Yalitza Aparicio, guerrera oaxaqueña nominada al Oscar
¬ Sócrates A. Campos Lemus sábado 2, Feb 2019- Las mujeres de mi tierra
- Qué difícil será para una mujer como ella entrar en otras misiones y sabores y colores y vestimentas, dejando sus garras a un lado y portando las nuevas prendas que muestran que, también, en Tlaxiaco
hace aire y hay mujeres para rato
Sócrates A. Campos Lemus
Oaxaca es un nudo mixteco, es el centro de varias etnias que le dan ese sabor y saber de magia y de color, de gustos en las tlayudas, en los mezcales de minas o de pechuga o de magueyes raros como el de coyote o el de tantos niveles y sombras que va generando ese estado entre etílico y mágico, producto de la mezcalina, a lo mejor, por ello, en sus 570 municipios de sus ocho regiones se van tejiendo las historias y las mujeres son parte de ese tejer en la cintura, como si fueran pariendo en cada movimiento y metiendo los colores y las figuras mágicas que tanto asombran a los fuereños y los conquistan y ya no salen, dicen que por comer chapulines o porque les llamaron en las ollitas de barro negro por su nombre y los anclaron en ese pasado que nos brindan las raíces de lo nuestro y nos permiten hurgar el presente y el futuro, como son las razas, bajitas, pegadas a la tierra y al barro y al polvo y en la Mixteca, cuando uno vaga por Tlaxiaco, uno podrá ver aquella bonanza de los cafetaleros cuando desde Pochutla y Puerto Ángel sacaban el oro café, el café de grano que en aromas y sabores y alturas y colores nos van dando el despertar de cada mañana, o la magia de los hongos de allá, de la madre María Sabina que con sus cantos y sus sonrisas y velaciones conquistó al mundo de las finanzas o de la música o de los intelectuales que no dejaban de asombrarse ante las figuras y los aires que salían de su interior, como cuando descubrieron de esos hongos, el LSD, magia pura y camino al infierno, así es la vida… naces y vas muriendo como conquistando el alma, como conquistando el recuerdo y lo dejas en un jarrito de barro, que por ahí rueda tratando de regresar a la tierra.
Yalitza Aparicio es como formada de esa tierra y de ese barro, dura de facciones y amorosa en su seno, seria, porque no hay mucho por qué reír en Tlaxiaco, en la zona del viejo aeropuerto que era una pista clandestina que deja marcado el tráfico de drogas y el de contrabando, alejada del centro, sin agua, llena de polvo y sequedad, ahí, en una casucha de láminas, al lado de sus padres y hermanos, ella sale con el sueño juarista a buscar su preparación y quién nos cuenta las hambres y las penurias cuando estudiaba en la Escuela Normal, cuántas cosas se le antojarían, cuántas lágrimas dejaron regadas en las calles de la Vieja Antequera, así siguió y salió, no sabemos cómo, pero buscó empleo de maestra y le fue negado por las circunstancias y al final sin otro modo de vida siguió haciendo piñatas para llevar algo de comer a su casa materna y seguro que entre el engrudo y las ollas y el papel de china y el periódico vagaban sus sueños, en muchos se veía al lado de sus niños enseñando lo que le gusta, las primeras letras y la historia del de Guelatao, que cada oaxaqueño la trae en el alma como el cantar mixteco o el de Dios nunca muere y así, tarareando el qué lejos estoy del suelo donde he nacido, inmensa nostalgia invade mi pensamiento, secaba las lágrimas que no vimos en las películas ni en los gestos ni el asombro de tener una vida paralela con una mujer casi igual a ella que fuera la nana de Cuarón, el cineasta que regresó de pronto a sus calles de la Roma y a sus recuerdos y a sus desesperanzas y a sus sueños y ahí, Yalitza, le volvió la vida y sus recuerdos y eso es magia pura como si de pronto María Sabina llegara por la vida y nos diera nuevos bríos y sueños.
Y, de pronto, un éxito que nadie espera, a lo mejor lo pensaban y lo soñaban, pero solamente hasta ver el impacto en la gente y en la identificación entre esa mujer con millones de mujeres que han sido la salvación de familias enteras se ve la fuerza y la fortaleza de la raza y del color cobrizo y a muchos les espanta, han creído que solamente los blanquitos y güeritos tienen futuro y, cuando ven al igual que cuando vieron a Juárez llegar como un indio valiente y trasformador, se espantaron, ahora, con ella, con Yalitza, también algunos mochos y espíritus atrasados sacan sus horrores y desprecios y su discriminación, y eso, sin duda, duele, nos duele a muchos y ella con esa cara fuerte, maciza, con ojos grandes, solamente ve a lo lejos y no se queda en los reclamos cercanos, porque no le pertenecen, ella, es de otra madera y de otra tierra, de esa tierra que da nostalgia, que se recuerda y se llora al cantarla con un mezcal o una simple tlayuda al lado del fogón y del recuerdo, así, en la sequedad del monte, en la sangría de la Mixteca también se agrietan los pies y se rompe el alma, pero se deja el espíritu que vaga con los aires de esa tierra: A Tlaxiaco, como que le llegó la maldición de un tiempo y de ser la “pequeña Francia”, ahora, solamente es un simple referente y es una mujer o son mujeres como Yalitza y Lila, la cantante de los ayeres y los recuerdos los que marcan, ahora, la tierra Mixteca, como que son las guerreras que llegan a rescatar lo nuestro y nos hacen estremecer y llorar y reír y sacar la lágrima para mojar la tierra seca. Qué difícil será para una mujer como ella entrar en otras misiones y sabores y colores y vestimentas, dejando sus garras a un lado y portando las nuevas prendas que muestran que, también, en Tlaxiaco hace aire y hay mujeres para rato…Por María Sabina se supo de Oaxaca, conquistando a muchos extranjeros que llegaron simplemente a comer hongos, las manitas, y conocer a María Sabina, por Lila se conoce la música de estas tierras y, por Yalitza, se conoce a su gente y su color y su fuerza, por ello, cuando pienso en esto, creo que Juárez y don Porfirio están sonriendo al lado de los Flores Magón y de Vasconcelos y Tamayo…a lo mejor sin mezcales, simplemente sonriendo, que también es una droga para el alma en estas tierras secas y agrietada.