Extravía su camino la clase política
¬ Armando Sepúlveda Ibarra miércoles 26, Oct 2016Deslindes
Armando Sepúlveda Ibarra*
Avara y ambiciosa, rapaz e insaciable, la “clase política” de todas las especies parece que ignora, con su miopía y olímpico cinismo, los mensajes y advertencias de la sociedad para que enderece la conducta inmoral de los “servidores públicos”, pare en seco la corrupción general entre las burocracias, independice las instituciones electorales, avale una ruta cierta hacia la democracia y busque el bienestar del país, si la curiosidad de los mexicanos analiza las más recientes decisiones de los señores dueños del poder y de seguro encuentra a la vista que hoy como siempre, todo cambia, para que todo siga igual.
En momentos cruciales en que el hastío de la gente contra el despotismo y el impudor de las mafias de los partidos, todas por igual hambrientas de riquezas, de concesiones y de perpetuidad dinástica, a través de sus parientes, alcanza los límites de la razón y la tolerancia y comienza por fin a agruparse en torno a ideas que sacudan el estancamiento de la nación y sometan a los clanes del sistema a los dictados de la ley, los senadores aprobaron el reparto de los siete magistrados del Tribunal Electoral Federal (Trife) por cuotas entre el PRI (tres), el PAN (dos), el PRD (uno) y el resto (uno) para sortearlo entre la morralla legislativa, en una actitud retadora para quien desee la autonomía de los órganos que juzgan la utópica limpieza y la validez de las elecciones frente a los intereses de las desprestigiadas cúpulas de la partidocracia, proclives a la compra de votos y al fraude, al engaño vil de las masas.
Es ingenuo para muchas personas atentas a los sucesos en esta época de desaciertos, rapiña y malhumores, de ocultar la verdad, de negarse a reconocer la realidad y de empecinarse en una falsa popularidad, esperar de los señores que se despachan recursos y canonjías desde el Senado para sus amigos y cómplices y guardan una distancia abismal de los propios electores, que atiendan ahora sí, las necesidades y reclamos de la sociedad. Ni pensarlo siquiera, pensarán los empoderados, cuando con sólo intentar realizarlo iría de por medio la pérdida del control de los órganos de gobierno si México comenzara a manejarse con el juego de la democracia, lejos de ser como hoy, un botín de unos cuantos, gracias a la antigua indolencia y pasividad de los mexicanos, que de acuerdo con algunos indicios, como las protestas distintas de los últimos tiempos, quiere despertarse de su letargo centenario e imponerse a los designios de las burocracias.
Entre el lodazal de los partidos y sus mafias que colman sus bolsillos y cuentas bancarias con dineros públicos con el visto bueno de la onerosa Cámara de Diputados, nadan de muertito otros personajes también de incierta moralidad y poca intención de servir a la nación, como los señores del pomposo y bufonesco Instituto Nacional Electoral, un ente que por su utilidad y enjundia justiciera podría usarse, por ejemplo, entre las milpas de la política como espantapájaros o de otro tipo de adorno en la publicidad del turismo. Ahora, es un fantasma que después de haber sido tomado por asalto por los partidos en su fugaz etapa de perfil ciudadano con el nombre de IFE, se ha dedicado a palomear los fraudes electorales, a proteger a partidos inmersos en la suciedad electoral como el nuevo PRI y su comparsa el impostor Partido Verde y los demás compañeros de viaje, a prorratearse entre sus membretes miles de millones de pesos de los mexicanos que nadie fiscaliza, ni de chiste, más allá de la sanción que más arriba perdonan o minimizan y a fingir una autonomía e imparcialidad que, como en las tragicomedias, a unos mueve a risa y a otros enfurece, mas su presidente Lorenzo Córdova, anda orondo a las carreras entre barberías y estéticas más preocupado por saber cómo luciría mejor su grandiosa autoridad, con una crecida barba durante unos meses o rasurado después de las contiendas de 2017 y 2018, cuando entonces ya podrá retozar su silueta en los baños saunas que el INE, entre la miseria del pueblo, mandó construir en el proyecto de sus ofensivas, torres valuadas en más de mil cien millones de pesos de los mexicanos.
Ni Córdova el racista, enemigo y burlón de los indios mexicanos, ni otros consejeros del INE o del Trife han podido quitarse la venda de los ojos y darse cuenta de que las maniobras para coaccionar votos o comprarlos en los estados donde habrá elecciones el año próximo, se vienen dando a granel como sucedió hace meses en la Ciudad de México en las vísperas de la pasada elección de los diputados constituyentes, donde selectos grupos de delincuentes electorales, orgullosos integrantes de los pantanosos sótanos del Partido de la Revolución Democrática, coto de los desvencijados camarillas identificados como “Los Chuchos”, con la fecunda y exportadora escuela del “viejo PRI” , repartieron tinacos, despensas y otros enseres domésticos y dineros públicos con cuotas de “hasta mil pesos por voto”, según la importancia y dificultad del distrito en disputa. Su vista gorda impidió a la “autoridad electoral”, encabezada por “El Llanero Solitario” del INE, el señor Córdova, enterarse que allí también el Partido Acción Nacional, a lo mejor con la asesoría de los Felipillos Calderón o los diputados duchos en los “moches”, incurrieron en el contagioso virus de comprar los votos para legitimarse y así salvar el escollo de la duda de ser representante del pueblo.
Tampoco hizo mella entre la “clase política” las insólitas fugas del brazo de la justicia de los corruptos señores ex gobernadores de Veracruz y Sonora, Javier Duarte y Guillermo Padrés, simples muestras de la podredumbre que impera en todos los gobiernos de los estados y de los municipios del país, así como en el gobierno federal —donde roban a manos llenas—, anegados todos por la corrupción y abrazados por la impunidad recíproca, porque al tiempo que continúa el saqueo de las arcas públicas, el tráfico de influencias, los conflictos de interés, la cesión de contratos de obras por diezmos o más porcentajes por asignarlos entre sus amigos y cómplices, el gobierno tarda por conveniencia en crear la comisión anticorrupción y en nombrar a los ejecutores y quizá busque constituirla con personajes leales al sistema en estado de putrefacción u hombres de paja de la talla de Virgilio Andrade o monigotes con su perfil dispuestos ponerse en ridículo ante la historia, con tal de aparecer en la foto de los intocables. En primera instancia, un pícaro redomado de la política, el líder de los priístas en el Senado, Emilio Gamboa Patrón, un yucateco que ha sido varias veces senador y diputado y, sin embargo, nunca ha ganado una elección, vetó la ordenanza ciudadana para que los funcionarios cumplieran por obligación con su “3 de 3”, acaso porque al autoaplicársela hubieran salido a la luz sus oscuros intereses, la secuela de las sospechas de ser corrupto y de proteger a pederastas y los escarceos recientes entre su personita y un funcionario de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con un empresario contratista del gobierno que fueron filmados “in fraganti” cuando aterrizaban su helicóptero y subían a lujoso yate en zonas ecológicas protegidas en Yucatán, quién sabe con qué intenciones (¡$$$?)…
Aun entre la tempestad nacional contra los gobernantes y el hartazgo de los mexicanos con el decadente sistema, la ilustre “clase política” procede como decía el teólogo y filósofo alemán Meister Eckhart, a propósito de las torpezas de los encumbrados: “camina como alguien que pierde el camino: cuanto más lejos va, tanto más se extravía”.
*Premio Nacional de Periodismo de 1996