El sistema electoral, fraudulento, y en manos de tramposos
Francisco Rodríguez miércoles 17, Ene 2018Índice político
Francisco Rodríguez
El sistema electoral mexicano está diseñado para que triunfe siempre el partido en el poder. Las reformas de fondo que se le han hecho han surgido del voto en las cámaras de la mayoría priísta, aún las más atrevidas. Pero todas tienen, como aconsejaban los expertos juristas de antaño, in cauda venenum, el veneno en la cola.
Esas debidas vaguedades que cimentan el piso firme del fraude simulado. Siempre y cuando los que operan el aparato sean duchos, sepan leerlo siquiera. No es el caso. A pesar de que todo el aparato gubernamental y los tres poderes de la Unión se coaliguen inconstitucionalmente, a pesar de que los tres niveles de gobierno estén confabulados en el empeño, siempre triunfa el cisne negro, el factor humano indispensable para activarlo y para coronarlo con perfección, con una maestría que no deje lugar a duda.
El aparato judicial, desde los niveles de interpelación en la Fiscalía especializada, hasta las máximas alturas del Tribunal Electoral del Poder Judicial, la mayor instancia, están ocupados por favoritos e incondicionales del régimen: es su razón de ser. Ahora están sentados los recomendados de cualquier chilicuatre, así de llame Humberto Castillejos Cervantes, un pseudoabogado que jamás ha demostrado luces jurídicas.
Este sujeto, uno de los grandes males del régimen, también está presente a través de sus ahijados en todos los sitiales de todos los tribunales federales, incluyendo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y aún en los de los tribunales supuestamente de justicia administrativa o fiscal. Es el imprescindible.
El aparato administrativo, ya ni se diga, se da por descontado. Las instancias locales del INE en los estados llegan a sentarse al sillón por designación o visto bueno del jerarca de la circunscripción, llámese gobernador o cacique político. Las Oples son realmente insustanciales, no tienen ni razón de existir. Se manejan desde el centro.
El Instituto Nacional Electoral es de risa. Aunque formado mayoritariamente por los llamados “consejeros ciudadanos”, todos sabemos cómo mastica la iguana. El mayor ejemplo son las decisiones tomadas a troche y moche y, últimamente, la laxitud alcahueta con la que están aprobando las firmas de los “independientes” o el uso de monederos electrónicos para la compra del voto, todo un hoyo negro.
El aparato legislativo del sistema, sin duda tiene los dados cargados. El discrecional manejo del presupuesto que operan en las tinieblas los llamados pastores parlamentarios del priísmo deja fuera de toda sospecha la inclinación y el favoritismo que operarán cuando llegue el momento, ni antes, ni después.
Esta es la normalidad democrática, la imparcialidad, objetividad y sensatez que se proclama no existen. Claro, se necesita la conducción de los expertos mapaches del régimen para jugar el jueguito. Cuando no es así, pues ni modo: ¡tómala Barragán! Todo sistema funciona, hasta que deja de funcionar, según todas las reglas de lógica elemental.
Los actuales expertos del sistema han demostrado hasta la saciedad su inutilidad para llevarlo a la práctica siquiera con un dejo de legalidad artificial. Se trata de villanos, y lo que se necesita son expertos, manos de seda en guantes de metate.
Peña Nieto y Luis Videgaray, son principiantes. Sus decisiones, como la formación que les antecede, son burdas, inoperantes, como se ha visto a lo largo del llamado sexenio. Basta que avoquen al triunfo, para perder todo. Ya para que mencionamos al telonero Ochoa Reza, es por demás.
Dígase lo que se diga en los medios de comunicación impresos y radioeléctricos, que están comprados hasta los huaraches, las campañas de difamación y el estercolero mayor que han armado para denostar a los candidatos de oposición, con la obvia intención de provocar una abstención mayúscula que les deje el margen para acomodar las cifras finales, siempre habrá un invitado incómodo.
El daño estructural infligido al priísmo por los próceres de petate no sólo ha consistido en abanderar un candidato blandengue y repulsivo que no pertenece y jamás ha pertenecido por antecedentes familiares, ocupación actual y ramas colaterales a las filas de los bravos tricolores. El insulto de empoderar a un calderonista enfurecido ha sido un insulto imperdonable por las bases de lo que resta en el otrora partidazo.
Los gags de ocurrencias y los gafes intragables que parece que han sido recogidos de discursos de Peña Nieto, así como el círculo íntimo de operadores y cuadros partidistas que no saben de la misa la mitad, su escasa capacidad de convocatoria a mítines arreglados es ridícula. No alcanza para nada.
Las equivocaciones han sido de espanto para cualquier priísta con dos dedos de frente. Las bases tricolores se han dado cuenta de que no tienen ni partido, ni candidato ganador. La apuesta es hacia la chica, como en cualquier combate de hipódromo. Las insignias no dicen absolutamente nada medianamente digerible.
En medio de este panorama, en el cual ni los tres poderes tienen jerarquía impositiva, los priístas están empezando a digerir una realidad de a kilo, que los sobrepasa y estremece: el partido en el poder, desde hace décadas, no tiene el voto sino de menos de la quinta parte del electorado que acude a las urnas el día de la elección.
Tiene veinte años, por lo menos, que el voto fuerte del partido tricolor no pasa de los nueve millones de fanáticos electorales. La prueba la puso Francisco Labastida en el año 2000. Y siempre han creído que con eso pueden ganar. Toda una leyenda urbana, agraria y continental que ya debería formar parte de su Programa de Acción.
Del 60% del voto posible, si Pitágoras no se equivocaba, el PRI tiene 9 millones de los 54 millones posibles. No hay más. Independientemente de que en esta ocasión se agregará el voto de los jóvenes millennials sin expectativas y colmados hasta la saciedad política de un sistema que ya no sirve para nada.
Nueve millones es el techo electoral histórico del PRI. Quien diga lo contrario, vive en otro planeta. O sea, que quedan 45 millones disponibles para los partidos de oposición. Pero no nos engañemos. De ésos, según los cálculos más conservadores de cualquier analista recién llegado, los candidatos independientes arrancarán 14 puntos porcentuales.
O sea, la cantidad de siete millones y medio de votos, captados entre panistas enloquecidos y broncos desinformados. Fue la aportación del nuevo sistema electoral. Una burla completa, con un cebo irresoluto. Si, como todo está planeado, los independientes habilitados por el régimen y por el INE, hacen la truculencia de declinar antes de la elección en favor de Meade Kuribreña.
Es otra de las grandes estafas maestras. La que falta, para que con el apoyo de las armas del gorilato y la represión autorizada de antemano por la dichosa Ley de Seguridad Interior, se consume el fraude mayúsculo, ése del que va a ser imposible levantarse. La democracia mexicana está sentenciada a tragarse esa rueda de molino.
De nada va a servir que Morena y el Frente alcancen las cantidades requeridas del padrón. Sólo sobrarían 37 millones de votos que, repartidos entre los dos, los inutilizaría frente a la treta del PRI-Verde-Panal-independientes. Estarían en desventaja. Ganarían los oficiales por unos cuantos cientos de miles, indispensables para el fraude.
Así está el abarrote. Sólo queda saber qué camino tomará el invitado incómodo a la justa. El pueblo, que decida con valor acudir a las urnas y rebasar el porcentaje de participación del 60% electoral, y destierre toda esta inmundicia, a base de coraje y voluntad. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se retiraron en secreto 240 mil 518 millones de pesos del patrimonio nacional invertido en Pemex y CFE, situación que contribuyó a descapitalizar a las dos empresas productivas del Estado, cuya falta de liquidez representa un enorme peligro para la estabilidad de la economía mexicana. Estos retiros al patrimonio nacional se realizaron de 2013 a 2015 mediante diversas solicitudes emitidas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, firmadas por el subsecretario de Ingresos Miguel Messmacher, en las cuales se solicita a los directores de Pemex y CFE realizar los pagos correspondientes por concepto de “Aprovechamientos”. Por medio de ellos, el gobierno federal obtuvo ingresos extraordinarios que pasaban desapercibidos en el paquete económico que el Ejecutivo entrega cada año al Congreso al ser etiquetados en el rubro de “Otros”, sin mayor especificación. ¿Dónde están esos 240 mil 518 millones de pesos que sacaron de las arcas de la CFE y Pemex, lo que provoca que las empresas dizque productivas del Estado estén en números rojos y usted pague cada vez más por sus servicios y productos? Serán utilizados para la campaña de Meade y para consumar el fraude electoral? Hay quienes dicen que, para esos fines tienen dispuestos ¡400 mil millones de pesos! Ya le daré más detalles. + + + La soez Xóchitl Gálvez, quien presume de honestidad, ha sido evidenciada en un acto de corrupción que afecta a las familias vecinas y visitantes de la zona hotelera de Campos Elíseos, en Polanco. Se ha hecho de la vista gorda ante la construcción de un gigantesco antro en el predio marcado con el número 269. En el lugar donde se construye el antro, había una casa habitación que posteriormente se convirtió en restaurante. Sin embargo, a finales del año pasado se demolió sin que se pudiera constatar si tenía o no el permiso de demolición correspondiente. De acuerdo con los hechos investigados, los empresarios blanden una solicitud de certificado de uso de suelo apócrifo de 1991 y han manifestado que cuentan con el derecho para 600 metros de centro nocturno, pero eso es una mentira. Están haciendo una construcción que incumple con todas las normas, pues nunca han tenido una licencia, ni para antro y mucho menos para 600 metros. Existen violaciones al reglamento de construcción en cuanto a la altura y los entrepisos que rebasan el reglamento, ya que los niveles están excedidos. De igual manera han mostrado otros documentos de 2005 o 2008, igualmente apócrifos, con la licencia para un restaurante con venta de bebidas alcohólicas por 300 metros. Además de un permiso de usos de suelo “balín” por 292 metros para igualmente un restaurante con venta de bebidas alcohólicas. ¿Qué pasa con esa honestidad tan presumida, Gálvez? + + + El precandidato Meade debe atreverse: más allá de la plena integración del sistema anticorrupción que demanda, debe señalar de una vez a los corruptos. Él los conoce. Ha trabajado con ellos. ¿O es cómplice?
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