El siglo de Miguel Hernández
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 24, Oct 2011Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo,
lo persiguen, lo absorben, se lo tragan.
Miguel Hernández | Las cárceles.
El sino fue cruel con el poeta Miguel Hernández; sin embargo, entre el dolor, el amor, la prisión y la muerte encontró los caminos de la inspiración. Por una inagotable sed de aprender, pasa de pastor de cabras en Orihuela, Alicante, hasta los conocimientos de los autores del Siglo de Oro español y la amistad con dos poetas que le dieron luz y sapiencia: Pablo Neruda y Vicente Aleixandre.
Miguel Hernández nace el 30 de octubre de 1910 en Orihuela, para morir en la prisión de Alicante el 28 de marzo de 1942, apenas llega los 31 años. Mermado por tanta cárcel y la tuberculosis, cumple el ritual anunciado en su poesía “Quise ser… ¿Para qué?”. Así pleno de poesía y amor deja en herencia al mundo y a la lengua española, una obra poética completa, perfecta, que la muerte no trunca. La escribe en los 18 y 31 años. A pesar de ello no es un poeta malogrado. Dio a la vida y a la literatura lo mejor y mucha lo entregado.
Creó poemas, obras teatrales, rimas, cantares, alejandrinos y endecasílabos en estrofas, donde sobresalen las nanas, plenas de amor y belleza, al lado del dolor real, como es la muerte de un hijo recién nacido mientras se encuentra preso. El dolor de ser incapaz de proteger, desde la prisión, a su mujer durante el segundo embarazo. Comprometido en las luchas sociales sin afiliación al Partido Comunista de España, es activista republicano que lucha porque sufre la miseria, el abandono, la pobreza, el hambre y es víctima de la explotación. Por eso, las detenciones, los juicios y las golpizas, la condena perpetua.
En l933 publicó su primer poemario “Perito en lunas”, aunque los escribe años antes, son poemas de hombre: “Por el lugar mejor de tu persona / donde capullo tórnase la seda, / fiel de tu peso alternativo queda, / y de liras el alma te corona”, reza uno de los versos de “Perito en lunas”. Ahí viene también el poema “Corrida real” (toros y torero), con descripciones poéticas del ballet ante la muerte de la lidia.
Soldado republicano, enamorado de su mujer Josefina Manresa y de la paternidad, en las trincheras recibe la edición de su libro “Viento del pueblo”. El miliciano poeta, abreva de la lucha fratricida y libertaria contra el fascismo los poemas de esa obra: “No soy de un pueblo de bueyes, / que soy de un pueblo que embargan / yacimientos de leones, / desfiladeros de águilas / y cordilleras de toros / con el orgullo en el asta. / Nunca medraron los bueyes / en los páramos de España”.
Del mismo poemario son “Federico García / hasta ayer se llamó: polvo se llama. / Ayer tuvo un espacio bajo el día / que hoy el hoyo le da bajo la grama”. O este dolor escrito: “Vestido de esqueleto / durmiéndote de plomo, / de indiferencia armado y de respeto, / te veo entre tus cejas si me asomo”, para concluir la “Elegía primera”, dedicada al poeta granadino con este verso: “Rodea mi garganta tu agonía / como un hierro de horca / y pruebo una bebida funeraria. / Tú sabes, Federico García Lorca, / que soy de los que gozan una muerte diaria”. Un bello canto de un poeta por morir a uno muerto.
Hace algunos años, bastantes diría un joven de la modernidad, aunque no pasen de veinte, Joan Manuel Serrat musicalizó e interpretó varios de los poemas de Miguel Hernández, entre ellos destaca la versión, aunque recortada de “Nanas de la cebolla”, escrita con el dolor de la paternidad abandonada por estar preso y al recibir una carta de su mujer Josefina, en la que le dice que sólo se alimenta de pan y cebollas, y así cría a su primer hijo. Entre los versos que elimina Serrat del poema, quizá por necesidades de la música de Alberto Cortés, y de la interpretación resalta este: “Ser de vuelo tan alto, / tan extendido, /que tu carne es el cielo / recién nacido. / ¡Si yo pudiera / remontarme al origen / de tu carrera!” En este año, como parte del centenario del poeta, Serrat lanzó un nuevo disco “Hijo de la luz y de la sombra”. Es el titulo de uno de los últimos poemas de Miguel Hernández.
En l942, con la salud minada por el tiempo en prisión, la persecución franquista y el dolor por su familia y patria, muere el pastor, poeta, miliciano, soldado y enamorado de su mujer, tanto como de la vida y la muerte, Miguel es otra víctima de la guerra y del fascismo. La tuberculosis fue sólo el conducto.
En estos tiempos de brutal insensibilidad, un poeta como Miguel Hernández demuestra que en situaciones terribles y de barbarismo, con imperios de hambre, guerra y terror, es posible encontrar la belleza y el amor, sin claudicar en las luchas por la justicia social, contra los bárbaros y fascistas, amos del dinero, el poder y la guerra.
Leer la obra poética de Miguel Hernández no es difícil. Son versos dolorosamente humanos, que llegan a las sensibilidades más escondidas. Además, en México hay varias ediciones y no son caras. En especial resaltan varias antologías y un tomo llamada “Vida y poesía de Miguel Hernández”. No es difícil de conseguir alguno de los títulos, incluso en los improvisados, y por fortuna prácticos, puestos que hay en varias estaciones del Metro, se encuentran antologías muy baratas y bien hechas. No se diga en las librerías grandes, que tienen buena variedad de ediciones, lujosas algunas, que contrastan con la sencillez de vida y lucha y la dolorosa vida en la miseria del poeta de Orihuela.
A cien años de su nacimiento y 70 de su muerte, los descendientes de Miguel Hernández piden al gobierno español y el Tribunal Supremo, supongo que sin rey de chocolate y reina de de pastelería, que se le declare inocente y se levante la condena de muerte.
Para escarnio del franquismo y de los gobiernos de supuesta democracia, a Miguel Hernández se le condenó por “chivato traidor” y “escribir versos y ser el poeta del pueblo”.
Dice un amigo español, hijo de republicanos exiliados, “el franquismo no sólo mostró tozudez para ser estúpidos, sino la exhibían con orgullo. Como hacen ahora”.
Por cierto, recién se descubrió que al margen de la faramalla de los juicios en los tribunales, Miguel Hernández fue condenado a muerte por un tribunal sumarísimo.