De Zacatecas a Xcaret
¬ José Antonio López Sosa miércoles 7, Nov 2018Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Xcaret, Quintana Roo.- Este año 2018, se llevó a cabo el Festival de Tradiciones de Vida y Muerte en el parque Xcaret, como cada año.
En esta edición, Zacatecas fue la entidad invitada, trayendo sus mitos y leyendas con relación al día de muertos, arte, gastronomía y sobre todo, la gentileza de la gente zacatecana.
Este festival anual, es el más importante para el grupo Experiencias Xcaret y además, uno de los más reconocidos a nivel nacional por la relevancia artística e histórica que se comparte con el mundo a partir de nuestras tradiciones.
El plato fuerte del festival fue el concierto de Ely Guerra con la gran Eugenia León, parte del mosaico multicolor del arte mexicano, entre altares, muestras gastronómicas, decenas de obras de teatro y clown, leyendas, crónicas y sobre todo, esa mística por la muerte que el pueblo mexicano sabe dar y que Xcaret ha aquilatado a lo largo de los años en este festival.
Uno de los espectáculos más celebrados es el teatro regional yucateco, Raúl Niño tiene años presentándolo y resulta una de las experiencias más divertidas, no solo por la comicidad del propio Niño sino porque nos permite adentrarnos por unas horas, en la idiosincracia del pueblo yucateco que tiene la herencia española y maya en sus venas, en sus costumbres y en su humor.
Pareciera una extraña combinación Zacatecas al norte y Quintana Roo al sur, estados con historias y orígenes distintos, sin embargo la mexicaneidad y la celebración por el día de muertos demuestra que, dentro de nuestra pluriculturalidad como país, hay convergencias importantes e interesantes que permiten este tipo de licencias geográficas, como haber tenido un poco de Zacatecas durante los días del festival en el parque Xcaret.
Este festival, es una muestra de cómo aterrizar un discruso con buenas ideas, ese que constantemente ha repetido el arquitecto Miguel Quintana con relación al México que quiere y que quiere ver; esta es una forma de llevar a la práctica ese discurso, una forma de mostrarnos cómo las buenas ideas y las buenas intenciones se pueden ejecutar con voluntad, con mucho empeño y con congruencia, no solo en el discurso, sino en la vida.