El despertar del lobo
Ramón Zurita Sahagún martes 16, Ene 2018De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Despertar al amodorrado precandidato presidencial priísta, José Antonio Meade Kuribreña, es todo un reto, por lo que sus estrategas eligieron el método más común, meterlo a provocar la guerra sucia.
No es su estilo, ni siquiera se ve en su elemento o que le sea fácil aventar lodo, pero ya le entró y ahora tendrá que aguantarse.
El que se lleva, se aguanta, reza el viejo adagio y el precandidato del PRI, que no es priísta muestra desesperación, ante su escaso crecimiento y poca respuesta obtenida en su primer mes de precampaña.
Ahora usa los consejos de sus estrategas y se lanza en contra del candidato puntero y del segundo lugar, evidenciado que se encuentra en la cola de las posibilidades de los actuales prospectos presidenciales.
Se mofa de los otros dos precandidatos, al de Morena lo llama López, como le dictó su coach, Enrique Ochoa Reza, y al panista lo ubica como un estupendo guía de turistas, por sus conocimientos de los idiomas inglés y francés.
Del tabasqueño dice que es un “nini”, del que se desconoce dónde trabaja desde hace años, olvidando que fue dirigente nacional de su partido (Morena) y que tenía un salario por tales funciones, cargo que también desempeñaba su otro competidor, Ricardo Anaya Cortés, al que no cataloga como “nini”.
Meade Kuribreña se mete al callejón de los golpes, sin que muestre que vaya a ser resistente en ese terreno y si se encuentra capacitado para soportar un golpeteo similar, con ponchadores y fajadores.
Y es que la estrategia adoptada por los priístas no convence a nadie. Ochoa Reza y ahora Meade Kuribreña se refieren al candidato de Morena, con un tono despectivo de López, como si el privarlo del apellido materno fuese el recurso para modificar el sentir de los votantes o de aquellos que lo conocen y mientan como López Obrador, Andrés Manuel o hasta AMLO.
Valdría la pena si el precandidato priísta y el dirigente tricolor (si viviesen en el pasado) o los padres de ambos o los entonces dirigentes nacionales del tricolor, se atrevieran a llamar López a José López Portillo o Adolfo López Mateos, que fueron candidatos presidenciales de ese partido y después presidentes de la República o incluso, si se referirían al actual presidente como Peña.
Ese irrespeto que muestran ambos es parte de la soberbia con que actúan y de la que, supuestamente, se encontraba fuera el precandidato presidencial del tricolor, al que insisten en llamar Pepe Meade, sin que tampoco prenda ente la clientela electoral.
Por lo pronto, los priístas ya despertaron a los lobos y la reacción no se hará esperar, aunque no se sabe si prenda el tono despectivo usado contra el candidato de Morena, que ya ha causado molestia entre todos aquellos personajes que llevan ese apellido y que suman millones en todo el país.
Y es que, hasta el momento, López Obrador parece imparable y muestra la impotencia de sus competidores, ya que tanto Meade Kuribreña como Anaya Cortés, no encuentran un método para frenarlo.
AMLO es el enemigo a vencer y contra viento y marea se sostiene en la punta de todas las encuestas, sondeos y hasta percepciones sobre el futuro de los comicios presidenciales.
El precandidato de la alianza que encabeza el PRI se muestra sumamente desencanchado, como para aguantar una precampaña a la que le falta un mes y hasta su mensaje navideño sigue siendo el spot que se divulga como parte de la propaganda del trío de partidos que forman su alianza y donde el Verde y Nueva Alianza poco aportan para su crecimiento.
Ricardo Anaya Cortés se volvió casi invisible, después de un inicio formidable como candidato del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano, dejando que sea el movimiento naranja lo más novedoso de su precampaña.
Anaya Cortés se retrajo y su productividad se estancó, sin que su presencia en territorio nacional impacte en la percepción de los ciudadanos.
La mala estrategia diseñada alrededor de Meade Kuribreña provoca que continúen los rumores sobre un posible relevo del candidato de la alianza conformada por PRI, PANAL y PVEM.
Es cierto que esos rumores se han difundido una y otra vez sobre algunos de los candidatos que parecen no prender en el ánimo de los ciudadanos, pero ninguno se hizo realidad en los tiempos recientes.
LA INCÓGNITA PERREDISTA
Nadie sabe, nadie supo sobre la encuesta que se levantó para conocer el nombre de quien encabezará los colores del PRD, PAN y MC en la Ciudad de México.
Todo indicaba que sería Alejandra Barrales Magdaleno la favorecida, pero al parecer las cosas se entramparon y muestran el crecimiento de Salomón Chertorivsky Woldenberg en el sentir de los perredistas, aunque será finalmente el gran elector, Miguel Ángel Mancera Espinosa, el que decida con quién va.
Lo de las encuestas es similar a las muchas que usan los partidos políticos para impresionar. Pero que no influyen finalmente en la decisión que adoptan.
Algo que quedó de manifiesto desde la semana pasada es la participación que tiene Héctor Serrano sobre la operación interna, quien inició respaldando la nominación de Barrales Magdaleno y ahora asoma como apoyador de Salomón.
El tercer aspirante, Armando Ahued, está resignado simplemente a su participación en este intento de democratización de un partido en el que como el gran elector del PRD, ni siquiera milita en él.
Lo que sí es un hecho es que se respetará la fecha en que se conocerá el nombre del aspirante a jefe de gobierno de la CDMX de esta trilogía de partidos.