Infantes acumulan miles de calorías en la escuela
* Especiales, Nacional lunes 15, Feb 2010El “antojo” de Fátima tiene un costo: pesar casi 50 kilogramos a sus nueve años de edad y gastar diario durante el recreo al menos 15 pesos en banderillas de salchicha, tacos de guisado, donas o sopes.
“No me gusta que se quede con hambre” explica su mamá, Dora Martínez, a quien el trabajo la deja sin tiempo para prepararle un refrigerio, por lo que aprovecha que la escuela le “ayuda” ya que “venden de todo”.
Fanático de los tacos de guisado, Alex cuenta con 20 pesos diarios para cubrir la falta de un tentempié sano, el cual sustituye por una bebida azucarada, dos tacos, palomitas y hasta un chicharrón con cueritos a la salida.
Pero no es el único. Con cinco pesos Emiliano compra de lunes a viernes lo que se le antoje dentro de la escuela, y a la salida adquiere chicharrones, pizza, papas, tostadas y dulces van por cuenta de su mamá.
Así, estos niños se han convertido en parte de las cifras que colocan a México en el primer lugar en obesidad infantil en el mundo, detalló la ex profesora de educación básica y hoy senadora Irma Martínez Manríquez.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud (SSA), siete de cada 10 niños de entre 5 y 11 años de edad, padecen sobrepeso, siendo el consumo de comida chatarra en las escuelas uno de los factores que agravan ese padecimiento.
Los niños, sostuvo la legisladora, “son responsables de su alimentación. A ellos nada más les damos dinero y en la escuela se alimentan y comen lo que les gusta. Ellos no miden las cantidades porque no saben”.
Señaló que las cooperativas se han convertido en surtidoras de alimentos chatarra que difícilmente ofrecen productos bajos en grasas y nutritivos, a lo que se suma la falta de conciencia de los padres sobre la importancia de brindar una dieta balanceada a los menores.
“Muchas escuelas pueden tener una cooperativa escolar con alimentos nutritivos, pero si no creamos una conciencia entre los alumnos de que eso es lo que deben ingerir, ellos van a ir a comprar cerca de la escuela lo que ellos quieran”, detalló.
En la actualidad sólo Hidalgo, Michoacán, Baja California Sur y San Luis Potosí, han logrado regular la venta de productos de ese tipo en los planteles educativos, mientras que el resto aún trabaja en ello.
Sin embargo el conflicto es mayor, sostiene Sandra Hernández, profesora de educación física en una escuela primaria pública de la ciudad.
Ello porque la variedad de productos con alto contenido en grasas son incluso consumidos por maestros y directores, quienes no ponen restricciones nutricionales a quienes los expenden en las escuelas, expuso.
Además, las cooperativas han pasado a ser “negocios” redituables para proveedores de empresas surtidoras de comida de poco valor nutritivo y alimenticio.
En 30 minutos, los niños pueden ingerir hasta mil calorías en tacos, donas, papas, refrescos, sopes, churros y palomitas, entre otros productos, las cuales difícilmente, reconoce, serán quemadas en casa ante la falta de actividades físicas.
Lo anterior porque en las escuelas sólo se dedica hora y media en la semana para hacer ejercicio, sentenció la educadora.
Martínez Manríquez añadió que combatir ese problema es complicado, aunque no es imposible de solucionar, pues es cuestión de voluntad de padres, profesores y directores, así como de un “compromiso de toda la sociedad”.
Ante ello, dijo, es tiempo de que se busquen medidas y opciones extras para detener el problema que cada día crece más.