El PRIAN perdió el honor; luego, todo lo demás
Francisco Rodríguez martes 8, May 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Las normas sociales y éticas, los principios y valores en los que se asentaron las clases políticas mexicanas de varias épocas se perdieron. El sentido del honor ha pasado a formar parte de todo aquello que un sistema podrido desde los cimientos deja como legado execrable a las nuevas generaciones que luchen por el poder.
Para el sistema político mexicano perder el honor equivale a perder la dignidad, el decoro, la confiabilidad, el respeto, la honradez, la nobleza e integridad que caracterizan a los bien nacidos. Sin honor, casi no hay argumento para pedir la aceptación y obediencia de los gobernados. Una constante de repudio y rechazo popular asedia a los órganos electorales, fuerzas armadas, medios de comunicación, iglesias, cúpulas empresariales y todo lo que huela a complicidad gubernamental.
Cuando el ser humano pierde el honor, ha perdido todo.
A pesar de que el abogado Fauzi Hamdan se cansó de decirle a quien quisiera oírlo que se había gastado diez millones de dólares en la liberación del secuestradito Diego Fernández de Cevallos, todo mundo sabía que la acción distractora había sido inventada por Carlos Salinas de Gortari.
Y es que la dupla Diego-Salinas había caído en cuenta de que no tenían un gallo panista en la baraja para la sucesión de Felipe Calderón. Se acercaba el fin del sexenio y no querían dejar la ubre. Hasta que al Faraón de Santa Teresa se le ocurrió la idea de victimizar al propio Diego para meterlo otra vez al candelero político. Cosas más abominables se le habían ocurrido.
Quienes lo propusieron y quien lo aceptó, formaban parte del mismo jueguito de chíngame las quincenas, establecido desde años atrás para sangrar al pueblo. Exprimirlo hasta la indecencia. Ernesto Cordero no era panista y no le tenían confianza a Josefina Vázquez Mota, la otra precandidata.
Así es que manos a la obra, y faltando unos días para el destape del candidato panista, el infame Diego Fernández de Cevallos fue liberado a unas cuadras de su mansión en el Paseo de los Virreyes, y luego apareció en una montada rueda de prensa, muy salidor y perdonavidas, llamando a la concordia nacional. Una actitud inusitada para quien ha sido privado de su libertad.
Y el retintín de Fauzi Hamdan, el abogado preferido por Diego para los trafiques judiciales de devolución de impuestos, pasó a formar parte del anecdotario lúgubre de las traiciones populares. La candidata tuvo que ser la Vázquez Mota, a contrapelo de Calderón, pero con la bendición de Salinas de Gortari.
Tenía años que el sistema priísta había perdido el honor. En sus estructuras fundamentales de dominación, los conceptos de la estima, la respetabilidad, la integridad, lealtad, proporción y disciplina ideológica, ya ni eran ni conocidos por los empoderados, a base de violencia, odio y rapiña.
El nuevo sistema panpriísta —creado por Salinas para que el PAN reconociera su Presidencia espuria— se arrellanó en la infausta silla presidencial. El becerro de oro se convirtió en el símbolo de la política. En el bochornoso monumento a la impunidad e inmunidad que caracteriza a un sistema que dejó de considerarse estado de derecho, y que ocupa los últimos lugares de empleo, productividad, competitividad y justicia.
Las instituciones, antaño cacareadas por los beneficiarios, pasaron a formar parte de un elenco de simulación y desdoro que dio la vuelta al mundo civilizado. La complicidad con la delincuencia organizada se convirtió en el sinónimo del poder. La horca y el cuchillo, la desaparición forzada, el secuestro, la tortura y el destace de ciudadanos, la nota principal de la vida en sociedad.
La Iglesia católica en manos de pederastas. Pontífices locales víctimas de su propio maltrato infantil vengaron sus frustraciones en contra de la niñez desvalida. Una lluvia de zarandajas inmisericordes dirigidas para obnubilar la conciencia del pueblo se desató a merced del dinero presupuestario y la complicidad con el poder.
El Ejército se volvió protector de caravana de narcotraficantes por los caminos de México. Sus comandantes supremos, entorchados de Sotelo y jefes de plazas regionales vendidas a los peores postores, engolosinados con el dinero fácil hicieron de nuestra tierra un territorio de caciques armados hasta los dientes, controlados por los capos.
Líderes obreros y campesinos alejados de las bases y cercanos a la contratación y al outsourcing hicieron su agosto. Se derrumbaron las dirigencias auténticas y se erigieron las necesarias para mantener los sistemas de vida de mandarines y mandamases. Todo estaba presidido por la corrupción galopante e irrefrenable. La hacienda, la diplomacia, los partidos políticos, los medios de comunicación, la agricultura empobrecida, la industria languideciente.
Los árbitros electorales, institutos, organismos, tribunales y fiscalías, apresadas por la corrupción generalizada. Incapaces de generar legitimidad y confianza pública. La Suprema Corte de Justicia, infestada de recomendados ministeriales en búsqueda del moche y la transa ilegal.
Televisa, la encargada de empoderar a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto, no sólo fue el ministerio de información de esos regímenes, sino la principal enemiga de su propia estabilidad. Desfondó su programación en función de la ambición política y acabó quebrada hasta sus cimientos, sin gota de credibilidad.
Los dirigentes empresariales más connotados ya no fueron los inversionistas nacionalistas y leales a la producción de empleos, sino los escogidos de las concesiones del sistema. Se hicieron demencialmente ricos, inaceptablemente poderosos, soberbios e intolerantes con todo lo que no sonara a metálico.
Formaron una cúpula de diez familias de notables, sobornadas por el éxito de un sistema injusto y represor. Nos hicieron creer que ellos producían los empleos, cuando esta competencia sólo correspondía a las pequeñas y medianas empresas, desprestigiadas por sus medios de comunicación. Asustados, los favoritos del empresariado llaman abiertamente al delito electoral masivo de la compra de credenciales de elector para detener el auge popular del puntero indiscutible.
Las últimas estadísticas señalan una votación superior al cincuenta por ciento de mexicanos en favor de Andrés Manuel López Obrador y la mayoría absoluta para Morena en las cámaras de Diputados y Senadores. Los quince senadores priístas podrán conspirar dentro de una Suburban y los pocos diputados en cualquier salón de escuela patito. El otrora partido hegemónico ha sido reducido a su mínima expresión.
Pero el PRI no desaparecerá. Desafortunadamente está en el ADN de la formación tradicional de los políticos. Habrá de resurgir de sus cenizas a partir de los jóvenes diputados locales y ediles que queden en las regiones, nunca de la mano de los ponzoñosos que le dieron muerte. En búsqueda de su liderazgo, el Faraón de Santa Teresa y Chalco sufrirá el desdén terminal de la militancia auténtica.
Los priístas de la rapiña desenfrenada han parido verdaderas desgracias sociales: tenemos que tragarnos hasta a un líder petrolero, de alguna manera hay que llamarle, Carlos Romero Deschamps, que se indigna al ver la corrupción que desató en Pemex, y ahora ordena al pringado Meade que limpie esa casa, en Poza Rica, una población arrasada por la codicia de quien fuera chofer de La Quina.
La indignidad de los propietarios de los medios pronto se reflejó en sus amanuenses, comprados por los mismos que procuraban las concesiones. Se crearon monstruitos de todos tamaños, periodistas según ellos, del que posiblemente el más representativo sea el sicario de la pluma, Ricardo Alemán, hoy apologista del magnicidio. Un alacrán peligroso y voraz.
Los sicarios del periodismo son los que invocan a la violencia infame: ésa que ha provocado once muertos mensuales de candidatos en busca del voto popular. Es una actitud troglodita, formada en la más rastacuera versión del chayote y del embute. Estando bien sus bolsillos, que venga el diluvio.
Es la misma que anima a los gerifaltes panistas a negar los espacios públicos de sus territorios para que los candidatos de oposición realicen actos de respaldo a sus proyectos. A falta de respeto, represión. Es la misma que hace horrorizarse al represor policíaco Genaro García Luna echando la culpa del narco a las pésimas administraciones, mientras él jefatura las finanzas de la dama del rebozo mordido. ¡Qué bonita familia!
Lo dicho: el honor se perdió, antes de perder todo lo demás. ¡Enhorabuena!
El primero de julio perderán hasta la risa y el caminadito.
Índice Flamígero: Ayer, en los desayunaderos de la grilla se corrían apuestas en torno al desplegado de ¡cuatro páginas! que los cupuleros de la llamada iniciativa privada publicaron en prácticamente todos los diarios de la CDMX. ¡Hasta en los que no circulan más de mil ejemplares! Había quien decía que los empresarios habían pagado tales publicaciones de sus propios peculios. Pero fuimos más los que apostamos que el dinero para tal efecto había salido de Los Pinos. Es decir, del dinero de los contribuyentes. Y es que su costumbre es que tooodo se los subsidie “el gobierno”. O sea, nosotros. + + + Escribe don Miguel Ramírez, desde Torreón, Coahuila: “Nada positivo se puede obtener de las colaboraciones periodísticas de Ricardo Alemán. Están cargadas de odio, vileza, ruindad y falsedad. Permanentemente, este periodista ha prestado sus servicios a lo peor de México. El fin de semana pasado cometió un gran error al alentar la violencia extrema en contra de Andrés Manuel López Obrador. Como consecuencia de ello, dos de las empresas que lo tenían contratado lo despidieron. La cerrazón y conveniencia de Alemán le permitieron decir que esto había sido causado por la intervención de gente de Morena. No es de dudarse que algunos otros sitios hagan lo mismo que Televisa y Canal Once. Así que, ¡hasta la vista, textoservidor!” + + + Fuentes cercanas a las negociaciones del TLCAN sugirieron ayer que hay una sensación creciente de incertidumbre y pesimismo en esta nueva ronda debido al estancamiento en los asuntos más críticos. Si en esta semana no se llega a acuerdos, lo más probable es que no sea este 2018 cuando se apruebe el tratado comercial entre los tres gobiernos de la región.
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