Prófugo
¬ Augusto Corro jueves 23, Sep 2010Punto x Punto
Augusto Corro
Sin negar su naturaleza conflictiva, los perredistas otra vez buscan oficializar la presencia de Julio César Godoy Toscano en la Cámara de Diputados.
El perredista Julio César, hermano del gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, obtuvo el triunfo en el Distrito I de Lázaro Cárdenas, para ser más preciso, por más de 26 mil votos y tiene su constancia de mayoría.
Sin embargo, su situación se complicó porque se le vinculó con el cártel de las drogas conocido como “La Familia Michoacana”. La mala fama del político obligó a las autoridades a buscarlo para llevarlo ante la justicia.
Se inició un combate frontal contra la delincuencia michoacana que alcanzó a presidentes municipales y a funcionarios de alto rango de la administración de Leonel Godoy.
Desde antes del mes de julio pasado en Michoacán se efectuaron redadas para desmembrar al cártel citado, sin lograrlo. Fueron capturados algunos cabecillas de la banda. Las razzias contra funcionarios resultó un fiasco. La mayoría de los ediles alcanzaron la libertad al no comprobárseles delito alguno.
No es el caso de Julio César, quien tiene una orden de aprehensión en su contra por delitos relacionados con el crimen organizado. La policía lo busca por todos lados, pero el político se hizo ojo de hormiga.
Por eso, ahora que intenta llegar al recinto parlamentario a rendir su protesta como diputado, las autoridades optaron por enviar policías para capturarlo. Fue aparatoso el despliegue de la fuerza pública, lo que provocó inconformidades entre los legisladores de los diferentes partidos.
Y nuevamente la imagen del Partido de la Revolución Democrática fue abollada. No se ve con buenos ojos que en las filas de un partido se encuentren militantes que mantienen en entredicho su conducta.
Si Julio César debe dar la cara para resolver su situación, lo que no debe aceptar el PRD es mantener en sus filas a un político señalado como presunto delincuente vinculado con el hampa. El PRD no se encuentra en condiciones de proteger a prófugos de la justicia. Suficientes problemas tiene con su divisionismo interno.
LUJAMBIO
Entre los hombres de Felipe Calderón Hinojosa, uno que sobresale para la precandidatura presidencial es el secretario de Educación, Alonso Lujambio. A dicho funcionario le toca bailar con la más fea en momentos difíciles, cuando la credibilidad hacia los funcionarios públicos sufre un deterioro considerable; le ordenaron que se encargara de afinar los detalles finales de los festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana. Sin embargo, el proyecto y los preparativos de los eventos ya estaban muy manoseados. Como pudo, logró poner orden en los trabajos y así México presenció o participó en los mencionados festejos. Desde luego, el derroche económico es evidente.
Por eso, en su comparecencia ante senadores, el funcionario fue cuestionado severamente sobre la cantidad exacta del dinero que se utilizó. Dijo que en los festejos del Bicentenario se gastaron 680 millones de pesos.
Sin embargo, faltan las fiestas del Centenario de la Revolución, que implican, supuestamente, mayores gastos y más críticas por el derroche desenfrenado. La cifra total será de 3 mil millones de pesos, más o menos. Por esto, Alonso Lujambio sufrirá un desgaste político. A nadie convencen ese gasto suntuoso en un país donde sus habitantes padecen una pobreza ancestral, a lo que se debe agregar los miles de damnificados víctimas de las inundaciones en varios estados. No es posible que se queme el dinero en juegos artificiales, mientras los paisanos carecen de lo indispensable como son agua, comida y casa.
En las luchas políticas, los errores cuentan más que los aciertos. De ahí que, por ejemplo, el “Coloso” se convirtió en una pesadilla para el titular de la SEP. Nos referimos al “Coloso”, esa estatua de 20 metros que se levantó en el Zócalo, que representa al mexicano anónimo que participó en las luchas libertarias. Sólo que el modelo de la cara del monigote se tomó del traidor Benjamín Argumedo, un contrarrevolucionario seguidor del dictador Victoriano Huerta El Chacal.
En fin, Alonso Lujambio podría cumplir muy bien la encomienda que le dio su jefe y seguir como uno de los hombres fuertes a la precandidatura presidencial. Lo que no podrá salvar el funcionario es la lucha que inició en su contra la mujer más poderosa de México, Elba Esther Gordillo, la dueña del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Entre otros ataques, la profesora criticó a Lujambio dejar a un lado los problemas de la educación, para dedicarse más a la búsqueda de su candidatura presidencial.
Por otra parte, en la comparecencia ante legisladores, el senador Rafael Ochoa, líder del sindicato magisterial, impugnó también la actuación sumisa del funcionario ante los productores de la comida “chatarra”.
Total, Elba Esther Gordillo y su banda empezaron a desmarcarse de Alonso Lujambio y esto, sinceramente, debe tenerlo más que preocupado. Es posible que el candidato de la influyente dama se encuentre en otros sitios. La maestra decidió encaminar la fuerza política del SNTE hacia otros derroteros.
NO ME AYUDES
El líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Ortega, dijo ayer que Marcelo Ebrard quiere ser presidente y está bien posicionado. Ve al jefe de gobierno con buena aceptación entre la población y algunos sectores de la política.
Como es costumbre, el chucho mayor no pierde ocasión para manifestar su oportunismo. Para empezar, en el PRD no quieren saber nada de Ortega y sus pronunciamientos sólo son festejados por su camarilla de incondicionales.
Primero, el dirigente del partido del sol azteca debe poner orden entre las tribus que lo aborrecen. En su último consejo, sus adversarios le exigieron que renunciara en diciembre próximo, pero no lograron. Contra viento y marea, el chucho mayor dejará el cargo hasta marzo del año que entra, aunque sus deseos son perpetuarse en la dirigencia.
El apoyo del dirigente de Nueva Izquierda (NI) en nada beneficia a Ebrard, pues todo mundo sabe del colaboracionismo de los chuchos hacia el gobierno federal panista. El pasado lleno de traiciones de los chuchos tampoco favorece al jefe de gobierno.