La inseguridad de Gota a Gota
¬ Sócrates A. Campos Lemus lunes 4, Mar 2019¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
Pues sí, sin duda alguna tengo muchos, pero muchos años que no tomo los camiones, los peseros o el Metro para trasladarme de un sitio a otro, no conozco en carne propia los apretones, los cachondeos, la tensión que se vive cuando van hasta el tronco y las manos anónimas van recorriendo para sobar o calar las partes íntimas, como me dicen algunas mujeres que platican conmigo o cuando bajan, ven, asustadas, que ya están cortadas sus bolsas y saqueadas, perdieron los teléfonos, las carteras y van susurrando oraciones de protección para que ya no pasen a mayores, algunas se indignan, pero nada sucede, no hay forma ni de identificar a los malosos que operan con total impunidad y colaboración de funcionarios y policías que reciben, diariamente, parte del botín.
Todos los días escucho a muchas familias comentar que cada momento van tratando de comunicarse con sus parientes, a los que han comprado teléfonos desechables para que no saquen los que utilizan en forma regular y traigan en el sostén o los calzones algunos billetes por si les roban sus pertenencias en los vehículos o saben de cómo operan los delincuentes, que ahora no solamente roban sobre las rutas, sino también sacan de las mismas a los vehículos y secuestran a los pasajeros y se van con el vehículo en circulación, levantando a nuevos pasajeros que piensan que son los reales y así todo el robo y el secuestro, la trata, el secuestro exprés, la violencia, las violaciones, los golpes y hasta los asesinatos sirven para generar el temor necesario a todos para que no pongan resistencia a las acciones de los delincuentes, y miles de madres y padres van a las paradas finales, rogando por ver a sus hijas o hijos bajar de los transportes y llevarlos el tramo final con bien o medio protegidos, porque ahora también operan los vendedores de drogas en los moto-taxis, que agrupados cobran el derecho de paso o de piso y así conocemos historias que impactan, por ejemplo, hace unos días, mi hija Tania, que da clases en la ENA, me comentaba que hay una de sus alumnas que vive hasta Chalco y por el Bordo, que lleva en el año más de cuatro asaltos, donde le roban hasta la mochila y se ha salvado de la violación, pero no de algunos golpes en ellos, y así, con valor y miedo, va todos los días a tratar de alcanzar un título universitario, ella es brillante y esforzada, y seguramente podría sacar su título de antropóloga, siempre y cuando pueda lograr salir bien de esa brutal inseguridad en la que vive. Ya ni lloran, ni se indignan, solamente buscan que en el día a día nadie las toque y las amenace o las pretenda secuestrar con ese infame sistema de “no te enojes mi amor”, donde muchos de los presentes se quedan pensando en que es pleito de parejas, cuando en la realidad es un secuestro frente a sus ojos y qué sucede si los denuncian, pues nada, porque al final de cuentas los pillos en eso andan y como no se consuma el secuestro y todo queda en intento, pues nadie hace nada y la víctima tiene que mostrar, para levantar su denuncia, el sitio donde vive y dar sus datos verdaderos y así, los delincuentes, conocen todo su historial y amenazan con sus cómplices y, de lo que todos estamos seguros es que al final de cuentas, la inseguridad para todos no es más que las que nos perjudican, los robos directos, las amenazas, los cobros de piso, la violencia callejera, el asalto en casas, en transportes y lo demás es las luchas por el control del narcomenudeo, y eso, pues es vital también, porque si está asentado en la zona, los robos aumentan, porque los viciosos necesitan dinero y las guerras de pandillas generan la violencia, la muerte, el secuestro, levantones y los asesinatos.
Hace unos días, anduve por la zona de La Lagunilla y de Tepito, ahí pude comprobar cómo los malos efectivamente tienen el control del centro y ya son bandas bien organizadas que tienen la fuerza para eliminar o sacar de sus casas a los viejos habitantes de la zona para convertir los departamentos en bodegas de drogas o de contrabando, que controlan los chinos, los colombianos y los coreanos y, de ahí, vimos operar sin control los grupos del GOTA A GOTA, que con sus sistemas van operando y apropiándose de muchas propiedades de la gente en esas zonas por medio de la violencia y del control que ejercen, algunos me platican a petición obligada de no dar sus nombres, de que esos hampones llegaron con guerrilleros colombianos que traían armas y drogas para los narcos de la zona, después, ellos fueron operando y conociendo lazos y costumbres, familiarizándose con las calles y los recovecos, operando con los jóvenes violentos y enviciándoles para mantenerlos como posibles clientes, o grupos de distribuidores a futuro y en el mejor de los casos, como sicarios, se fueron sustituyendo y prostituyendo los viejos mandos de los jefes mafiosos, de tal suerte que ahora son chavos los que mandan y esos, actúan y no piensan, solamente reaccionan con violencia, algunos grupitos son comandados por pandilleros de no más de quince años y en sus cinturas portan armas de las que jalan con facilidad los gatillos y les encanta sentir la adrenalina y la emoción y la muerte y el saber que van marcando en las cachas las nuevas víctimas para presumirlas a los demás y que les genere el “respeto”, los adoradores de la Santa Muerte y del palo mayombe, los que van a los sepulcros y sacan los huesos de los muertos para hacer rituales de protección y se envician más y más, lo que les importa es el momento y nada les importa ni lo que les digan sus madrecitas, porque ni a ellas les hacen caso ya, eso para que lo conozca AMLO, no es por ahí donde hay que parar la inseguridad, en muchos casos la deformación es tan familiar que algunas “madrecitas” son las jefas de los grupos mafiosos y esa, es la triste realidad…