El señor de las tempestades
¬ Augusto Corro martes 21, Feb 2017Punto por punto
Augusto Corro
Su guerra contra los medios de comunicación fue uno de los errores mayúsculos de Donald Trump, durante su primer mes de gobierno.
No es el único caso, pero sí es uno de los más importantes, porque no es cualquier cosa atacar al The New York Times, CNN y reconocidos periodistas de las principales cadenas de televisión.
El republicano no se cansa de criticar a los medios casi de manera rutinaria, hecho que preocupa porque un país sin libertad de prensa, se convierte en botín de los sátrapas.
“Los medios con noticias falsas (el fallido The New York Times, NBC, ABC, CBS, CNN) no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo estadounidense”, afirmó Trump en un mensaje en Twitter.
El senador y ex candidato presidencial republicano, John McCain, afirmó que los “dictadores empiezan reprimiendo a la prensa”, después que Trump atacara a los medios.
“Si quieres preservar la democracia como la conocemos, tienes que tener una prensa libre y, muchas veces, adversaria. Y sin ella, me temo que perderíamos muchas de las libertades individuales con el tiempo”, añadió el legislador.
Creemos que en Estados Unidos la libertad de expresión continuará intocable igual que los medios de comunicación, porque representan el contrapeso a las descabelladas decisiones gubernamentales de Trump.
La prensa le provocó muchos dolores de cabeza al cavernario durante su campaña electoral, es algo que no olvida. A esto debe sumársele la información amplia y objetiva de otros temas, como el relacionado con el contubernio de Rusia con gente de Trump para descarrilar la candidatura de la demócrata Hillary Clinton.
En general, los medios tienen al troglodita como un mentiroso y serán ellos los que frenen las locuras del millonario, pues están en su papel de decir la verdad, que es un arma efectiva contra los dictadorzuelos.
LOS “MUROS HUMANOS”
El sábado, miles de norteños formaron un “muro humano” frente al río Bravo, a la altura de Ciudad Juárez, para protestar contra barda de Trump.
Participaron representantes sociales, funcionarios públicos y miles de ciudadanos. Los manifestantes llevaban flores en señal de protesta.
Mientras, el gobierno de Trump busca intensificar la deportación de indocumentados con una persecución como pocas veces se vio en la nación vecina. Se informó que en su proyecto represivo, las autoridades estadounidenses incrementarán sus filas de policías de migración, con la autorización de perseguir a los sin papeles hasta en sus propios hogares.
También trascendió que los funcionarios encargados de las deportaciones masivas deben acelerar sus acciones, para que sin más trámites expulsen a los extranjeros, no importa el grado de falta o delito cometidos.
En tanto, continuarán los actos de protesta contra el troglodita y su política racista, xenófoba que tiene aterrorizados a los millones de indocumentados, que ven en el magnate a un sujeto empecinado en hacerles daño.
Las llamadas de atención para proteger a los paisanos no son tomadas en cuenta con el interés y la necesidad que requieren. México debe buscar alianzas con otros países que detengan esa espiral de violencia contra los derechos humanos, no sólo de nuestros connacionales, sino de todo el mundo.
Los “muros humanos” son una protesta singular contra la política de Trump, pero no serán suficientes, para una persona ególatra, ambiciosa, cuya salud mental empieza a ponerse en entredicho.
EL MENTIROSO
La familia de Trump y el propio presidente se encuentran acostumbrados a una vida de lujos, de viajes, de privilegios muy alejados de la manera de vivir de millones de pobres que habitamos la Tierra.
El cavernario y su parentela tienen que efectuar viajes a cada rato con fines de descanso o de negocios, pero como todos forman parte del hombre más poderoso del mundo, la integridad física de cada uno del clan debe estar a salvo y para ello se necesitan decenas de guardaespaldas.
¿Cuánto representa en gastos es inversión que mueve no sólo a los agentes sino que además se usa un sinnúmero de transportes?
Durante su campaña política, Trump criticó acremente al presidente Obama, por las vacaciones que tomaba, a pesar de tener mucho trabajo.
Bueno, pues el nuevo inquilino de la Casa Blanca, acostumbrado a pasar sus fines de semana en la “Casa Blanca de Invierno” de Florida, no dejó de hacerlo ahora que es el primer mandatario.
Esos viajes de Trump y sus parientes seguramente le cuestan un dineral al gobierno que lo toma de los impuestos de los ciudadanos, hecho, que es casi seguro, no les agrada del todo, pues tienen que pagar los gastos millonarios de un persona singular acostumbrado a la “dolce vita”.