El término “huachicol”
Alberto Vieyra G. miércoles 30, Ene 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Está de moda, el término “huachicol” o “huachicolero”. ¿Pero cuál es el significado de ese vocablo, del que politicastros mexicanos y medios de comunicación hablan y hablan a mañana, tarde y noche?
La palabreja en cuestión viene del vocablo maya “huach” o “waach”, un término que usaban los sabios mayas para referirse a los “forasteros” o “fuereños”.
En el diccionario de mexicanismos La Academia Mexicana de la Lengua explica que, además de ser un apodo para “forasteros”, otra de sus acepciones en la región sureste -donde habitan los mayas- es la de un “ladrón”.
En el siglo pasado, algunos lingüistas y escritores como Juan Rulfo o Juan José Arreola dieron en llamarle a dicho vocablo maya “huache” agregando el sufijo “col” que relacionaron con alguna actividad ilegal.
Otra acepción del término “huachicol”, nos la da el escritor mexicano Arturo Ortega Morán, sostiene que la palabra “huachicol” proviene del latín “aquati”, quien afirma que la palabra huachicol aludía a una técnica empleada en la pintura que consiste en diluir los pigmentos en agua.
Al emplearse esta palabra en Francia se transformó en “gouache” conservando su significado. Posteriormente al llegar el nombre de esta técnica a México durante los siglos XIX y XX solían referirse los pintores a ese término como “pintar a la guach”.
Durante el coloniaje español a los vendedores de chingerito, una bebida muy famosa que destilaban los indígenas de manera secreta y el aguardiente solían bautizar las bebidas con agua para obtener más ganancias y lo propio hacían con el tequila a partir de 1808, al que agregaban alcohol de caña, para diluir la bebida. A esa práctica se le fue conociendo con los términos “huachicol” o “huachicolero”.
Los lecheros también solían y todavía lo hacen, algunos que ordeñan a las 5 de la mañana, bautizar la leche con agua pura, claro está, para aumentar la cartera.
Así que, de manera análoga, se les comenzó a llamar a sí a los comerciantes de bebidas adulteradas y en nuestros días a los ladronzuelos que venden combustible robado y que rebajaban con otras sustancias químicas como el agua que agregan a la gasolina o petróleo para hincharse de billetes o para palear la tenebrosa “cuesta de enero” que nos recetó a los mexicanos Andrés Manuel López Obrador con la escases de gasolinas que ha encarecido todo.
Los hambreadores de México hacen su agosto desde ahora, y no hay gobierno que les pare el alto a pesar de los reiterados llamados del presidente a “portase bien” y todo por una buena intención de combatir a los mafiosos ladrones de combustibles, pero sin tener un plan b como estrategia para no caer en desabasto que ha desatado la indignación nacional, incluyendo de quienes votaron en las elecciones presidenciales por López Obrador. La absurda medida Lopezobradorista ha llevado a que el pueblo de México pague los platos rotos. ¿Cuándo había usted visto que un kilo de chile serrano costará hasta $120 pesos el kilo?
¿Qué nos dice la historia del “huachicol”, que Mèxico es una nación de deshonestos “huachicoleros”?