Insensato separatismo
Alberto Vieyra G. jueves 26, Oct 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Después de la Revolución Mexicana, cuando el país quedó en ruinas, Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta, Benjamín Hill y Álvaro Obregón Salido, conformarían el llamado Grupo Sonora, la oligarquía gobernante más sanguinaria que tuvo la República en el siglo pasado.
Los del Grupo Sonora fueron los primeros tecnócratas mexicanos que estudiaron en escuelas pochas en Estados Unidos. Se sentían que estaban hechos en oro y bordados a mano. Esa ponzoñosa oligarquía dio muerte a 8 mil 200 compatriotas, comenzando por Pancho Villa, el presidente Venustiano Carranza y Francisco Serrano, compadre de Álvaro Obregón, entre otros. El Grupo Sonora limpió por la vía de la bala y las pistolas el camino rumbo a la silla presidencial y gobernaron entre 1920 y 1934.
Fue el Grupo Sonora el que acuñó la infame tesis de que los mexicanos del centro y sur del país, éramos la indiada de México. Desde entonces, se creó un marcado odio, y los norteños que, dicho sea de paso, poseen niveles culturales más elevados, sobre todo en Chihuahua, pintaron su raya del ponzoñoso centralismo gobiernista.
Se llegó al extremo de que, en algunas ciudades fronterizas, se veían letreros con la siguiente consigna: “¡Haz patria, mata un chilango!”.
En la mayoría de los casos, esas expresiones corrían a cargo de miembros de la derecha panista, que históricamente han pugnado porque México sea un protectorado o colonia de algún imperio, ya sea europeo o gringo. ¿O qué no fueron los conservadores panistas, los que, en 1863 fueron a pedirle a Napo tercero de los franceses que mandara un príncipe, porque México era ingobernable? Obediente el Napo, apodado “El pequeño”, nos mandó a Maximiliano de Habsburgo, pero se toparon con Benito Juárez y con que Estados Unidos no permitió ese protectorado francés.
Seguramente, es ese rancio conservadurismo el que hoy pugna por una separación de México de todos los estados norteños, en lo que a todas luces es un embuste, pues se trata de que se separen, primero de México, para que después sean tutelados por Estados Unidos, como ocurrió con Texas en 1845.
Recuérdese que es en los estados norteños en los que abunda agua en el subsuelo, pero, sobre todo, gas natural en la llamada Cuenca de Burgos, que corre desde Sinaloa hasta Tamaulipas, y la bestia del capitalismo salvaje quiere tenerla.
Mire usted, lo burdo que son esos perversos e insensatos separatistas, pues a la nueva nación la quieren nombrar República de México del Norte. Argumentan que ya están hartos del centralismo político mexicano, pero repito, se trata de un embuste para anexar el norte de México a los Estados Unidos, que ya en 1848 nos arrebató 2 millones 547 mil 242 kilómetros cuadrados de nuestro territorio.
Sólo hay que esperar a que Vladimir Putin, de Rusia, no vaya a tener sus narices metidas en este separatismo, como ocurre en Cataluña, España. Aquí entre nos, ¿Qué les diría usted a esos lorenzos separatistas que quieren que los estados norteños de México pongan su mundo aparte?