Misterios de la ciudad
¬ Salvador Estrada jueves 21, Mar 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
La gran Ciudad de México tiene historias y leyendas, pero también tiene secretos y misterios que lleva a reflexionar a los ciudadanos y a cuestionarse ¿en dónde quedó la transparencia?
Esta transparencia, que es el arma para combatir la corrupción, no es otra cosa, en el lenguaje popular, que decir “las cuentas claras y el chocolate espeso”.
Pero las cuentas no son claras y la transparencia se encuentra nublada y los capitalinos quieren saber a dónde va dar o en manos que quién se encuentra el dinero de las multas que se cobran por diversas infracciones o el dinero que se paga por servicios.
Y ese es el misterio y el secreto que no se ha revelado a la ciudadanía que quiere confiar y creer en las autoridades de la ciudad.
El pago que se hacía de las fotomultas, que era un dineral, no se supo a ciencia cierta a dónde cayó, pero lo que sí quedó claro es que la empresa que tenía en sus manos el negocio le fue muy bien.
Este “bisne” ya se acabó para alivio de los conductores de autos que de pronto les llegaban a su hogar “tremendas multas” por exceso de velocidad en calles en las que no recuerdan haber pasado.
Ahora la molestia de los ciudadanos son los parquímetros porque además de que subieron el pago por el tiempo de estacionarse en la calle, no se informa, cuánto dinero se recauda en cada colonia donde se colocaron esos aparatos.
Y qué se hace con ese dinero, en que se invierte y a quién o a quiénes beneficia.
Los parquímetros es un negocio para sus dueños. Las “maquinitas” enojan a los conductores que tienen la necesidad de estacionarse en la calle porque muchas veces no tienen todas las monedas que requieren para marcar su tiempo y calculan regresar por su auto a la hora, pero se pasaron cinco o diez minutos y como por magia les cayó la multa. Igual que las “arañas” en el Centro Histórico.
Y como se recaudan millones de pesos y el “negocio” , en el nuevo gobierno, ya debe ser transparente, la Secretaría de Movilidad dio a conocer que del 2012 al 2018 los parquímetros dejaron 360 millones de pesos y como no se emplearon todos esos recursos en obras urbanas se regresó el sobrante a la Secretaría de Finanzas, pero ésta no tiene registro dónde se encuentra el dinero. Secreto y misterio, pero no transparencia.
El dinero de los “aparatitos” se divide en 30 por ciento para obras de las colonias, el 20 por ciento para seguridad pública y el 50 por ciento para la empresa.
No obstante ese acuerdo, las cuentas no son claras, porque en 2017 se construyó el Parque Cholula en la colonia Condesa que tuvo un costo de 14 millones cuando su costo real debió ser de 5 millones y nadie sabe por qué costó tanto, según publicó un diario de circulación gratuita.
Sin cuentas claras y sin beneficios para los colonos lo mejor es tener calles sin parquímetros y así acabar con los secretos y los misterios de la ciudad. ¿No lo cree así?