Los últimos reductos
Ramón Zurita Sahagún lunes 30, Oct 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los priístas triunfaron en los comicios en el Estado de México y en Coahuila (se encuentra al final de las impugnaciones), dos de los últimos reductos que mantienen en su poder, sin que los electores conozcan otro partido ajeno a ellos.
Sin embargo, cada día son menos las entidades del país donde son fuertes y en los que los partidos opositores no han podido mostrar si son diferentes o no sus gobiernos a los del PRI.
En el Estado de México, ya asumió el nuevo gobierno priísta, encabezado por Alfredo del Mazo Maza y los ciudadanos de la entidad ya empiezan a conocer cómo es su administración, pero en Coahuila se encuentra a la espera se defina si se reconoce el triunfo del tricolor o si proceden las impugnaciones sobre el rebase de los topes de campaña.
Los tiempos de análisis y definiciones de las autoridades locales son amplios, tantos como la elección y toma de posesión de la mayoría de los nuevos gobernantes.
Hay estados en los que se realizan los comicios a mitad del año y se toma posesión hasta el término del primer trimestre del año siguiente.
Jalisco y Puebla son dos de ellos. En el primero el nuevo gobernante asumirá en marzo y los comicios para elegirlo serán el primer día de julio del año próximo. Para el segundo también el primero de julio se definirá al sucesor del actual gobernante y la toma de posesión será en febrero del 2019.
En Coahuila no es tanto el tiempo, aunque los comicios fueron en junio y la toma de posesión en diciembre.
De confirmarse el triunfo de Miguel Riquelme, por una poca diferencia, el estado seguirá siendo gobernado por priístas, aunque saben los militantes de ese partido que los tiempos se les acortan.
Desde hace algún tiempo se viene incubando la presencia de los partidos opositores, desde aquel reclamo al entonces candidato presidencial priísta, Carlos Salinas de Gortari, que fue recibido con un gran rechazo en la zona lagunera durante la campaña de 1988.
Desde entonces las dos principales alcaldías del estado, Torreón y la capital, Saltillo, han sabido de la alternancia, gobernado priístas y panistas por diversas ocasiones.
Otras poblaciones importantes como Monclova, Ciudad Acuña y Piedras Negras, también conocen de gobiernos ajenos al priísmo.
Sin embargo, el estado se ha mantenido inalterablemente priísta, como Campeche y Colima.
Los electores coahuilenses estaban conformes con ello, hasta la llegada de los hermanos Moreira Valdez, Humberto, primero y Rubén, después.
El triunfo de Humberto fue contundente y le valió que a los cinco años dejara la administración para ser promovido a presidente nacional del PRI, pero al poco de dejar el gobierno se supo del saqueo en su gobierno, las pesadas cuentas financieras dejadas, pero ya había triunfado en las urnas su hermano Rubén.
Después que salió vergonzosamente de la dirigencia partidista, Humberto fue acusado de una serie de delitos que se han diluido un poco, pero de los que varios de sus colaboradores son procesados.
Para entonces, el alejamiento de su hermano mayor era una realidad, pero no por haberles dejado un estado endeudado, sino por problemas familiares, vinculados al asesinato del hijo mayor de Humberto.
La frialdad de las relaciones le dieron un respiro a Rubén, donde su hermano pretendía incrustarse, no consiguiéndolo, pero el distanciamiento se hizo tan grande que Humberto quiso meterse como cuña en las decisiones de Rubén sobre el candidato a gobernador.
Humberto pretendió nuevamente la alcaldía de Saltillo y después una diputación local, no alcanzó ninguna de las dos.
A Rubén se le dificultó el triunfo de su candidato, Miguel Riquelme (alcalde con licencia de Torreón), aunque, aparentemente, asumirá como gobernante en diciembre próximo.
Sin embargo, para los comicios federales de julio próximo, las cosas no parecen serle fáciles al priísmo en esa entidad.
El mal gobierno de los hermanos Moreira puso al priísmo de espaldas a la pared ante los electores que cada día ven con mayor recelo la actuación de esos dos hermanos que fueron considerados como populares y que los electores votaron masivamente por ellos. Y es que la crisis financiera de la entidad da muestras del desaseo de ellos como políticos, además de una serie de señalamientos que se le hacen por supuesto enriquecimiento de ambos.
Los dos son maestros y siempre se consideró que el políticos de ellos era Rubén, el mayor de los hermanos, aunque Humberto tenía mejores relaciones, especialmente con el magisterio que encabezaba, en aquel entonces, Elba Esther Gordillo.
Enrique Martínez y Martínez, el entonces gobernador, no quería dejarlo pasar como candidato a gobernador y lo hizo abanderado a la alcaldía de Saltillo contra su voluntad.
La popularidad de Humberto y su simpatía le generaban seguidores, era populachero, bailaba, cantaba, era el tipo simpático que dialogaba con todos y en ello basó su triunfo.
Su gobierno fue de claroscuros, decenas de muertos, unos por derrumbe en una mina, otros por derrames de gasolina en carreteras, otros más por violencia e inseguridad.
Con todo y ello hizo obra, aunque no se sabía de la magnitud de los desvíos de los adeudos dejados, hasta que estalló el escándalo.
En el gobierno de su hermano Rubén, la violencia tocó a la familia y el hijo mayor de Humberto fue asesinado, en condiciones nada claras y vino el distanciamiento entre hermanos.
La situación de los Moreira los relega de las actividades políticas, aunque los dos quieran seguir participando. Humberto está fuera del PRI y Rubén será difícil que obtenga un nuevo encargo.