El paradigma de la corrupción
Francisco Rodríguez viernes 6, May 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Hace todavía cuatro o quizá cinco décadas, los líderes sindicales de las ramas industriales que lograban hacer funcionar al sistema, sostenían que los corruptos eran los hombres, no las instituciones. Que éstas habían sido construidas para ser aceptadas y obedecidas, en beneficio de todos, en mayor medida, de los desvalidos.
De entre quienes profesaban esta arraigada creencia gremial, se encontraban, desde “Los Cinco Lobitos” —Fidel Velázquez, Alfonso Sánchez Madariaga, Jesús Yurén, Fernando Amilpa, Rafael Quintero— hasta Vicente Lombardo y Joaquín Hernández Galicia, líder petrolero manchado por el salinismo.
“Nunca hemos sido cobardes”, era su consigna. Muchos lo sostuvieron hasta la muerte. Algunos, en el camino, fueron cooptados por el sistema, con el propósito de legitimar su origen burocrático, pero siempre fueron conciencias lúcidas, al servicio de mejores propósitos. No renunciaron a ayudar a sus representados.
Salinas, el corruptor del sindicalismo
Hoy, tanto las instituciones como los líderes están desacreditados moralmente. Han alcanzado el desprestigio desde la base. La danza del dinero ha acabado con toda personalidad representativa, con todo principio de honestidad y de lucha sindical. Nadie se salva, nadie queda fuera. Ahí están los Joel Ayala, los Romero Deschamps, los Víctor Flores, los…
El estilo corporativo de corromper, de involucrar a todos, para que nadie tire una primera piedra, inició, en proporciones mayúsculas en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, e hizo una escuela de desclasados sociales que trasciende nuestras fronteras y constituye un escándalo mundial.
El caso dado a conocer por el rotativo estadunidense “The Miami Herald” es verdaderamente vergonzoso. Revela que un líder sindical del magisterio oficial, llamado José Bernardo Quesada Salas —cuyo único logro es ser compadre y prestanombres de Juan Díaz de la Torre, secretario general del SNTE—, ha resultado un magnate, hasta hoy desconocido.
Para el Panal, “no tiene la menor importancia”
Asombrado, el editorial del periódico estadunidense revela que en sólo cuatro años, este diminuto sindicalista adquirió condominios playeros en el condado Dade por la cantidad de 8.2 millones de dólares, algo que para quien ocupa una modesta posición sindical en representación de los trabajadores del Instituto Politécnico Nacional es mucho más que una osadía.
Las propiedades, verdaderamente fastuosas, según se observa en las fotos que se publican, se ubican en las exclusivas zonas residenciales de los realmente poderosos: en Brickell, Miami Beach, Mission Beach y Sunny Isles Beach.
Al conocer que José Bernardo Quezada Salas es “new congressman” del Partido Nueva Alianza, además de alto jerarca en los negocios corruptos de Juan Díaz de la Torre, el periódico acudió por respuestas ante los voceros de esta ficción política… …obteniendo un silencio sepulcral por toda respuesta. Para los informadores oficiales de esta franquicia, el asunto “no tiene la menor importancia” (Arturo de Córdova, dixit.) Es un intocable, como su titiritero y todo aquel prócer sindical que osen tocar con el pétalo de cualquier rosa.
Jugoso “bisne”, el descuento por nómina
Bernardo Quezada es un guanajuatense que llegó a la Ciudad de México con una mano atrás y otra adelante, sin ningún acabado, ni merecimiento sindical, ni formación académica. Trepador nato, tuvo un morro que casi se pisa para acreditarse entre los lobos de mar y conseguir objetivos impensables para su personita.
Su paisano Ramón Martín Huerta —fallecido en un “accidente” aéreo, donde se involucra al veracruzano Miguel Ángel Yunes, hoy candidato panista-perredista a la gubernatura de la entidad del Golfo— fue uno de sus impulsores. Pero dada su pequeñez política, poco o nada pudo hacer por él.
Empero, Quezada ha sido de todo y sin medida, sin alguna vergüenza profesional que le impida seguir trepando. Casó con la hija del editor xalapeño al que compraba enciclopedias de salud sexual para las escuelas, Héctor Manuel Peredo Vázquez, un hombre sin escrúpulos, cuyo principal negocio ha sido, desde hace 40 años, el de descuentos en nómina a los burócratas estatales y, más adelante, federales.
El procedimiento en base al cual se ha creado un emporio que incluye hoteles, distribuidoras automovilísticas, empresas comerciales de todo tipo y que hoy está valuado en miles de millones de pesos, ha sido sencillo: colocar las mercancías, en nombre de apoyos a la carrera magisterial…… entre los más de un millón 400 mil maestros del SNTE y corromper a todos los oficiales mayores de la SEP y de sus delegaciones estatales, para que procedan a colocarlos entre las víctimas, los quieran o no, y se les descuente quincenalmente de sus raquíticos estipendios, para ir a parar a los bolsillos de Bernardo Quezada y su suegro Peredo Vázquez.
Murat, Yunes, Quezada… material para Donald Trump
Redondo. Un negocio de chacales capitalinos, chilangos y veracruzanos, al que no han sido ajenos la esposa del “lidercito” Quezada Salas, Jessica Peredo Rincón, hija de Héctor Manuel Peredo Vázquez, lo mismo que cuñados y cuñadas que los acompañan, que hoy viven en Miami, muriéndose de risa de la estulticia mexicana, ya casi proverbial.
Lo peor es que, en la plaza electoral de Miami, este escándalo habrá de ser aprovechado por la campaña del odioso republicano Donald Trump, que de negocios inmobiliarios es el más enterado en Florida, y abonará, sin duda, a desprestigiar más a los mexicanos y a engordar el voto en contra de las “prácticas corruptas y criminales de los migrantes”, a los que tanto odia.
Todo por un capricho del chaparrito Bernardo Quezada, su socio, su cónyuge y toda su parentela, elevado a los altares sindicales desde su posición de testaferro del ínclito Juan Díaz de la Torre, a quien los foristas del canal de las estrellas tratan como un prócer que, después de traicionar a toda la familia que lo encumbró, ha abandonado al SNTE, por si éste lo necesitara.
Todo suma. Las adquisiciones inmobiliarias del chaparrito Quezada, serán el pasto preferido de los wasp republicanos, al igual que las compras al vapor de las familias Murat, Yunes y Lozoya, en las zonas exclusivas, antes reservadas por los magnates, y ahora adquiridas por mentecatos que nunca han trabajado, que sólo se dedican a robar, lo único que saben, lo que les enseñaron y sí aprendieron bien.
Complicidad de oficiales mayores de las instituciones
Aquí, todos callan, seguramente porque hay cantidades tan grandes de dinero circulando entre los involucrados que, simplemente, ¡todos se encuentran dentro del ajo!
La mancuerna entre Bernardo Quezada y Héctor Manuel Peredo Vázquez ha rendido frutos de sultanato. Jessica Peredo, esposa de Bernardo, hija de Peredo Vázquez, posee en Xalapa, Veracruz, una de las fortunas más insultantes del estado.
Es propietaria, o da la cara, si se prefiere o si así conviene, del hotel City Express, de cinco estrellas, una inversión cercana a los 100 millones; de gasolineras, de empresas- sí así se les quiere llamar- que son agiotistas de los trabajadores del magisterio, también a base de descuentos obligatorios en nómina, gracias a los contratos que se firman con los oficiales mayores de las instituciones educativas —sí merecen ese nombre.
El llamado Consorcio Peredo, al que todos los badulaques quieren pertenecer, surte de blancos, mercancías inútiles, casas, autos, alimentos enlatados y todo lo imaginable a los trabajadores, usted sabe, la filantropía, y ahora sus tentáculos se han extendido al sector salud, el maltratado ISSSTE, a los maestros de la —ya rescatada de sus garras— Sección 9 del SNTE, la más grande del país.
Todo, hecho a través de descuentos de nómina. Compiten en ese terreno con los poderosos coyotes del Grupo Femsa, dueños del emblemático Oxxo y con empresas creadas al efecto por el insultante Marcelo Ebrard para asaltar los bolsillos de los trabajadores burocráticos. La hidra de mil cabezas. Monstruos creados en complicidad con las “instituciones” nacionales.
Así no se puede. Ningún país puede sobrevivir ante la voracidad de estos desalmados. Atracadores aprovechados de necesidades elementales y de impulsos aspiracionales. La corrupción ha invadido todo. ¿ Todavía queda alguna duda?
Lo único que falta es el castigo ejemplar. El remedio de fondo en un país que, por lo visto, ya no tiene fondo.
Índice Flamígero: Hace unas semanas, una familia radicada en Querétaro sufrió un condenable acto de violencia física e, incluso robo de sus pertenencias y destrucción de otros enseres de su vivienda, por parte de los “abogangsters” que contrata la empresa Femsa para hacer cobros de cartera vencida.
El paterfamilia, tras sufrir un asalto con violencia que lo mandó al hospital, se había retrasado ¡dos meses! en sus pagos. Estas prácticas criminales se extienden por todo el país, a ciencia y paciencia de “autoridades” locales y federales. + + + Y en la CDMX, en la Bodega Aurrerá de la avenida Ferrocarril Hidalgo, las prácticas vejatorias son constantes. Sucede que a los guardias de seguridad les dan un bono por cada persona a la que sorprendan sustrayendo mercancía. Obvio es que, con tal de ganarse una lanita más, inculpan hasta a inocentes. Hay casos que verdaderamente indignan, como el de una dama de la tercera edad que pasó detenida toda la noche en una delegación de la Gustavo A. Madero, y que aún prosigue un viacrucis legal en juzgados, cuando fue incriminada con falsedades. ¡Qué buen negocio, señores de WalMart!, ¿o no?
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