Despotismo y neoliberalismo, los verdaderos muertos
Francisco Rodríguez martes 30, Oct 2018Índice político
Francisco Rodríguez
De tanto repetirse, el hecho se volvió teoría. Desde que en las entrañas de la Universidad de Notre Dame, en los Estados Unidos se empezó a incubar la teoría golpista del neoliberalismo, en busca de un líder perfecto para Latinoamérica como Augusto Pinochet, se escribió la historia de la segunda mitad del siglo pasado entre nosotros y nuestros hermanos.
El maridaje entre la escuela de Chicago y sus teorías económicas ultraliberales se consumó en todas las dictaduras y en los modelos autoritarios y despóticos del Cono Sur, en la Turquía militar y posiblemente tenga otra oportunidad en el Brasil de Jair Bolsonaro. Debemos vacunarnos de inmediato, antes de que sea demasiado tarde.
Las privatizaciones de todos los servicios y productos del Estado, petróleo, gas, electricidad, más una reforma fiscal regresiva que reduce impuestos a los favorecidos y los aumenta a los miserables, la sustitución del sistema pensionario por otro de capitalización en fallidas obras suntuarias, y la resolución de todas las contradicciones en favor del dólar ha sido el resulto de las bravatas estructurales.
La instauración de la “época del plomo” contra líderes sociales y sindicatos, más el militarismo es la fórmula perfecta para vaciar la democracia de contenido. Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Arturo da Costa en Brasil, la embajada gringa y los gorilas de Chalchicomula en México. Es una historia varias veces contada. Creíamos que no se repetiría…… hasta que fuimos testigos de las reacciones atemporales de los enriquecidos entorchados mexicanos que respondieron a través de la prensa infame a las noticias de cambio de guardia en los mandos superiores de las fuerzas armadas. Fue un manotazo a tiempo, sin desperdicio. La presencia del poder civil.
Y otra vez la misma cantaleta: no van a saber cómo hacerlo, es una tarea muy difícil servir de rodillas al Pentágono y al Departamento de Estado, sólo es para profesionales que han medrado a nuestras costillas, dilapidado el presupuesto y cubierto las espaldas de los barones exonerados y protegidos del narcotráfico cómplice del poder surgido de Atlacomulco.
Pero la verdad es más grande que una catedral: el maridaje entre ultraliberalismo y militarismo produce una nata espesa de corrupción inmune que ha dado al traste con todos los gritos de libertad y equidad en el área latinoamericana, conocida con el remoquete de traspatio norteamericano. Eso se acabó.
Posiblemente haya sido la primera llamada, el primer anuncio en serio de que donde se asienta el poder popular, no cabe otro Estado que el reconocido por la Constitución y sus leyes. A cumplirlas, y a recortarse las uñas, a cancelar la era del plomo, la masacre y las torturas. Preparemos la patria digna para ser poblada por habitantes orgullosos.
Desde hace mucho tiempo usted y este escribidor concluimos que el gran abismo de la desigualdad estaba produciendo especies, clases o sectores sociales que aún no encuentran su destino, para los que no hay ideología ni discurso posible. La era de la post miseria ya está aquí, anunciada por la inequidad. Y no nos dábamos cuenta.
La insólita miseria, provocada por la distribución inequitativa de los ingresos. La irreductible realidad que sólo produce uno por ciento de privilegiados mexicanos y un puñado de mercachifles, frente a una inmensa masa de desheredados que buscan su lugar en el mundo, es nuestro mejor espejo. No sobra tiempo para atacarla de raíz.
Si el capital de los privilegiados y abusivos del poder continúa reproduciéndose sobre la base de la represión, la intolerancia y la muerte, estará arrojando, en idéntica contraparte, una masa de “mutantes” sociales cuya dimensión y conformación no puede alcanzarse a describir en pocas páginas.
Con un tétrico añadido: la gran masa de desarraigados tenderá a estar integrada por una población que unos años antes formó parte de las clases medias, hasta su casi extinción, con una capacidad de información que rebasa con mucho a la de la trinchera de enfrente. Es la ley del ultraliberalismo heredado.
Con resabios acumulados en procesos sociales seguramente reprimidos por los sucesivos establecimientos burocráticos y sus toletes y bayonetas y los poderes perturbadores desplazando talentos y brazos del proceso productivo. Un sistema sin capacidad de respuesta, insensible ante las demandas del cambio social urgente, inaplazable.
Una explosión social que quería tomar el camino de la violencia antes de rendirse a la desesperanza. La sociedad mexicana, polarizada por la existencia de una enorme mayoría que no tiene acceso al beneficio frente a una exquisita minoría de privilegiados que ganan en un solo día lo que cualquiera de aquellos, si tienen ingresos, no ganan en toda su vida. La tormenta perfecta.
La de los mexicanos, según el poeta José Gorostiza, es “una muerte sin fin”, que nunca se reconcilia con el prójimo ni con su destino. La muerte nunca nos abandona. Constantemente agasajamos a la muerte en la explosiva festividad de Todos Santos… … en los panteones, entre flores de cempasúchil y ofrendas de tepejilote, sahumerios de eróticos olores y risas, llantos y recuerdos de los idos. La muerte es más nuestra que la vida… cada vez más nuestra. Vivimos una vaciedad que por fin se atrevió a decir su nombre eligiendo otra manera de ser y de poder vivir, después de la decisión electoral.
Pero los agandalles de la pluma y de los medios no quieren que el mexicano resuelle, que experimente, que aprenda y se sostenga solo frente al mundo que no se detiene. Sólo el dinero es la consigna. Son capaces hasta de perpetrar la invasión salvaje antes que tocar un pétalo de su peculio, aunque en ello les vaya la vida.
La dictadura, el despotismo y el atrabiliario militarismo es el Parnaso que conocen. No quieren dar un salto hacia adelante aunque sea más promisorio que todos los anteriores. Son tan ignorantes y reacios al progreso como los patrones que les llenan las alforjas, aunque sea de prestadito.
No reconocen nada. Ni la era de la post miseria que toca afanosa a nuestras puertas, que está tomando el café en nuestra sala. No saben que también viene por ellos, si no se adecuan, si no se acondicionan a las nuevas realidades que nos tienen a todos como rehenes. Confinados todos en la misma miseria.
Tal vez los que están verdaderamente muertos para la sociedad y su historia sean ellos, no los que recordamos en estas festividades vernáculas.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La incertidumbre hizo presa de los inversionistas. Muchos comenzaron a cambiar sus capitales a una moneda que ellos consideran más fuerte: dólar y franco suizo, entre otras. La decisión política, y además muy pero muy personal, los pilló desprevenidos, aunque a fuer de ser sinceros, quienes le conocen bien ya lo veían venir. Pero la decisión está tomada. No hay reversa. Ángela Merkel confirmó que no se postulará a la elección para ocupar la Cancillería alemana en el 2021. Y el euro, la moneda comunitaria que está por llegar a su vigésimo aniversario, cayó a 1.13 por dólar, cuando apenas el viernes estaba en 1.14. ¡Una calamidad!
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