¿Podrán las mujeres?
Ramón Zurita Sahagún lunes 6, Feb 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son pocas las mujeres que, en México, han podido disputar la Presidencia de la República y escasas las que tuvieron alguna posibilidad de obtener el respaldo del electorado.
Acaso una de ellas, Josefina Vázquez Mota, en la más reciente elección presidencial disfruto por algunas semanas de esa posibilidad, aunque su caída en las preferencias electorales fue estrepitosa.
Josefina salió como uno de los candidatos con mayores posibilidades de triunfo, ya que representaba al entonces partido en el poder (PAN), pero sus posibilidades de victoria fueron mínimas, ya que pronto fue rebasada en las encuestas por los aspirantes del PRI y del PRD, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente.
Los conteos de las urnas determinaron que la panista se fuese al tercer lugar, primera ocasión en que sucedía que el partido en el poder era relegado hasta el tercer sitio de los resultados electorales.
Se habló mucho sobre lo acontecido, que si el grupo del Presidente Felipe Calderón Hinojosa la había bloqueado, que había resultado una mal candidata, que era resultado de un pacto entre el Ejecutivo y el candidato priísta Enrique Peña Nieto, que las mujeres no veían bien que una de su género gobernara al país, etc.
Finalmente, Josefina se quedó en intento de que una mujer pudiese convertirse en Presidente de la República Mexicana.
Antes de Josefina, otras mujeres resultaron candidatas y participaron en los comicios, pero ninguna de ellas había alcanzado la importancia de la panista, en cuanto a probables resultados.
La primera en ser nominada fue Rosario Ibarra de Piedra, quien resultó candidata de uno de los partido nuevos (de aquel entonces), el PRT, quien participó en dos procesos electorales como candidata presidencial, el de 1982, del que resultó ganador Miguel de la Madrid y el de 1988, con Carlos Salinas de Gortari como triunfador.
Rosario fue la primera mujer en competir a esos niveles, pero no pintó en ninguna de las dos elecciones.
Sus participaciones fueron testimoniales, ya que ni siquiera se trataba de una política, sino de una activista que buscaba a su hijo desparecido durante la guerra sucia, por lo que el partido de la izquierda aprovechó su presencia para promover una de sus banderas.
Sus 80 mil votos alcanzados en 1988 contra los más de nueve millones de Carlos Salinas, cinco millones de Cuauhtémoc Cárdenas y tres millones obtenidos por Manuel J. Clouthier no representaron casi nada, por lo que su partido perdió el registro tres años más tarde.
En 1994, durante el proceso electoral presidencial compitieron dos mujeres, una de ellas animó los comicios, aunque finalmente apenas rebasó el mínimo de sufragios requeridos para mantener el registro de su partido, pero fue sorpresiva la respuesta de los ciudadanos a su candidatura.
Cecilia Soto González, una ex diputada federal del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, catalogado en aquel entonces como rémora del PRI, ya que en él se refugiaban aquellos priístas que el entonces poderoso partido desechaba como candidatos, se convirtió en abanderada del Partido del Trabajo de reciente creación y del que se decía que era patrocinado desde la propia Presidencia de la República.
Con el lema de “Partido de las mujeres”, Cecilia se convirtió en un atractivo de la campaña presidencial y a punto estuvo de alcanzar un millón de votos, lo que representó una cantidad insignificante ante los 17 millones obtenidos por el ganador, el priista Ernesto Zedillo Ponce de León.
Sus 2. 75 por ciento de porcentaje de los sufragios emitidos le garantizó el registro al partido que entonces como ahora presidía Alberto Anaya y quien cada tres años sufre por mantener dicho registro.
En esa misma elección participó Marcela Lombardo Otero, cuyo padre Vicente Lombardo Toledano, fundó el partido que ella representaba en los comicios, el Popular Socialista.
Doña Marcela no corrió con la misma suerte de Doña Cecilia, con todo y su lema “La decisión es tuya”, y apenas obtuvo el 0.47 del total de más de 35 millones de votos emitidos, ya que sus números dieron cuenta de 166 mil votos registrados a su favor en las urnas.
Para los siguientes comicios presidenciales no participó ninguna mujer como candidata, aunque una disputó fieramente la nominación de uno de los partidos, Patricia Mercado Castro, quien impugnó, sin éxito, la nominación de Gilberto Rincón Gallardo.
Seis años más tarde, Mercado se convirtió en candidata presidencial del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, compitiendo con su lema “Palabra de mujer”, rebasando el mínimo de votos para la sobrevivencia de su partido al obtener la cifra más alta de mujer alguna candidata, hasta entonces, con más de un millón de votos.
Para el dos mil 12, se presentó la candidatura de Josefina Vázquez Mota, con lo que se abría la verdadera oportunidad de que una mujer gobernara al país, aunque los resultados son sumamente conocidos y sus doce millones de votos, apenas le dieron para el tercer lugar y un 25 por ciento del porcentaje de sufragios emitidos, ya que Enrique Peña Nieto obtuvo más de 19 millones y Andrés Manuel López 0brador un poco más de 18 millones de votos.
En la actualidad hay dos mujeres que abrieron sus cartas y se presentan como opción de candidatas presidenciales, una del PAN, Margarita Zavala Gómez del Campo y la otra del PRI, Ivonne Aracely Ortega Pacheco, aunque primero tendrán que pasar el filtro de sus partidos para aspirar a convertirse en la primera mujer Presidente de la México.
¿Lo conseguirá alguna de ellas? Antes de que finalice el año sabremos si primero alcanzan la nominación de su partido.