Las promesas del PRI
Ramón Zurita Sahagún jueves 23, Feb 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante muchas décadas el PRI mantuvo su unidad, mediante un férreo control de las candidaturas de todo tipo, ya que imperaba la disciplina partidista y todos apechugaban la decisión del mando supremo en la designación de candidatos de todo tipo.
Con algunas excepciones, fue hasta finales de la década de los noventa cuando surgieron las primeras insurrecciones de militantes molestos por no ser los abanderados del partido y prefirieron buscar el respaldo de otros partidos.
De esa manera comenzaron a fluir los resultados adversos al PRI, producidos por ex militantes y se acumularon las derrotas que ya se venían generando con algunos candidatos panistas.
Ricardo Monreal, Zacatecas; Alfonso Sánchez Anaya, Tlaxcala; Leonel Cota Montaño, Baja California Sur; Pablo Salazar Mendiguchía, Chiapas; Antonio Echavarría Domínguez, Nayarit; Mario López Valdez, Sinaloa; Juan José Sabines, Chiapas y Carlos Joaquín, González, Quintana Roo, fueron algunos de los ex militantes priístas que de buenas a primeras se pasaron a las filas opositoras y vencieron al ya disminuido tricolor.
Otros más como Gabino Cué, Oaxaca; Rafael Moreno Valle, Puebla; Arturo Núñez, Tabasco; José Rosas Aispuro, Durango, y Miguel Ángel Yunes, Veracruz, pasaron del PRI a otro partido, pero haciendo antesala antes de gobernar con candidaturas a diputados y senadores por su nuevo partido.
Desde esos finales de los noventa, los priístas ya no pudieron contener a sus militantes que volaban hacia otros partidos en busca de la nominación negada en el tricolor.
Y es que los priístas acostumbraron a los aspirantes relegados a esperar mejores momentos a cambio de canonjías de todo tipo, desde la coordinación de campaña del candidato, pasando por la presidencia del partido y hasta candidatura a las alcaldías o, incluso, esperar a que llegaran los comicios federales para obtener nominaciones al Senado de la República y/o a la Cámara de Diputados.
En aquellos tiempos esas candidaturas eran una garantía en la actualidad, ya no lo son, por lo que aspirantes relegados buscan otras opciones.
Uno de los estados en los que mayormente se reflejan esos acuerdos a futuro es el Estado de México, donde las ofertas de nominaciones al Senado de la República se le hicieron al actual titular de Profeco, Ernesto Nemer; al secretario de Gobierno, José Manzur; la secretaria general del PRI, Carolina Monroy y el diputado federal, Carlos Iriarte. Otros como Alfonso Navarrete y Luis Videgaray podrían entrar en la lista de partido.
Alguno de ellos como Manzur o Nemer pudieran obtener una candidatura a diputación federal, al igual que Ana Lilia Herrera o en el caso de Rubén Aguilar va en camino a su nuevo destino, la dirigencia nacional del sector campesino del PRI.
Sin embargo, esas son simples promesas que dependerán ya de quien resulte ser el candidato el PRI a la Presidencia de la República, ya que a él le corresponderá palomear la lista de aspirantes al Congreso de la Unión, así como los candidatos a los gobiernos de Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco, Chiapas, además de Puebla y Veracruz.
Por lo pronto, en el Estado de México, los prospectos no seleccionados ya no tuvieron la posibilidad de ir por una alcaldía o una curul del Congreso del estado, ya que no habrá comicios de esos.
Para los priístas resulta importante que en los comicios estatales que participe se realicen los tres tipos de elección, de gobernador, presidentes municipales y diputado locales, para de esa forma poder acomodar en esas candidaturas quienes no consiguieron la más importante de ellas.
Y es que en Veracruz se desarrollarán comicios para alcaldes en los 212 ayuntamientos del estado y los pronósticos para el tricolor no son nada halagüeños, después de perder el gobierno estatal y la mayoría en el Congreso local el año pasado.
Apenas 12 meses después de esa debacle, los militantes priístas de Veracruz van nuevamente a las urnas, sumamente desmotivados y se anticipa una nueva derrota en, cuando menos, los principales ayuntamientos.
La cita del 4 de junio es sumamente riesgosa para unos priístas que se mantendrán atentos con vías al pesado camino que les espera en 2018. Estado de México, Nayarit y Coahuila no se presentan como aduanas fáciles para retener los gobiernos estatales y Veracruz con sus 212 ayuntamientos en juego es otra prueba difícil de superar.
Los actuales tiempos se manifiestan complicados para un priísmo que en Veracruz le otorgó como premio de consolación a Lorena Martínez ser la delegada en esa entidad.
Premio o castigo, se preguntan algunos, ya que Lorena viene de sufrir una derrota inesperada (para ella) en el proceso electoral para gobernador de Aguascalientes, donde la venció el actual gobernador Martín Orozco, con todo y la impugnación realizada por la candidata priísta y su partido.
Una nueva derrota para la ex alcaldesa de Aguascalientes haría mella en su maltrecho ánimo y la dejaría en el rango de perdedora de una y otra batalla.
Por lo pronto, los priístas estrenarán nuevas dirigencias nacionales de sus sectores campesino y popular antes de llegar al aniversario 88 de la fundación del partido, donde esperan mostrar parte del músculo con que cuentan.
Yunes contra Amlo
El que muestra una gran vitalidad para atacar por todos los frentes posibles es el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, quien lejos de gobernar un maltrecho estado, dedica parte de su tiempo a convertirse en un Quijote.
Se mantiene alerta buscando mayores pruebas de la corrupción de su antecesor Javier Duarte de Ochoa y ahora abre otro en contra del dirigente nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador.