Que no hay crisis…
Francisco Rodríguez lunes 20, Feb 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Ciertos analistas financieros difunden con irresponsabilidad supina las declaraciones off the record de los empresarios más adinerados del país: “Trump no nos preocupa, la economía va bastante bien, lo relevante es la sucesión del 2018”, dicen los magnates y dichos analistas reportan las cifras convenientes, las que avalan esos dichos, reforzando la tendencia a reproducir sólo los indicadores económicos al gusto de las élites.
Mal estamos cuando se parodia inconscientemente a Ramón de Campoamor: “nada es verdad, nada es mentira, todo es según el cristal con que se mira”. Mal debemos estar cuando, a pesar de que todo el mundo se compadece de los agravios a nuestro pueblo y del desatado entreguismo, vergüenza mundial, los financieros locales echan las campanas a vuelo con las estadísticas del clóset. Inodados en un raro juego de espejos, esos analistas financieros de los medios impresos y radioeléctricos nacionales dicen que todo va bien. Vacunan a sus clientes. Les hacen creer que lo que va mal, no puede ir peor. Y se equivocan de cabo a rabo. Todo lo malo tiende a empeorar siempre, sostiene la Ley de Murphy, universalmente aceptada.
Indicadores macroeconómicos son mentiras disfrazadas
Muchas cosas van marchando como si no hubiera ganado Trump, ni tuviéramos encima las amenazas que nos lanza, arguyen tales analistas financieros a sueldo de los poderosos. Para ello, reproducen a placer los indicadores macroeconómicos de un país en Jauja, aquéllos que en México sólo pueden ser mentiras disfrazadas, al gusto de un sector acomodado, acostumbrado a las elegías de los paniaguados.
Es la visión de los vencidos. Destruyen a base de pintar una sociedad en el extremo del confort, aburrida de su bienestar, por encima del dolor y la tragedia de los mexicanos. La depredación de la riqueza nacional y los atracos al pueblo trabajador no existen, son datos para la cartera vencida, previamente asegurada.
Las cifras del subejercicio presupuestal sustraído por los entreguistas, la economía del narcotráfico, las complicidades bursátiles, los impuestos asesinos a todos los carburantes, las exigencias de una sociedad que ya está hasta la madre, los crímenes de guerra de la administración contra la soberanía nacional son gracejadas. Son sólo anécdotas de la miseria… y de los masacrados.
Que los pésimos resultados económicos son “percepciones”
Al mismo tiempo que los racistas de la basura blanca, explotadores de los desplazados, los deportan al grito de “¡criminales!”, los rateros criollos gubernamentales confunden al respetable voceando “¡al ladrón, al ladrón!”, los intelectuales —por cuales— y analistas privilegiados con nuestro dinero exigen “¡unidad, unidad!”. Están hechos del mismo barro. Son coyotes de la misma loma.
Los pésimos resultados de la economía, de la política, de la diplomacia y de la moral los tienen sin cuidado. Los justifican como un cambio de las percepciones de la sociedad.
Sostienen, contra todas las evidencias de carne y hueso, que la creación de nuevos empleos formales triplica la cifra del crecimiento del Producto Interno Bruto. Desenfrenada la contratación de personal, dicen. Según ellos, nada la detiene. Aunque usted y yo no lo creamos. Creen que las cifras maquilladas e infladas del Seguro Social son verdades de Catedral.
Aunque esté suficientemente demostrado que las nóminas de empleo que registra el IMSS se deducen de hacer aparecer los ejércitos de trabajadores de la economía informal como los nuevos cotizantes de una auténtica ficción estadística, como testigos a modo para aparentar en los documentos oficiales que se crece, como en las negras épocas del desarrollismo hueco.
Las ventas de autos, argumentan, siguen creciendo y establecieron marcas sin precedente. Se vendieron en el mes de enero 123 mil 260 vehículos, más de 3 mil que en el mes de enero del año pasado. El alza fue de 3.0 por ciento. ¡Eureka! Ni en Zimbabue. Sólo falta que nos den el reporte de hospedajes de cinco estrellas para los de piel dorada, y del consumo de combustible de los jets privados.
Lo que no mencionan en el reporte de marras es que sólo diez trasnacionales, Toyota, Apple, Amazon, Microsoft, IBM, Google (Alphabet), BMW, AB InBev, Starbucks y Nordstrom, facturaron el año pasado ventas en México ¡por más de un billón de dólares anuales!, y ese no es dato que pueda pasarse por alto.
Esa cifra es la equivalente a más de la mitad del Producto Interno Bruto mexicano, cuatro veces más que un presupuesto anual de la federación, lo que visto objetivamente es por sí sólo el mentís absoluto a cualquier dato de crecimiento, de equidad, de tolerancia, de no discriminación, de distribución de riqueza, de tranquilidad social.
Quiere decir, ni más ni menos, que las diez trasnacionales, con las ventas en México de un año podrían manejar libremente los despilfarros de cuatro gobiernos. ¡Como si estuviéramos para aguantar más!
Dicen los analistas financieros que Walmart, la empresa minorista más importante del país, reportó en enero un crecimiento del 7.7% en sus ventas, a pesar del alza del 4.7% en los precios al consumidor en el primer mes del año. Aplauden su crecimiento sorprendente. Nada dicen del ritmo inflacionario y el encarecimiento que tienen en un predicamento a las familias mexicanas. Walmart crece, y eso es más que suficiente. Todo va bien.
La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, ANTAD, reportó un incremento de 4.1% nominal, por encima de cualquier semana comparable, escupen los analistas. Su crecimiento es icónico, rebasa el 6.5% aproximadamente. Las inversiones en La Comer de Javier Duarte están a salvo de carestías y a buen recaudo de hambreadores, faltaba más.
La tasa de interés ha subido seis veces, ¡y todos pagamos!
Las cifras sobre el crédito bancario, aducen, están desbordadas, aunque se mantengan tasas de doble dígito en todos los segmentos de la disposición. Nos quieren convencer a los mexicanos de que, a pesar de que el Banco de México haya subido seis veces las tasas de interés en unos meses —para blindar sus cálculos de rendición de cuentas al Imperio— los ciudadanos pagamos puntualmente.
Sin mencionar que no hay disposición de crédito para ningún negocio, emprendedor o inversionista pequeño o mediano. Todo va para el consumo, agigantando los cobros de desmedidas comisiones que sirven para sostener la operación de los bancos gabachos y europeos en todo el mundo. Para ellos, como México no hay dos.
Gasolinazos, encabronamiento de una sociedad “hasta la madre”
La recaudación fiscal, otra de las variables relevantes, afirman, también resultó favorable en enero. Una captación de impuestos por arriba de lo previsto fue el colchón que permitió posponer el gasolinazo, refleja el buen comportamiento de la economía y la eficacia de Meade, inquisidor de nuestros bolsillos. ¡Ah, vaya!, todos creíamos que la fugaz posposición del gasolinazo, y la reducción de su precio en dos centavos hasta este lunes, se debía a la irritación que mostraron en la calle los consumidores afectados en su bolsillo, en protesta contra otro de los atracos.
Creíamos que lo habían hecho por el temor que les representaba para la candidatura del primito raro en el Estado de México el disgusto nacional. Que harían todo lo posible, hasta dejar de embolsarse el dinero por unos días, para poder ganar las elecciones repartiendo a gusto las maletas, la barbacoa y la carne de obispo.
Pues dicen los analistas que no fue así. Que todos estamos equivocados si desconfiamos de la pericia de los expertos financieros. Todo estaba fríamente calculado. Tan es cierto, argumentan, que lograron que el dólar cerrara en 20.28 pesos al mayoreo, lo que implica una fantástica revaluación del peso de 2.1% en lo que va del año. ¿Y la devaluación monetaria del 60% en sólo cuatro años, dónde quedó?
Aquí no pasa nada. En Alemania sí: saca su oro de la Fed de EU
El optimismo financiero se parece al que tiene el pesimista mal informado. Lo que pasa es que en este caso especial, se miente o se maquilla por interés. No es que estén poseídos, igual que el síndrome chichimeca; es que ellos son los que lo alimentan. Los bálsamos dulces para los inquietos mercados, para los especuladores. Los que justifican todas las decisiones antipopulares y peligrosas.
Los mercados mexicanos, la economía oficial, quieren dar la impresión de que nada la mueve. Está más apanicado el gobierno alemán, que después de los primeros tweets de Trump decidió retirar todo el oro que tenía guardado en la Fed, la Reserva Federal estadunidense, para ponerse a salvo de las estupideces y ocurrencias de ese energúmeno.
Aquí ni eso podemos hacer, pues las reservas mexicanas siguen apoyando el precio del dólar en Nueva York, y si hablamos de oro, la mayor parte de las reservas de ese metal en cómodos lingotes pasó a ser propiedad de Videgaray. Los mexicanos no tenemos fondos de emergencia. Todo está depositado como garantía del miedo y la ambición política.
Peña piensa y dice que todo va bien
Mientras, Peña es el encargado de seguir haciendo declaraciones a la prensa. La última es de antología: en México no hay crisis, seguimos luchando por defender la soberanía. Está poseído por el síndrome chichimeca y, como se cree vikingo, piensa que los racistas de la basura blanca lo aceptarán de plácemes a su retiro.
Para ciertos analistas financieros son cuentos chinos las alzas desmesuradas de precios en gasolinas, diésel, gas doméstico, luz eléctrica, las cifras crecientes de pobreza y desempleo, carestía, inflación y recesión económica. La estanflación galopante que padecemos, el golpe terminal al sistema, ni la conocen. Puede seguir reportándose como “una ligera variación en las confianzas del consumidor”.
Está convencido de que todo va bien. Los análisis financieros que le lee y platica Videgaray lo han inyectado contra la catástrofe. Ve alfombras rojas en su futuro. ¿O usted qué hubiera hecho?
Índice Flamígero: Otra vez, don Rubén Mújica Vélez nos advierte sobre la enorme crisis que viene: “La Gran Crisis de 1929 en EUA, cuyas consecuencias económicas describió John Kenneth Galbraith en El crack de 1929, y el consecuente derrumbe social, John Steinbeck en Las uvas de la ira (este último devendría en admirador del genocidio yanqui en Vietnam), esa crisis se originó en buena parte en la especulación de bancos de depósito que los invertían en proyectos de riesgo, altamente redituables. Franklin Delano Roosevelt, con la Ley Glass-Steagall, separó esas funciones bancarias. La ley se mantuvo casi 60 años; Clinton le quitó el bozal y resurgió El Frankenstein especulador. Obama, parcialmente, volvió a reprimirlo ante los destrozos en la crisis de 2008. Ahora Trump, de una plumada, ha vuelto a desamarrar al monstruo de la especulación argumentando las limitaciones a los negocios yanquis… entre los que se cuentan los suyos. O el mundo percibe que esta herencia mortífera del hombre del peluquín azafranado es la nueva megabomba financiera o pronto toparemos con nuevos sufrimientos para los yanquis y… para pueblos como el nuestro que pagarán facturas ajenas.” + + + Sobre la columna intitulada Pasta de Conchos: Larrea, complicitado; Napoleón, víctima, escribe don Alfredo Álvarez Barrón: “Todos los mineros, en cualquier parte del mundo, lo saben: la tierra no debe reclamar ningún cuerpo, es por eso que en caso de algún siniestro se hace hasta lo imposible por rescatar, vivos o muertos, a los mineros accidentados. Pero esa ley no escrita no tiene vigencia en nuestro país, aquí, ante la indiferencia de los gobiernos panistas encabezados por Vicente Fox y Felipe Calderón, la mina número 8 de Pasta de Conchos se convirtió en un gigantesco cementerio clandestino. En la historia de la infamia quedaron grabadas las palabras del entonces secretario del Trabajo, Javier Lozano: ‘No voy a arriesgar vivos para rescatar muertos’. Este es el verdadero rostro del PAN: un partido que engaña…. pero eso sí, con clara vocación humanista.” El Poeta del Nopal, por su parte, envía el siguiente epigrama:
Indeclinable postura,
vieja cábala proscrita,
el deudo que solicita
una digna sepultura
para llorar, sin usura,
aún en tiempos de veda;
(si la justicia lo enreda
triste metáfora encierra:
a los pobres de esta tierra
ni ese consuelo les queda)
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