Los grupos de presión niegan la bancarrota, pero…
Francisco Rodríguez jueves 20, Sep 2018Índice político
Francisco Rodríguez
El incomparable Miguel León Portilla, una gloria nacional, relató el gran contraste que vivieron conquistadores y sometidos durante la conquista de la gran Tenochtitlán. Por un lado era el triunfo, por otro, la contemplación de la sarracina de un grupo de temerarios complicitados con traidores locales de toda estofa, cargados de todos los agravios.
Como todas, esta es una historia que se repite. Todavía hay quienes, vencidos, se niegan a aceptar la bancarrota provocada por un régimen corrupto y opresor y, en cambio, apuestan su resto a la derrota del que llega con merecimientos propios y justificados. Se niegan a ver la realidad y de paso defienden intereses inconfesables y antipopulares.
Los reaccionarios siempre son pesimistas. Van a contracorriente de la historia. Se aferran a los privilegios, creen que son indispensables y más aún, salvíficos. No se han dado cuenta que ha llegado la hora del cambio general. Que a ellos les llegó la hora. Se resisten, aunque se los digan en todos los idiomas, desde todos los centros y asientos del poder internacional.
El cambio es optimista. Las revoluciones sangrientas o pacíficas se hacen con la ilusión de transformar el estado de los acontecimientos, de zanjar las diferencias, de equiparar las condiciones de vida en todos los renglones. Sin optimismo, esto sería imposible, porque siempre hay manos negras en todos los procesos.
En las ciencias físicas el no ver lo que no se quiere y sólo ver lo que se desea se llama mecánica cuántica. En política esa visión corresponde a los intereses de los grupos que operan en la extralegalidad, los pomposamente llamados de presión, de interés o factores reales de poder. Es simple conservadurismo.
En la realidad política del sistema mexicano, los paniaguados de la pluma y del micrófono siempre caen en el error, si no garlito, de magnificar la fuerza real de los poderes fácticos. Se hablan enormidades sobre su necesidad y su influencia en el poder, cuando la verdad es muy distinta. Son los perros del rancho.
No debe sobrevalorarse su necesidad ni su influencia. En 200 años de presidencialismo hemos comprobado que casi todos los poderes de los medios impresos, radioeléctricos, televisivos, comerciales, agropecuarios e industriales son poderes creados a modo por el mismo dedo que los enaltece y los lleva al enriquecimiento, a la cumbre…y a la desgracia.
El poder financiero, el único que verdaderamente existe por encima de todos los demás, nunca ha estado en manos de mexicanos. Los peores de los hijos de esta tierra siempre han sido sus prestanombres, testaferros y palafreneros. Para su desgracia, el poder financiero no se mete en los problemas políticos de la aldea. Ellos sólo se llevan lo que pueden.
Todos los demás poderes locales son los que dependen de la represión y de la fuerza armada para subsistir. Se imponen, por un diseño constitucional desde la cima del poder público, la Presidencia y sus favoritos de ocasión. Lo demás, es lo de menos.
Desde la Presidencia de la República se crean los poderes subsidiarios, los de los entorchados, los representantes populares, los virreyes estatales, los escritores bien o mejor informados que los demás, los textoservidores y lorocutores de moda, los líderes de las organizaciones sociales, los partidos y los interlocutores funcionales del régimen.
El poder presidencial lo es todo en un sistema como el mexicano, que por cierto ya es una ave rara entre los latinoamericanos que han reducido o desaparecido los poderes metaconstitucionales de los presidentes antaño intocables. En todo el mundo sólo queda una docena de países con esta característica disfuncional. Los demás se fueron para no volver. Han sido sustituidos por congresos y por mecanismos horizontales de control y de opinión pública.
Así, nadie se imagina, excepto los que los defienden a ultranza porque les va en ello la permanencia, los poderes reales de grupos que siempre han sido favorecidos desde el poder presidencial. Es un contrasentido. Una verdadera aberración, producto de la ignorancia y de las fantasías de los empoderados de ocasión. Ni son tan fuertes, ni son indispensables.
Y no estamos hablando usted y yo desde la autocracia o con una visión totalitarista de las cosas. No. Se trata sólo de un acercamiento a nuestra realidad. ¿Qué hubiera sido históricamente de los grupos de poder mexicanos si hubieran sido abandonados por el poder político de las presidencias seudo republicanas? Jamás se hubiera sabido de ellos.
La terca realidad del sistema político mexicano supera muchas fantasías de la ciencia política. No le quedan esos parámetros. Los grupos de poder que existen allende nuestras fronteras son producto de la competitividad histórica por el mercado, de las invenciones científicas, de la evolución del mundo. Aquí no.
En México la única competencia que ha existido entre los poderosos y adinerados surgidos de la miseria ancestral del campo y las ciudades, es la competencia por el favor del dedo unipersonal que los protege. Mientras más cerca, mejor y más fortuna. Siempre y cuando no estén tan cerca que se quemen.
Siempre y cuando al mismo tiempo de que mamen, den de topes a la ubre. Es la fórmula mágica, el único misterio, la trinidad de los encantos de las clases doradas.¿ Sabrán esto sus paniaguados? ¿O se hacen como el Tío Lolo? Como nunca les ha interesado la vergüenza, a lo mejor sigue siendo igual.
Vale más que de una vez se enteren de que la gran mayoría del pueblo quiere el cambio. Pero el cambio de guardia. La renovación total de lo inútil, la cancelación de las traiciones. Quiere saber qué es lo diferente. Ser gobernada por leales a su causa, no por espantajos ni tigres de papel.
Cambio de guardia en los mastines privilegiados, en los que se creen parte de los estamentos superiores de la represión, cambio de régimen, de sistema, de formas, de gobierno y hasta de modo de andar. Que la clase popular llegue al poder, aunque sea doloroso. La otra forma es la revuelta armada.
Una nueva visión sobre el desarrollo regional equilibrado, sobre la distribución del ingreso, sobre el ejercicio republicano del poder, sobre los deberes esenciales del Estado, sobre la finalización de las dinastías, los cenáculos y las oficinas de pirrurris ignorantes y demasiado bien pagados.
No les basta con saber que la vida en México es ya lo más parecido a un circo bufo de rarezas políticas, de complicidades, de ambiciones y codicias sin freno. Los loros que defienden el establecimiento tienen gran parte de la culpa en esto.
Los delitos acompañan y sostienen una manera desquiciada de ejercer el poder. Somos ciento treinta millones de náufragos en un horizonte impredecible, que luchamos por la sobrevivencia, por la dignidad y por lo que queda de Patria.
Desafortunadamente para ellos, a los grupos de interés esto no les importa. Ellos quieren todo, rápido y en efectivo. Como si lo merecieran.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Con el afán de intentar minusvalorar al próximo gobierno federal, en redes sociales, particularmente en WhatsApp, circula una neo definición de Jean d’Ormesson, apodado Jean d’O, cuyo nombre completo era Jean Bruno Wladimir François-de-Paule Le Fèvre d’Ormesson: “La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas”. Esta definición del recientemente fallecido d’Ormesson —un hombre de derechas con creencias de izquierdas— ilustra bien una democracia corrupta en donde se venden y compran votos. Toda una espiral descendente en lugar de apenas un círculo vicioso de malos gobiernos, mala educación, ignorancia, corrupción, malas elecciones con compra de votos que dan como resultado peores gobiernos. El de EPN ha sido así. Ineptos en el poder —remember el “no entienden que no entienden” del británico Financial Times—, pero además enormemente corruptos, por lo que otra nueva definición, la de cleptocracia, es la que mejor les calza. De acuerdo a la Wikepedia, ésta proviene del griego clepto, ‘robo’; y cracia, ‘poder’ = dominio de los ladrones. “Es el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político y/o el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico.” Mejor definición para el fracasado gobierno de Enrique Peña Nieto no puede encontrarse. ¿O sí?
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