¿Son mejores los demócratas?
Ramón Zurita Sahagún lunes 7, Nov 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Nadie, desde los tiempos de los inexistentes “Coco” y “Chupacabras” había provocado tanto temor en México como lo hace el eventual triunfo electoral de Donald Trump.
La sola posibilidad de su victoria hace temblar a los sectores político y financiero del país, por las diversas proclamas que emite el candidato republicano, aunque varias de ellas se consideran parte de una campaña electoral que logró penetrar y causar el efecto deseado en algunos sectores de la población estadunidense.
Son muchos los analistas que se devanan los sesos, estudiando si con Trump nos iría peor que con Hillary y si esta última tendría mayores consideraciones hacia México y sus habitantes.
Trump quiere construir un muro a lo largo de la frontera norte, donde ya existen tramos de ello (pocos recuerdan que la Operación Guardián de 1993 y la Operación Río Grande de 1997, permitieron se construyeran tramos en California y Texas, respectivamente), pero cargando el costo al gobierno mexicano. Clinton busca revisar el Tratado de Libre Comercio, como ya lo hizo su esposo.
El costo puede ser más elevado con la revisión de un tratado que deje de ser favorable a México, que con la construcción de un muro.
En el caso de Donald Trump sus proclamas contra los mexicanos y la construcción del muro fueron la parte fundamental del discurso de odio contra sus vecinos del sur, aunque lo fue modificando conforme avanzaron los tiempos electorales.
Trump vino a México, se entrevistó con el presidente Peña Nieto y no trató el tema del muro, aunque dijo que sí y luego se retractó.
El aspirante republicano fanfarroneó con que el costo del muro sería erogado por el gobierno mexicano y amenazó con cobrarse a la mala. Luego dijo que el muro será financiado por el gobierno estadunidense y que de todas formas lo pagaría su homólogo mexicano.
Como esas son varias las contradicciones surgidas en la campaña electoral, aunque no son descartables que, de ganar, las aplicaría, tal vez, matizadas.
El discurso de Hillary Clinton no ha sido, en forma alguna, enfocado a la situación de los latinos en Estados Unidos, especialmente los mexicanos, por el contrario encontró una veta rica a explotar sacando a relucir las contribuciones de los latinos al engrandecimiento de esa nación.
Convive con latinos en cuanta oportunidad tiene y destaca su buena relación con ellos, por lo que muchos la ven como la amiga que debe gobernar una nación como Estados Unidos.
En los años recientes, los presidentes demócratas de Estados Unidos son los que más han endurecido las leyes en materia de política migratoria, provocando la separación de centenares de familias migrantes.
México logró la relación del Tratado de Libre Comercio con un presidente republicano, George Bush, padre.
Pero fue un presidente demócrata (William Clinton) el que intervino para salvar a México de su mayor colapso financiero. Una operación conjunta con el FMI permitió otorgar a México 50 mil millones de dólares, condicionados con un estricto plan de austeridad.
Sin embargo, una revisión de los conflictos tenidos entre estas dos naciones (Estados Unidos y México), nos muestra que la situación se complica cuando gobiernan los presidentes demócratas.
Así sucedió en 1835, con la independencia de Texas, alentada por el demócrata Andrew Jackson.
Uno de los principales compromisos de campaña del candidato demócrata James Knox Folk, fue convertir Texas en estado de la Unión Americana y lo consiguió, pero además auspició la invasión a México (1846-47) con la que se hicieron de los territorios de California, Arizona y otros más.
Woodrow Wilson era el presidente demócrata de Estados Unidos que propició la invasión a Veracruz en 1914.
Con esos antecedentes ¿de verdad nos va mejor a los mexicanos con presidentes demócratas?
Blindados
Tres personajes que sirvieron en el círculo cercano del gobernador con licencia Javier Duarte de Ochoa, quedaron blindados, al asumir sus cargos como diputados locales en el Congreso de Veracruz.
Vicente Benítez, Juan Manuel del Castillo y Gerardo Buganza, son ya desde el sábado legisladores en el ámbito local por lo que poco se podrá hace en su contra, si es que se comprueban irregularidades de su parte.
Benítez fue el operador de aquellos 25 millones de pesos que fueron decomisados y devueltos al gobierno de Veracruz en plena campaña electoral del 2012. Fungió como tesorero del estado, subsecretario de Desarrollo Social y oficial mayor de la Secretaría de Educación. Es uno de los personajes más cuestionados sobre el presunto enriquecimiento logrado en el inconcluso sexenio duartista.
Del Castillo es el amigo de toda la vida de Duarte de Ochoa, por lo que fue y vino a la secretaría particular del gobernador y estuvo un rato como subsecretario en Finanzas. Sus principales manejos los tuvo con Ricardo Sandoval en las compras de medicamentos y la adjudicación de contratos en el área de salud.
Gerardo Buganza es un ex panista que ahora es diputado por el Partido Verde y que fungió como secretario de Gobierno en la administración de Javier Duarte. Fue el primer secretario de Gobierno y el tercero de ese gobierno, además de secretario de Obras, aunque su manejo fue discreto. Buganza compitió como candidato del PAN al gobierno de Veracruz contra Fidel Herrera Beltrán, aunque perdió por un corto margen de poco más del uno por ciento e intentó hacerlo contra Duarte de Ochoa, pero fue relegado al ser seleccionado Miguel Ángel Yunes, por lo que renunció al PAN y se alió al PRI y obtuvo los cargos señalados.
La batería de incondicionales de Javier Duarte de Ochoa se robustece, ya que se encuentran protegidos por el fuero en lo federal y local.