La genética mexicana. Un viaje a la intrahistoria
Francisco Rodríguez jueves 4, Abr 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Cuando en 1990 los mexicanos recuperamos el monumental Tonalamatl —literalmente, “El Papel de los Días”— el códice espiritual de los aztecas, que estaba en poder de un viejo museo francés, hicimos un viaje hacia la intrahistoria. El poderoso calendario anímico prehispánico, repleto de pictogramas y caracteres propios de una ciencia desconocida vino a explicar lagunas históricas insondables sobre nuestra caracterología.
En los años 1702-1751 el Códice Tonalamatl de Aubin fue propiedad de Lorenzo Boturini, y le fue confiscado cuando lo expulsaron los virreyes de la Nueva España, en 1740. La joya cambió de manos, hasta que Joseph Marius Alexis Aubin, último tenedor de este monumento prehispánico, lo donó a la Biblioteca Nacional de Francia, un poco antes de morir.
El abogado mexicano José Luis Castañeda lo robó y, tras fuerte polémica que causó un distanciamiento entre México y Francia, fue dejado en libertad. En la actualidad, el famoso Tonalamatl se encuentra en los vientres del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Cuando se reclama su presencia en Europa, las autoridades ceden, para que sea exhibido en las salas de allá.
Su forma de lectura es especular, como las grandes obras renacentistas de Leonardo Da Vinci, como en las culturas árabe y hebrea, entre otras, de derecha a izquierda. Cada número del calendario espiritual integra los ciclos del hombre, la Tierra y el cosmos, en una matemática exacta. Cada nuevo habitante de Tenochtitlán sabía desde su nacimiento a qué energías estaba conectado y cuál era su vocación y destino. Sorprendente y majestuoso.
Los códices Borbónico, Mendocino y Pochteca, las fuentes más recurridas del pasado mexicano, estaban conectados a la manera de interpretar el mágico Tonalamatl. A través de éste, entre otras cosas, entendimos a cabalidad que el mestizaje había sido ordenado a los aztecas para que se configurara, cromosómica y genéticamente el nuevo hombre cósmico, universal, integral, dionisíaco.
En función de ese designio espiritual, los espectaculares Guerreros Águila y Jaguar, capaces de vencer a cualquier ejército invasor, fueron dominados con un acto de conciencia religiosa, instándolos a entregar las armas, sin pelear, como consta en las inscripciones del Calmecac de Malinalco, la vieja universidad de la guerra de los aztecas.
Esta predicción es correcta. Lo que no tiene nombre es que algunos déspotas se aprovechen de la aceptación ancestral de las razas indígenas a un mandato supremo que emerge de su propia rueda del tiempo, de la vida y sus interpretaciones cosmogónicas, confundiéndola con una vulgar obediencia servil a los designios de tiranos sin escrúpulos, en función de fomentar la indolencia y la corrupción.
Los maestros de la antigüedad azteca decían que los hombres sabios no ambicionan; ellos gozan como si fuera propio todo aquello que sus ojos pueden abarcar… necesitamos menos riqueza en vida, de la que usamos como hombres muertos en el Mictlán, el gran panteón de todos los humanos.
De la interpretación cabal de los códices espirituales del mundo azteca, se llega a la percepción que el manejo de las energías, consustancial a su conocimiento, los llevaba al perfeccionismo, pero no por métodos compulsivos. Respetaban el recinto del cuerpo y del alma, sin caer en la mediocridad.
Sabemos todo lo que existe o existió, señalaban, sólo que como los recién nacidos que se pegan al seno materno sin que nadie les diga que así se deben alimentar, nosotros sólo debemos aprender a recordar que lo sabemos, al acabar con la charla interior de la mente y conectar la totalidad del ser con el poder personal de cada quien.
Así recordaremos cómo sanar enfermedades, influir en materias desconocidas, opinar con certeza y precisión y trascender positivamente la racionalidad que nos han impuesto desde que nacimos y poder entrar en los terrenos de lo desconocido.
Argumentan los tlacuilos en el códice Borbónico que eso es “porque no estamos actuando en nuestro nombre, sino en el nombre del poder energético que nos ha sido concedido en custodia y desde el momento en el que nos engendraron.
“Saber utilizar en beneficio común la humildad sin hipocresía interior; la obediencia aceptada sin servilismo sólo para lograr el objetivo personal; el conocimiento sin prepotencia; las reglas de la convivencia sin mojigatería; el triunfo sin creérsela; el fracaso con buen humor y la generosidad sin tonterías”.
Se desprende del Códice Boturini o Tonalamatl, que no hay nada que no podamos lograr siguiendo estas huellas que para la inmensa mayoría se han borrado con el polvo del tiempo y el entendimiento racional normal, pero que nosotros tenemos la obligación de descubrir y ejercitar todos los días de nuestras vidas, sin miedo y sin odio, con valor y amor.
Sentir la totalidad de nuestro ser para alcanzar la conciencia, la fortuna y la fortaleza, la suerte y la fuerza que no serán sino el resultado del acrecentamiento del poder personal con base en la comprensión de nosotros mismos. “Haremos un viaje fantástico con nuestra propia vida, a veces en el pasadizo del yo, a veces en el no yo, y a veces en el precioso gemelo”, una sentencia pérdida en el tiempo, insondable, difícil de entender y de explicar, hasta por los guardianes de las tradiciones de la mexicanidad.
Las cinco recomendaciones espirituales que dejaron a la posteridad los sabios aztecas son realmente incomprensibles, pero dejan un trasunto de belleza incomparable: “Ya soy uno con el gran espíritu regidor de mi destino”, cuando expresan conectarse con un poder supremo que responde a la energía y las vibraciones.
“Ya no tengo ataduras, nada me atrapa”, cuando quieren expresar el desprendimiento emocional de las cosas materiales o de las ideas fijas que impiden el orden armónico de libertad total y fuerza concentrada.
“No pienso para comprender la esencia”. Es decir, no prejuzgar sobre nada ni nadie para poder ver la verdadera naturaleza de las cosas y las personas. Poner en blanco la mente para lograr los estados superiores de la conciencia y del llamado huevo lumínico.
“No temo ya a nada ni a nadie de lo que existe o no existe, para así recuperar la totalidad de mi ser”. En relajación total, gozar del poder de nuestros sentidos físicos sin temor al no entender, al ridículo, a la vergüenza, a la crítica, al insomnio, a la enfermedad, a la muerte, en la total anti solemnidad.
“Sereno y desprendido, pasaré a la eternidad por el ojo del águila”. Desde hoy los obstáculos, las amarguras, los misterios, las ofensas, la soledad, el desenfreno, sólo van a integrarse a nuestro fin de equilibrio y de resolución. Los guardianes de las tradiciones indígenas del pasado mexicano han sido puntuales en estas traducciones e interpretaciones.
Los mexicanos somos un resultado homínido difícil de entender, sobre todo para los que no han tenido contacto con los documentos básicos de nuestra identidad. La solidaridad y entrega con nuestros semejantes es un producto directo del pensamiento básico de nuestros antepasados.
De ahí se explica lo que el mundo azorado no entiende sobre nuestro desprendimiento emocional y la gran estatura del pueblo ante las tragedias, ante las catástrofes geográficas y ante los espeluznantes redrojos humanos que nos han dizque gobernado, pero en realidad masacrado y saqueado Bastaría que supieran un minuto de lo que al pueblo se le ha olvidado. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Se ha disfrazado de Catrina. Usa huipiles y blusas bordadas por finas manos artesanales. Incluso ha personificado toscamente a Andrés Manuel López Obrador. Su léxico es vulgar, corriente. Su actuación, generalmente resulta infantiloide, como recién lo fue el llevar la maqueta de unas orejas de burro a una sesión de la llamada Cámara alta —que con ella en su seno pierde estatura—, pero se dice defensora, representativa, de las razas originarias de nuestro país. Es Xóchitl Gálvez, panista, nombrada por ese fraude político que es Vicente Fox como coordinadora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, a la mitad del sexenio de quien se dice guanajuatense. Acusada de presunto desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, fraude equiparable y cohecho a su paso como titular de la que fuera delegación Miguel Hidalgo en el entonces Distrito Federal, la ahora senadora —”nadie votó por usted”, le recordaron apenas, “usted es senadora por dedazo”— es una vergüenza para las comunidades indígenas a las que de plano desconoce y, lo peor, denigra.
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