Ayotzinapa: a grandes males, grandes remedios. Hasta donde tope
Francisco Rodríguez lunes 28, May 2018Índice político
Francisco Rodríguez
A falta de programa e ideas para gobernar, desde que Miguel de la Madrid fue presidente hasta ahora con Peña Nieto, México cayó en manos de bandas de asaltantes políticos, rateros, asesinos e ignorantes cebados de sangre y de dinero. Los presidentitos de los últimos 36 años han sido producto del poder de los grupos empresariales, de Televisa y, claro, del teleprompter. Coyotes y bandoleros, una mala copia de lo peor de nosotros mismos.
Los pobres y miserables han sido tratados como parias; los absurdamente ricos, como sultanes; los coyotes, como mandarines; los recursos naturales, como moneda de cambio y de legitimidades vacuas; la justicia, como concesión a los poderosos; la incondicionalidad, cómo escudo y pasaporte. Las fuerzas armadas, para reprimir a mansalva.
La política exterior ha sido sólo un recurso a modo de serviles, entreguistas y agachados. Un país despedazado a base de bajos instintos, destrucción metódica, subastas de riquezas públicas, frivolidades y crímenes de la peor ralea, es hoy el ejemplo de las dictaduras salvajes, inmunes y blindadas ante cualquier consecuencia.
Todos se han dedicado a robar. Para eso quisieron el poder y la impunidad. Nada de lo demás les interesó. Llegaron para levantar el santo y las limosnas, en medio de ríos de sangre y de molicie. Hoy se reclama la justicia internacional para remediar los males. En buena hora.
Deben de ser juzgados por delitos de lesa humanidad todos los que nos han traicionado y vendido al peor postor. Los asesinos de lesa humanidad deben desfilar en el banquillo de los acusados. Pasarán lista Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, con todos sus acompañantes. Todos los que convirtieron al Ejército en un grupo de ejecución de adversarios, manifestantes, luchadores sociales e inconformes.
Ya era tiempo que se mencionara que. para los macabros oficiantes de los peores delitos cometidos en México, deba intervenir la Organización de las Naciones Unidas, como corresponde a un país demolido y desesperado, igual que en su momento lo fueron las naciones balcánicas. Aquí estamos peor que albanos y kosovares.
Que se juzguen con rigor los acontecimientos de Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingán, Reynosa, Atenco y similares, que forman el rosario de Amozoc de la patria convulsionada. Que pasen a la báscula los responsables de la masacre que ejercieron desde las entorchadas fuerzas públicas y armas de la Nación.
Ya era tiempo. Basta de “verdades históricas”, de cansados, de cómplices y prestidigitadores de la verdad desde los medios de comunicación comprometidos y pagados a precio de oro con el presupuesto de todos los mexicanos. Basta de hipocresías y de falsos remedios y trapitos caseros que sólo sirvieron para descomponer aún más el ambiente público.
La represión bestial, la tortura infame, la ejecución forzosa, la desaparición de los inocentes, el desplazamiento de miles de familias, el asesinato de más de doscientos cincuenta mil infelices mexicanos debe pasar por el cedazo de la investigación a fondo y de la imposición de penas del tamaño de los agravios causados, de las esperanzas perdidas.
Y que empiece de una vez. Ojalá un sexenio reivindicador de los pobres y abandonados alcance para medirlos con la misma vara. Por lo pronto, el puntero de la elección presidencial ha prometido, ante los padres de las víctimas del trasiego en la montaña guerrerense que ése es el objetivo de la justicia en un gobierno democrático.
Es un hecho demasiado comprobado que la tortura, el despedazamiento humano de las víctimas, su ejecución y la desaparición de sus cadáveres no hubiera sido posible de no haberse tratado de una acción premeditada, alevosa y con todas las ventajas de la fuerza, si no hubiera provenido del Estado mexicano.
Y como los que llegaron al poder sólo para robar, auténticos sicarios del narcotráfico no miden tamaños ni consecuencias, la opinión pública no ha dudado en señalarlos como indiciados y culpables absolutos de esa masacre, que usted y este escribidor comentamos desde que se ejecutó, con lujo de detalles. Fue un acto vil, un delito de lesa humanidad, coincidimos.
El Ejército, el poder público guerrerense en todos sus niveles, los medios de comunicación impresos y radioeléctricos se inodaron en este episodio salvaje que marcó para siempre la baja estofa del régimen de Atlacomulco. En todo el mundo conocido se clamó justicia. Nadie vio ni oyó, como en los mejores tiempos del sistemita corrupto y asesino.
Y a grandes males, grandes remedios. Hasta donde tope. Los necios y sangrientos cacasenos no deben tener otro tratamiento. La seguridad nacional no debe verse más como pasto de promesas insulsas en debatitos de campaña. Hacía falta un compromiso puntual para detener a tiempo la sangría que nos devora y aniquila.
No es posible que toda la fuerza del Estado se esté ocupando para amancebarse con el crimen y la estulticia. Igual que se utiliza para auto concesionarse los bienes del Estado, los recursos de la Nación, se usa para poner un esparadrapo ante cualquier reclamo público. Las Fuerzas Armadas jamás han sido pensadas para ese propósito de mentecatos.
La seguridad nacional no debe comprometerse en ocurrencias de quienes sólo hablan porque tienen trompa. De quienes jamás podrán cumplir sus promesas porque pertenecen a la misma banda, porque son gusanos de la misma guayaba.
De quienes de antemano sabemos que están obligados con sus patrocinadores empresariales que desean que todo siga igual como hasta ahora. Llegó el momento de aplicar la ley a los intocables de siempre, a los que el mismo sistema ha procurado riqueza y prebendas sin límites, a espaldas de la población escarnecida y ajusticiada.
Matar para robar debe dejar de ser la consigna eterna de los poderosos, enaltecidos por los grupos empresariales, Televisa y el teleprompter. Parece que llegamos al límite de lo inmundo. Ojalá así sea. Al menos es lo que esperan más del sesenta por ciento de los electores de este país, que llegarán a las urnas dentro de treinta días para depositar su fe en un futuro promisorio.
Elegir un presidente, un Congreso y varios gobernadores que están convencidos de lo que se necesita, debe ser la consigna. Basta de mentiras, impunidades y atracos contra el pueblo. Debemos juzgar los crímenes efectivamente como delitos de lesa humanidad, sin recovecos ni adornos. Nuestros presidentes deben sentir el rigor de la justicia a secas.
Que los obstáculos del fuero amañado y las complicidades del aparato de justicia local no sea impedimento para llegar a las últimas consecuencias. Esto ha sido y sigue siendo demasiado grave, muy afrentoso. Indigno en grado sumo. La opinión pública internacional debe conocer los excelsos de estos descastados inmunes.
¡Toda la fuerza del derecho y la justicia a los cacasenos!¿No cree usted, estimado elector?
Índice Flamígero: Tal parece que el “relanzamiento” de la campaña del candidote Meade no fue para que alcanzara la Presidencia de la República, sino para que ocupe un escaño en el Senado de la República. Tiene semanas con una incomprensible cruzada en contra de Napoleón Gómez Urrutia y de Nestora Salgado, reforzada ésta última a partir de la semana anterior. Ambos personajes sí van por un espacio en la todavía mal llamada Cámara alta, sólo que con el cobijo de la coalición Juntos Haremos Historia de Andrés Manuel López Obrador. Lo peor es que sus ataques son calumniosos, pues tanto el líder minero como la luchadora social guerrerense cuentan con sendos documentos jurídicos que avalan su inocencia en los delitos que el priísta —que no era priísta— los acusa. Lástima que el tiempo para el registro de candidatos a senadores ya se agotó. + + + Otro clavo al ataúd del PRI: la orden de aprehensión de Karime Macías, ¿aún esposa? de Javier Duarte de Ochoa. Todo indica que cuenta con la protección federal —léase: de Enrique Peña NIeto—, por lo que un juez local veracruzano fue quien la giró. + + + ¿A qué juega el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz? Encabeza, por un lado, al grupo que intenta quedarse con los despojos del PRI, a partir del 2 de julio. Por el otro, en Oaxaca, “uno de los bastiones de AMLO y Morena —me escriben—, pese a la pasividad sospechosa que huele a complicidad de Salomón Jara, mandamás en Morena Oaxaca, Ulises Ruiz esta luchando por meter al partido que encabeza las preferencias electorales a sus ayudantes, eficaces sicarios contra el pueblo en 2006. Primero con Beatriz Rodríguez Casasnovas, intrascendente política de su invención, derrotada antes en las urnas. Ahora, con Jorge Franco Vargas —alias El Chucky, sobrenombre de muñeco diabólico. Morena es estatutariamente incluyente, pero la militancia repudia a Franco, como repudió a Rodríguez Casasnovas que fue un cometa que partió a los pocos días a otra galaxia. Los oaxaqueños no olvidan a sus verdugos, empezando por Ulises Ruin. Y a todos sus tamemes los sacará a patadas de morena. ¡Sueña Ulises Ruin con apoderarse del nuevo partido! Morena no es el PRI. y Ulises traiciona al PRI y a quien se le ponga enfrente. Para no ser carne de presidio.”
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