“Un país compuesto…”, en manos de la injusticia y el atraco
Francisco Rodríguez martes 29, Ago 2017Índice político
Francisco Rodríguez
César El Tlacuache Garizurieta, uno de los talentos vernáculos desperdiciados por la política mexicana, fue embajador en Honduras en épocas particularmente difíciles. Durante las negociaciones para constituir el Mercado Común Centroamericano, Garizurieta defendió los intereses soberanos de los países en la mira gabacha.
Por oponerse a la descarada intervención en la economía, la política y la justicia de las naciones hermanas, en manos de la inclemente United Fruit Company, hoy Chiquita Banana, tuvo serios enfrentamientos con el embajador de los Estados Unidos, actitud valiente ¡por la cual fue retirado de sus funciones!
Al regresar a México buscó, como siempre lo hacía, a su paisano y amigo Adolfo Ruiz Cortines, ya sentado en la silla presidencial, con quien lo unían lazos efectivos de relación desde jóvenes. Las ideas de Garizurieta siempre aportaban soluciones y vías cortas para los desenredos no sólo diplomáticos.
Cuentan que una vez ya en el despacho de Palacio Nacional, el afable Ruiz Cortines lo escuchó, indefenso ante la situación, pues las reglas del Mancomún centroamericano ya habían sido aceptadas por los cinco países que compartían grados de desarrollo similares e intercambiaban productos primarios.
Platicaron de todo. Se enfrascaron en un análisis certero y poco protocolario sobre los niveles de la dependencia mexicana, la situación económica del país, el estado permanente de alerta sobre las intervenciones estadounidenses, y las posibilidades mexicanas para sortearlas. Antes que nada, eran amigos de verdad.
Al abordar los perfiles del carácter nacional, en esos tiempos tan en boga —gracias a los estudios de Samuel Ramos, Alfonso Reyes y Santiago Ramírez—, don Adolfo zanjó de tajo la discusión, espetando frente a su inteligente interlocutor las siguientes palabras: “es que mi querido César, definitivamente somos un país compuesto”.
Arrinconado contra las cuerdas, El Tlacuache, exhausto por sus intensas exposiciones, no tuvo otra que reaccionar instintivamente “¿compuesto?, ¿por qué Adolfo?” Y el legendario Muelas de Coyote contestó: “¡Pues compuesto por puros hijos de la chingada!”
Tres años después de ese encuentro y de que el sucesor, Adolfo López Mateos, se negara en redondo a reinstalarlo en sus labores diplomáticas o políticas, César Garizurieta, decepcionado y cansado, se quitó la vida. El Tratado de marras se firmó el 13 de diciembre de 1960. César se suicidó el 3 de abril de 1961.
Es posible que López Mateos haya recordado la advertencia que Garizurieta hizo al gobierno sobre las consecuencias desastrosas de escalar el conflicto marítimo que arrojó el asesinato, por parte de fuerzas armadas guatemaltecas, de tres pescadores mexicanos en aguas litorales colindantes.
Garizurieta expresó en aquella ocasión, como simple observador desde la fría banca, que suspender temporalmente las relaciones con el vecino país era necesario, pero de ahí a declarar la suspensión de garantías y emprender procedimientos de guerra… era peligroso; los kaibiles guatemaltecos iban a destrozar a los juanes en menos que canta un gallo.
López Mateos no lo olvidó. Además, siempre opinó sobre la posición adoptada por Garizurieta en Centroamérica frente a la intromisión yanqui, como “muy grave”, manifestándolo con un rostro contrariado y movimientos de cabeza de metrónomo, de auténtico condolido perdona vidas. Se imponía el hieratismo de lo políticamente correcto. Había que seguir respetando la voz del amo, el poder hegemónico del Imperio.
Éramos y somos efectivamente “un país compuesto…” Al lado de los líderes sociales, del pueblo trabajador, de los analistas patriotas, se levanta un Estado de excepción en favor de los económicamente poderosos, de los dueños de todas las decisiones, de los que no se rinden, excepto ante el poder del dinero.
Esta modalidad se ha agudizado con el advenimiento de la tolucopachucracia. Ignorante y retrechera, la casta de vendepatrias ha operado no sólo de rodillas ante la agresión extranjera, no sólo como colaboracionista y entreguista hacia los apetitos externos, también ha atentado contra los cimientos de la justicia mexicana, la que se encuentra en el peor nivel de su historia.
La parentela de Humberto Castillejos Cervantes, todavía asesor jurídico —aunque sin puesto formal—, ocupa casi todas las posiciones estratégicas de la investigación, procuración e impartición de justicia al máximo nivel de las decisiones. Se encuentra ensartada en la Procuraduría General de la República, en el Tribunal Electoral, en el Fiscal y de Justicia Administrativa, en los distritos y circuitos federales, en todo el Consejo de la Judicatura, y él es quien truena absolutamente el chicharrón entre los sofisticados ministros de la Suprema Corte de Justicia. Da la línea a seguir.
La hoja de un árbol no se mueve sin el consentimiento de ese tipo, sedicente jurista, que tiene secuestradas hasta las instancias de la famosa Función Pública, la Auditoría Superior de la Federación, la proyectada Fiscalía Anticorrupción, y pretende dejar al frente de la Fiscalía General de la Nación por una década más al primo Raúl Cervantes Ahumada con el objetivo de blindar a funcionarios hasta el fin de sus días.
Eso explica aberrantes abjuraciones en la aplicación de la ley. No es posible aceptar que las adjudicaciones directas de Marisela Morales y su oficial mayor en la PGR queden impunes, sobre todo los contratos cedidos a Red Corporativo, propiedad del tabasqueño Jorge Roberto Carrión Arazate, quien cobró casi cien millones de pesos por aparatitos tecnológicos que no ha entregado y cuyo costo supera en diez veces su valor en el mercado corriente.
Así como no es posible que ningún funcionario del área haya dicho chus ni mus ante el agravio de los tribunales estadounidenses que quieren quedarse con los 50 millones de dólares saqueados al erario tabasqueño por José Manuel Saiz Pineda, ex tesorero del preso Andrés Granier. Como el producto de ese lavado se invirtió por el procesado en inmuebles de Nueva York, Los Ángeles, Miami y Houston, los gabachos creen que pueden quedarse con el producto del atraco, ante el silencio de la justicia mexicana.
En ningún país que se respete, jamás se hubiera evadido una investigación ministerial sobre las joyas exhibidas por la hijita de Carlos Romero Deschamps, el día de su boda con un destacado galán del entorno. Diamantes, oro y engarzados milyunochescos, con valores millonarios, que son producto de la corrupción huachicolera, de la subasta de los bienes petroleros de la nación. Aquí, la justicia podrida ni se entera.
O ese infame negocio de Carlos Salinas de Gortari, ahora habilitado por Higa cómo desarrollador de inmuebles turísticos en los paraísos de Los Cabos, actividad que viene a sumarse a su cadena de atracos y simulaciones financieras al amparo de una justicia que jamás quiso aplicársele, como a ninguno de los enemigos de la patria.
Sí. Cierto. Somos “un país compuesto…” No tiene remedio. Por ese camino nos perfeccionaremos, caminamos derecho hacia lo podrido, en medio de un hedor a estiércol ya insoportable.
Y da lo mismo si es en la renegociación del TLCAN. O en la pretensión de priístas y verdes de dejar a Cervantes Ahumada en la Fiscalía General de la Nación, como se los ha ordenado el primo Castillejos Cervantes. Por todos lados se nos nota. Somos “un país compuesto…”
Índice Flamígero: Los turistas que, por miles, visitan entusiasmados a la ex Bella Antequera, están en riesgo de perder su salud. Resulta que por enésima ocasión se comprueba la ineptitud, la incapacidad del presidente municipal, José A. Fraguas, quien como tal repite en el jugoso puesto y en sus dislates, y del desgobernador en turno El CachorroMurat. Ambos siempre listos para la foto y la sonrisa congelada están paralizados ante lo evidente: La capital oaxaqueña está repleta de montones de basura que, por casi un mes, han sido incapaces de retirar y confinar. El problema no es menor. Pone en grave peligro la salud pública. Hay áreas inmediatas a la Central de Abasto, “el estómago de la capital”, con cerros de basura que despiden olores nauseabundos. Proliferan las moscas y este es el aviso de un gravísimo problema social. Por mucho menos perderían sus puestos ambos políticos priístas que son ejemplo claro, nítido, de la ineptitud y la indolencia de los tricolores. ¿Será necesario que el precandidato Narro intervenga? ¿O también vamos a achacar este problema al yanqui Donald Trump? Claro que noticias “buenas” como esta hay que celebrarlas, ¿o no? + + + Don Alfredo Álvarez Barrón retoma los cabezales de varias notas publicadas ayer en distintos medios: “Otra vez Donald Trump amenaza a México”. Y El Poeta del Nopal luce su sarcasmo:
“Bravucón, en sus terrenos,
con aspavientos de Conde,
pero si llueve se esconde
¡como perro que oye truenos!”
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