María mete a sus hijos al ropero y los salva de ser aplastados por el sismo
Nacional jueves 28, Sep 2017- María, originaria de Jojutla, Morelos, cuenta que en el momento del temblor, sintió que su casa comenzaba a crujir, y mareada tomó fuerza; lo que hizo fue tomar a sus dos pequeños para meterlos al ropero junto con ella y entonces comenzó a escuchar gritos de pánico, alaridos de muerte de varias personas, quienes perdieron la vida, como fue el caso de su vecina y su hija
Gloria Carpio
Luego que en Jojutla, Morelos, fallecieron 17 personas a causa del terremoto del 19 de septiembre, donde 15 viviendas ya son inhabitables, conmueve el caso de María, una mujer que salvó a sus hijos de 7 y 5 años de edad, de ser aplastados.
Con lágrimas y a la vez suspirando por volver a nacer, María, originaria de Jojutla, Morelos, cuenta que en el momento del sismo, sintió que su casa comenzaba a crujir, y mareada tomó fuerza, lo que hizo fue tomar a sus dos pequeños para meterlos al ropero junto con ella y fue entonces que comenzó a escuchar gritos de pánico, alaridos de muerte de varias personas, quienes perdieron la vida, como fue el caso de su vecina, quien murió junto a su hija, que era la mejor amiga de sus vástagos.
María, agradecida con Dios por darle otra oportunidad de vida junto a sus hijos, señala que no podía creer cómo pudo salvar la vida de sus hijos y la de ella, fue una bendición.
En Jojutla, la situación sigue siendo complicada, sus calles están destrozadas, algunas por manzanas completas.
Cabe destacar que llegó un camión de una banda musical de Monterrey, que se llama Apostadores, en el que se trasladaron desde allá rescatistas que hicieron 15 horas de camino, para que les dijeran, ya no más.
Las casas están marcadas de acuerdo al código de colores, en cuanto al censo que se levantó de daño estructural, siendo el rojo el indicativo que una vivienda está en condiciones inhabitables y tendrá que ser derribada.
Son 15 mil casas dañadas en todo el estado, diez mil tienen daño grave, en Jojutla ya están demoliendo viviendas, la maquinaria ya está trabajando.
El municipio tendrá que ser reconstruido en buena medida. Además, hay mucho desabasto de insumos.
Desde el pasado 19 de septiembre, Daniel no ha dejado
de cocinar para alimentar a rescatistas y damnificados
Desde hace 32 años, la Ciudad de México no veía escenas donde las cadenas humanas, hombro a hombro, mano a mano, se van pasando la ayuda. En este esfuerzo hay hombres, mujeres, incluso niños de todas las clases sociales. Tal es el caso de Daniel, un joven que tiene un restaurante en la colonia Roma, en la Ciudad de México, y desde el pasado 19 de septiembre en que ocurrió el terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter, no ha parado de ayudar, ha cocinado junto con todo su personal durante horas y horas para dar de comer a todos los rescatistas. Incluso, la gente va y le deja arroz, frijol, carne e infinidad de alimentos para dar de comer, tanto a los damnificados como a los brigadistas, para que tengan la energía y sacar a personas que quedaron bajo los escombros.
Por ello, una vida rescatada es un punto de luz que mueve ese sentimiento colectivo de no dejar a nadie atrás, resiliencia de la vida, de que es posible la esperanza y es entonces que surge ese sentimiento de comunidad, de empatía.
Dice el escritor Juan Villoro: “los terremotos son inspectores de la honestidad arquitectónica” y en esta Ciudad de México muchos aprendieron la lección de hace 32 años, otros, no.
“Un soldado en cada hijo te dio”… Gracias!!
El militar del 108 Batallón de Infantería lloró desconsoladamente al encontrar sin vida a una mujer y su hija entre los escombros en Jojutla, Morelos.
Son soldados, pero también son humanos, entrenados para combate, rescate y servicio, pero no para ocultar o deshacerse de sus sentimientos. ¿Y por qué debería ser así? Tiene el mismo derecho que todo mundo a desahogarse y rendirse ante la impotencia que te deja una tragedia. Así quedó demostrado con la conmovedora historia de Moctezuma Luis Hernández, militar del 108 Batallón de Infantería, que lloró desconsoladamente al encontrar sin vida a una mujer y su hija entre los escombros en Jojutla, Morelos, que si bien no eran su propia sangre, no soportó el encontrarlas sin vida.
El acto de heroísmo y desconsuelo quedó plasmado en una fotografía tomada por Salvador Kellerman, fotógrafo y tío de Marco Gil Vela, padre y esposo de las víctimas en cuestión.
Tanto la fotografía como una carta escrita por Marco Gil, dirigida al soldado, le dieron la vuelta al mundo por medio de Internet, quedando como una de las historias para recordar ese trágico 19 de septiembre.
Se cuenta que el militar pasó horas trabajando en las labores de rescate, con la esperanza de encontrar al alguien con vida; sin embargo, al ver entre los escombros el brazo de una bebé y el cuerpo de su madre, rompió en llanto, se llevó la mano a la frente y gritó en un acto de desesperación. El soldado levantó el cuerpo de la bebé y posteriormente regresó por el de la mujer, razón por la que le cayó un pedazo de losa en la cara; empero, pudo más su valor y sus ganas por rescatar los cadáveres.
Marco Gil, esposo de la mujer y padre de la bebé que perdieron la vida, quien además también es fotógrafo, recuerda: “yo estaba en Cuernavaca, iba a tomar fotos de unos XV años, en tanto, mi esposa y mi hija estaban en casa de mi suegra, en Jojutla. Era habitual que mi mujer les ayudara con una tienda de abarrotes, comíamos allá con ellos, nuestra vida realmente giraba en torno a esa casa”, dice desconsolado.
A Marco le sobreviven sus suegros, pues la madre de su esposa, quien siempre estaba en casa, “había salido a comprar algo en el mercado”, en tanto su suegro estaba trabajando en Megacable.
Luego del terremoto, Marco trató de comunicarse con su familia, como todos los mexicanos en ese momento, por lo que las líneas estaban saturadas, no logró respuesta de su esposa, pero sí de su cuñada, quien le dijo: “te necesito, se cayó la casa de mis papás y tu esposa e hija están adentro”. La noticia consternó a Marco, por lo que recuerda. “Me tomó tres horas y media llegar de Cuernavaca a Jojutla, pero a mí me pareció una eternidad. El tráfico se volvió loco, como pude, y con la poca batería que tenía, hablé con mis papás, pedí ayuda, pero ya Dios tenía sus propios planes”, entre los que no destacaba la celebración del bautizo de su bebé, que se llevaría a cabo el 23 de septiembre.
La carta
A este soldado: Gracias, porque sin saberlo, me regalaste la oportunidad de despedirme de mi esposa e hija, gracias, porque sin dudarlo arriesgaste tu vida bajo los escombros y junto con los demás diste hasta el último esfuerzo para rescatarle, supe que cuando viste su bracito bajo los escombros ese 19 de septiembre, gritaste con un dolor palpable e insoportable, desgarraste tu garganta y tus lágrimas brotaron como si hubiese sido tu propia sangre quien hallabas sin vida, gracias por entregarla a mi guerrero, Zeus González (primo de mi esposa) gracias por soportar aquella losa que cayó sobre tu cara para rescatar a mi niña, gracias por hacerme soñar con un posible milagro. Gracias a Dios por alistarte en el Ejército y gracias a tus tropas y oficiales por ponerte ahi en ese preciso instante para darlo todo por mis mujeres !!!!
A ti te saludo hermano soldado, por ti desenvaino mi espada de dolor y ante ti la presento como muestra de mi mayor respeto, admiración y estima! Si alguien le conoce ayúdeme a llegar hasta él, para poder estrecharle mi corazón, que aunque destrozado… Le estará agradecido toda la vida. “Un recuerdo para ellos de gloria”. Morelos aguanta, México se levanta.
El encuentro
Después de la carta y la viralización de la misma, por fin, Marco Gil y el soldado Moctezuma pudieron conocerse en la iglesia de Jojutla, donde Marco, también profesor de fotografía en la UVM Campus Cuernavaca, agradeció en persona el arduo trabajo del elemento de 108 Batallón de Infantería del Ejército mexicano. Cabe mencionar que Moctezuma Luis Hernández, no sólo sufrió aquel trágico momento, ya que sus padres fueron víctimas del temblor del 7 de septiembre. “Mi familia está durmiendo en el patio de la vivienda, debido a los daños por el temblor. Hasta ahora no he podido ir a mi casa, pero sé que mi esposa y mi hija de 2 años me esperan en el Istmo de Tehuantepec”.