. Los únicos que ganan son los privilegiados de aquí que quieren seguir sembrando desconcierto informativo.
Mientras esta caja de resonancia continúe así, Trump seguirá agarrándonos de bajada y esgrimiendo los aranceles y la anti-migración como su bandera de campaña para la reelección. Es la única que le queda. Todas las demás fueron ya agotadas.
Pero la ganancia que obtienen es esporádica, es una especie de triunfo efímero, porque las batallas decisivas las sigue ganando la opinión pública en las elecciones estatales, porque de ninguna manera quiere que regresen los que ya se fueron. El pueblo ya dio su veredicto: ni un paso atrás. Ni para tomar vuelo.
Mick Mulvaney, jefe del gabinete de la Casa Blanca dice que Trump habla absolutamente en serio. Pero el secretario del Tesoro y el representante de Comercio desautorizan y minimizan la agresión. Trump afirma que los migrantes son movidos por cárteles de la droga y coyotes. Crea fama y échate a dormir.
Entre ferias de balazos en el pie y ahogarse en vasos de agua, alguien debería recordarle a Trump y a los portavoces del empresariado de huarache los datos duros de las dos economías a las que quiere castigar con aranceles imposibles, la mexicana y la estadunidense. De ninguna manera podrán aplicarse después de repasar unos cuantos elementos que configuran la situación actual de los dos países limítrofes.
Trump no sabe que el intercambio mercantil entre México y Estados Unidos representa mil cuatrocientos millones de dólares diarios. El Departamento de Estado reporta un comercio de más de quinientos mil millones de dólares anuales. Esta masa de dinero mexicano ha creado en el gabacho 15 millones de empleos formales.
No es posible comparar esta cifra de empleos creados por la masa monetaria de los mexicanos a la propuesta por Trump en campaña, de crear treinta y cuatro mil empleos anuales, según el Departamento del Trabajo de aquél lado.
México es el mayor mercado de exportación de la producción industrial estadunidense. Está muy por encima de los competidores más cercanos, llámense Canadá, Rusia, China, Pakistán, India y los que Trump y su jefe de Oficina quieran imaginar.
Más del noventa por ciento de autos que circulan en Estados Unidos es ensamblado en México o tiene partes mexicanas. A pesar de todas las amenazas de Trump en campaña para jalar el voto de las zonas fabriles de autos, la situación geográfica de México sigue siendo inmejorable.
Los miles de trabajadores WASP de la zona industrial noreste de los Estados Unidos que siguieron a pie juntillas las promesas del anaranjado de regresar las compañías fabricantes de automóviles a esa región, se quedaron pasmados cuando apenas se dieron cuenta de tal engaño.
México ya tiene el sexto lugar mundial como productor o ensamblador de autos. Y los diez tratados de libre comercio que ha firmado con 45 países facilitan la entrada y salida de material y productos para favorecer la constante expansión de esa industria.
Las facilidades, muchas veces inopinadas, que las autoridades mexicanas han dado en materia fiscal, inmobiliaria, financiera, de recursos naturales agua, gas y derivados a las ensambladoras gabachas, asiáticas y europeas, no tienen comparación, aunque hayan sido hechas a contrapelo de las necesidades de la población circundante.
El turismo mexicano es el de mayor importancia que frecuenta ese país. Esa enorme masa de paisanos derrama anualmente en el comercio y la hotelería de Estados Unidos la cantidad de diez mil quinientos millones de dólares anuales. Muchos más de los que el Departamento de Estado pudo haber soñado.
En las nuevas concepciones del intercambio comercial y estructural, el resultado asimétrico favorece al poder adquisitivo de los compradores mexicanos. La economía gabacha es estructuralmente dependiente para su funcionamiento de los buenos mexicanos.
Cuando un ignorante y enfermo como Trump saca al idioma español de la página web de la Casa Blanca y cuando denuesta a los mexicoamericanos la gente lúcida se le enfrenta en todos los tonos. Los que le hacen el caldo gordo son los empresarios huehuenches mexicanos que no saben ni lo que tienen.
El hecho es que la economía internacional cambió, se diversifico y existe una multitud de analistas e inteletuales por cuales rebasado por la historia que no alcanzan a metabolizar en este nuevo aparato digestivo, en este mundo que por primera vez enseña el músculo del poder de compra de los desposeídos, en términos agregados.
Por eso, cuando el presidente López Obrador le contesta a Trump sus amenazas con palabras que suenan a “tirarlo de a loco”, los empresarios periodísticos de aquí ordenan a sus fieras le suelten todo tipo de procacidades, como las de entregado o inconsciente. La verdad es que, vale reiterar, “sólo lo tira de a loco”.
Y sí, a palabras de borracho, oídos de cantinero. No es posible conceder seriedad a quién pide a gritos que no se la concedan. Como decían las abuelas en los pueblos: a un loco hay que tratarlo como lo que es, un loco.
Lo contrario es entrar a la paranoia de balazos en el pie y ahogarse en vasos de agua. Escalar artificialmente las confrontaciones sólo da beneficios a quien gana en el río revuelto de la confusión: los que acaban de perder Puebla y Baja California.
Los que ya ganaron y la gente no quiere por ningún motivo que regresen.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Después de la industria automotriz y de la electrónica, los negocios en Estados Unidos que más efectos negativos resentirían por la imposición de aranceles progresivos a los productos mexicanos de exportación serían los restaurantes, de acuerdo a un análisis prospectivo de Goldman Sachs: “Las existencias de restaurantes han estado relativamente aisladas del conflicto comercial en las últimas semanas, particularmente en relación con las empresas minoristas, que están más directamente expuestas a los bienes sujetos a aranceles a las importaciones de China. Los restaurantes continuaron superando a los actuales. Sin embargo, México representa la fuente más grande de la agricultura estadounidense. las importaciones, lo que aumenta el riesgo directo para los restaurantes en caso de que se implementen los aranceles de importación…”
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