EPN, cuarto año de gobierno
¬ Mario San Martí viernes 2, Dic 2016Consensos y disensos
Mario San Martí
- Descrédito, el costo de las reformas transformadoras
El presidente Enrique Peña Nieto llegó a su cuarto año al frente del gobierno de la República, un gobierno que seguramente pasará a la historia por la dinámica transformadora con la que se propuso enfrentar los retos del siglo XXI en materia educativa, energética, hacendaria y fiscal, de telecomunicaciones, sobre el sistema penal y el combate a la corrupción, entre otros asuntos de la problemática nacional, pero también por temas que han impactado negativamente en su gestión, como es el caso de los desaparecidos de Ayotzinapa y el conocido como “Casa Blanca”.
Más allá de resultados en busca de una popularidad en su imagen pública, el mandatario mexicano ha impulsado acciones con visión de Estado y proyección de futuro, y en ese intento ha roto paradigmas que por muchos años dominaron la vida social, política y económica del país, pero al no existir resultados inmediatos son precisamente estos los que han contribuido al desgaste de su imagen y la poca credibilidad de su administración.
Y eso de antemano lo sabe Peña Nieto, tan lo sabe que apenas hace unos días, durante la reunión del Consejo Político de su partido el PRI, evento que él presidió, señaló puntual que “con responsabilidad asumo los costos que implica transformar a un país. Así lo he hecho desde el primer día de mi gobierno”. Y agregó que “lo más fácil era mantener la inercia para seguir igual. Pero eso de ninguna manera hubiese sido digno de un Presidente emergido del PRI.
“Con decisión, recuperamos la rectoría del Estado en la educación, enfrentamos los monopolios, renovamos nuestro sector energético y fortalecimos las finanzas públicas. Sí, fue costoso hacerlo, pero México tenía que cambiar”.
Cumplió cuatro años de gobierno e inició la cuenta regresiva de una administración que aún le restan dos años, tiempo en el cual, entre otras acciones, le tocará ver en el terreno de la política el surgimiento de la figura de un personaje que en su momento habrá de sucederlo en la silla presidencial.
En ese proceso tiene la responsabilidad de mantenerse y conducirse con neutralidad, velando siempre porque las condiciones de legalidad, civilidad, equidad y transparencia sean conforme a derecho con los participantes que se inscriban para la jornada que habrá de celebrarse el primer domingo de junio de 2018.
A cuatro años de distancia, en la trinchera informativa muchos de los reporteros que cubrieron los 90 días de intensa campaña política del candidato Enrique Peña Nieto recuerdan los días previos a los comicios de julio de 2012, cuando todo era un mar de nervios en el equipo del entonces candidato, y donde fue precisamente la imagen fresca, juvenil, sensible y carismática del abanderado de la coalición Compromiso por México lo que hizo la diferencia.
La elección del Presidente de la República para el periodo 2012-2018 concentró la atención de los ciudadanos mexicanos al contar con una alta participación, fue del 62 por ciento, alrededor de 49 millones de ciudadanos, lo que significa que ha sido la más alta de la historia de México.
En términos porcentuales los resultados se presentaron de la siguiente manera: PRI, Enrique Peña Nieto con 38,2%; PRD, Andrés Manuel López Obrador con 31,7%; PAN, Josefina Vázquez Mota con 25,4% y Nueva Alianza, Gabriel Quadri con 2,3%.
No hubo sorpresa, hubo propuestas de gobierno y compromisos firmados ante notario, y al final los votos fueron los suficientes para ganar la contienda. Se impuso el estilo, fueron 90 días para conocer la problemática nacional y a partir de ahí hacer propuestas y plasmarlas en plan de gobierno.
Esa fue la tónica, la diferencia, ahora los nervios siguen pero en medio del descrédito por la acción de gobernar.
El 1° de diciembre de 2012 Enrique Peña Nieto fue ungido mandatario de todos los mexicanos con la banda presidencial.
Los dos primeros años de su gestión continuaron con la misma dinámica que lo catapultó en el escenario de la política nacional, luego llegaron los momentos difíciles, los que de manera natural desgastan trayectorias, crea molestias, hay errores, divide equipos y, también, se niegan los resultados esperados ante un panorama adverso a nivel internacional.
A cuatro años, el balance de promesas cumplidas es el siguiente: de 95 compromisos propuestos en el Pacto por México, hay un faltante del 40 por ciento y respecto a los ofrecimientos de campaña, se han concretado, de los 266, un poco más de 100.
Los temas de seguridad, anticorrupción y crecimiento económico siguen siendo los grandes pendientes de la administración federal y las reformas estructurales que se aprobaron con el acompañamiento del PAN y PRD, como la educativa o la energética, siguen sin los resultados esperados, porque en algunos casos desde su propuesta en sí, se dijo que los resultados serían graduales, a corto, mediano y largo plazo, incluso muchos de ellos llegarán en el transcurso de las siguientes generaciones y otras administraciones.
Queda claro, a cuatro años de distancia, podemos hablar de un antes y un después, primero con el candidato que se comprometió y segundo con un Presidente que en la percepción de la mayoría de los mexicanos nos sigue quedando a deber.
Faltan dos años, el escenario de la lucha por la silla presidencial es de mayor confrontación, ejemplo de ello son las redes sociales, que están jugando en contra de Peña Nieto y donde el golpeteo con fines políticos en contra de su gestión es cada vez más brutal. Uff…