Guerrero y Edomex
Ramón Zurita Sahagún viernes 3, Sep 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
De los diversos estados que convocan a elecciones de gobernadores el año próximo, dos de ellos llaman poderosamente la atención: Estado de México y Guerrero, donde la batalla por el poder tendrá una amplia repercusión en los comicios presidenciales de un año después.
El Estado de México por la gran significación que tiene en lo que respecta a concentrar, por mucho, el padrón más alto del país, por contar con el presupuesto más alto de las entidades federativas y por ser gobernado por el aspirante presidencial mejor posicionado de cuantos hay en la actualidad, reúne una gran significación.
Por ello, atrae la atención de todos, incluso de aquellos que no sienten pasión o gran interés por la política, ya que lo que se encuentra en juego es bastante.
En el Estado de México, los partidos opositores al PRI planean una mega-alianza como la que les rindió algunos frutos en los comicios del 4 de julio, sin importar que el candidato propuesto no responda a la ideología de ninguno de los partidos participantes.
Se busca un candidato con presencia y arraigo en la entidad, por lo que éste puede provenir, como sucedió en Sinaloa, de las filas de su propio odiado adversario, el PRI.
La cuestión es arrebatar la parcela al partido tricolor y entorpecer el camino de Enrique Peña Nieto a la candidatura presidencial de su partido, sin importar lo que tengan que ceder los partidos que pretenden la gran alianza.
No es cuestión de principios, muchos menos de ideología, únicamente el pragmatismo de loa partidos involucrados y los intereses personales de sus dirigentes lo que priva en este intento.
Los dos principales partidos involucrados en esta coalición cuentan con personajes bien posicionados que en el pasado reciente fungieron como sus candidatos al gobierno estatal, incluso participando en la misma elección.
Alejandro Encinas Rodríguez, coordinador de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados federal y Luis Felipe Bravo Mena, secretario particular del presidente Felipe Calderón Hinojosa, fueron abanderados de sus partidos en 1993, quedando sumamente rezagados del priísta Emilio Chuayffet Chemor.
Hoy ambos escurren el bulto ante la eventualidad de una candidatura de sus partidos, aunque no rechazarían enarbolar la bandera de una coalición formada por los partidos de izquierda y el de derecha y de la que estaría ausente Nueva Alianza comprometido en ese estado con el PRI, al igual que el Partido Verde.
Las cartas de los partidos que irán el año próximo por el gobierno mexiquense están sobre la mesa y se podrán ir abriendo, luego de que Enrique Peña Nieto rinda su V Informe de Gobierno, lo que sucederá el próximo domingo en el Teatro Morelos de Toluca.
Pero si el Estado de México puede marcar el derrotero a seguir en los comicios del 2012, Guerrero guarda gran significación por el enfrentamiento entre dos ex aliados, vinculados familiarmente.
Ángel Heladio Aguirre Rivero protegió durante largos años a Manuel Añorve Baños, al que hizo alcalde interino de Acapulco, para proyectarlo al gobierno del estado, como su “delfín”.
En aquel entonces, René Juárez Cisneros les frustró los planes y Añorve Baños fue al Congreso federal, para regresar por sus fueros y ganar en una elección extraña el ayuntamiento de Acapulco, ahora sí por la vía del sufragio.
Con ese triunfo, Manuel Añorve conquistó el derecho a la candidatura priísta al gobierno estatal, por encima de su pariente, el senador Aguirre Rivero, quien pretende repetir como gobernador, aunque ahora también lo haría por la vía del voto directo de los ciudadanos.
Los dos tejían proyectos conjuntos, ya que sabían que la candidatura del PRI no se daría fuera de estos dos nombres.
Así, hace escasos dos meses, los dos parientes guerrerenses comieron en un restaurante de la ciudad de México, para mostrarse públicamente y dejar en claro que la candidatura debía ser de uno de ellos.
Los dos personajes bromearon con otros políticos que los saludaban y precisaban que la candidatura quedaría en familia.
Y finalmente eso ocurrió, aunque no bajo el guión que ellos tenían elaborado. Hoy los dos son candidatos al gobierno del estado y nadie duda que uno de ellos sea el próximo gobernador del estado.
Claro que la situación es distinta, ya que Añorve Baños resultó el beneficiado con la candidatura del partido tricolor que parecía tener la mesa atendida para su inmediato regreso al gobierno estatal.
Sin embargo, el primo Aguirre Rivero desertó del partido que lo convirtió en personaje público y que le permitió llegar a las dos cámaras del Congreso federal (diputados y senadores), además de cubrir un interinato de cuatro años como gobernador del estado.
Despertada la ambición, el ex gobernador canjeó su militancia priísta de tres décadas por la candidatura de los partidos de la izquierda y habrá de enfrentarse en las urnas con su antiguo protegido.
Es por eso que la elección de gobernador en Guerrero guarda un tinte de morbosidad y por ser la primera en celebrarse (enero) del total de ellas, llama poderosamente la atención.
De las otras elecciones, la de Michoacán y la de Coahuila, tiene una significación especial. La primera por tratarse del estado en que nació el Presidente de la República y donde su hermana mayor pudiera ser la candidata del PAN para intentar arrebatar al perredismo uno de sus principales feudos. La segunda por tratarse del primer estado donde el hermano mayor sustituya al hermano menor por la vía de las urnas.
Michoacán es visto como enclave perredista, sin riego de derrota y Coahuila como feudo priísta, donde solamente un evento inesperado podría arrebatar la plaza a uno u otro.
Nayarit y Baja California Sur son entidades con menor representatividad que no despiertan mayor pasión entre los actores políticos.