El relajado Marcelo
Ramón Zurita Sahagún lunes 1, Nov 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Totalmente relajado, Marcelo Ebrard pidió su segundo martini, lo paladeó y disfrutaba de las delicias de la bebida, antes de la comida.
La tarde era placentera, por lo que, sin prisas de ninguna clase, el jefe de gobierno del Distrito Federal se deleitaba siguiendo con la vista la gente que pasaba por la banqueta de la calle de Parras y contestando mensajes que le llegaban a su BlackBerry.
Acompañado de sus dos hijas, Marcelo se olvidaba de los problemas de la ciudad, de los retos lanzados por Andrés Manuel López Obrador y por Alonso Lujambio, del pique con Enrique Peña Nieto, de las frecuentes marchas que bloquean, fracturan y aíslan parte de la capital del país.
La tarde del sábado era deliciosa, agradable, fresca y el restaurante Rojo Bistró, un lugar adecuado para deleitarse con un buen tinto y otros martinis. El relajamiento era total, la ocasión propicia para la convivencia familiar, distraída por la atención que prestaba Marcelo a su aparato telefónico y de mensajería.
Y es que la gente que caminaba por la banqueta y los comensales del restaurante de los Bichir no prestaban atención al personaje que tenían frente a ellos, tal vez, por desconocimiento de su persona o por no ser un personaje grato a sus ojos.
Si acaso, un joven que llegó solo, comió solo y se marchó pronto le mandó un saludo con la mano.
Para Marcelo eso debe ser preocupante, ya que su figura no impacta entre la ciudadanía y posibles electores que desconocen su imagen, por lo que tendría que iniciar pronto una campaña de posicionamiento.
Tan le preocupa a Marcelo esa indiferencia ciudadana que hasta al trovador callejero que cantó un par de canciones de Facundo Cabral y un poema de Antonio Machado lo llamó para saludarlo, cuando el individuo se alejaba desconsolado por no recibir una propina del jefe de gobierno.
Marcelo intercambió números telefónicos con él, lo presentó con sus hijas, le dio un trato de artista principalísimo, buscando llamar la atención, se tomó una foto con él, pero no le dio gratificación. Pensó, tal vez, que con la foto era suficiente.
Pero si la figura de Marcelo fue indiferente para la concurrencia, durante las más de tres horas que pasó en el restaurante, es grato darse cuenta de que la seguridad a su alrededor no era extrema.
Lejos estaba el sábado Marcelo de los grandes dispositivos que usan sus colegas gobernantes o si los había, éstos se manejaron con gran discreción, sin celulares, chícharos, camionetas blindadas o bloqueo de calles como ejecutan funcionarios de menor nivel, intentando llamar la atención y el repudio de los circulantes.
Posicionado como se encuentra Marcelo en las encuestas, en las que aparece a la par que López Obrador en la mayor parte de ellas, y en otras hasta por encima del tabasqueño, el jefe de gobierno puede darse esos lujos que pocos gobernantes o servidores públicos pueden hacer, concurrir y disfrutar de una buena comida, buenas bebidas, en un sitio abierto, con mesas en plena calle.
Algo que resultó curioso de la observancia sobre Marcelo es que, por estar situado al aire libre, en el restaurante de la Condesa ubicado en Ámsterdam y Parras se permite fumar, situación prohibida en Polanco en sitios similares, por lo que cada quien aplica la ley a su arbitrio.
Marcelo disfrutó de ese privilegio en el restaurante situado a cinco cuadras de su casa, ubicada en la misma colonia Condesa.
Sin embargo, lo que debe pensar bien Marcelo, porque resulta preocupante para sus planes futuros, son los métodos para atraer la atención de los ciudadanos que lo vean en forma directa o de reojo, pero siempre con expectación como causan otros personajes que buscan lo mismo que él, la candidatura presidencial de sus respectivos partidos políticos.
Marcelo es bien visto en algunos sectores de la ciudad de México, pero en otros se le mira con recelo y desconfianza por el manejo político que le imprime a sus actos políticos.
También genera esos sentimientos sus frecuentes cambios de partido político, ya que su militancia se inició en el PRI, pasó al Centro Democrático, fue diputado del Partido Verde y se afilió al Partido de la Revolución Democrática.
Encarrilado como está en la carrera por la candidatura presidencial de la izquierda, Marcelo deberá buscar un buen asesoramiento para detonar su figura, posicionarla y quitarse ese gesto de malhumor que presenta algunas veces y convencer con ese rostro de relajamiento y disfrute que presentaba el pasado sábado.
*La disputa dentro del PAN por la presidencia del partido puede registrar una situación sumamente preocupante para los aspirantes a la candidatura presidencial, el resquebrajamiento de la estructura.
El golpeteo es abierto, determinante y hasta letal, ya que la lucha es hasta terminar con el adversario.
Roberto Gil Zuarth es el objetivo principal y frenarlo en sus aspiraciones para encabezar al partido blanquiazul fue la forma en que se logró la unificación de criterios de los otros cuatro aspirantes.
Gustavo E. Madero, Francisco Ramírez Acuña, Cecilia Romero y Judith Díaz, consideran al joven político como un advenedizo dentro el partido que pretende encabezar, por lo que buscan la forma de demostrar que ni siquiera cumple con los requisitos para presidir al PAN.
Roberto Gil es un político joven, cuyo crecimiento se gestó en el segundo tramo del gobierno del presidente Felipe Calderón, donde inició de diputado federal, siguió de subsecretario de Gobernación, regresó al Congreso de la Unión y hoy pretende presidir el partido blanquiazul.