Johannesburgo, entre el contraste y la modernidad
¬ José Antonio López Sosa jueves 1, Oct 2015Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Johannesburgo, Sudáfrica.- La ciudad más poblada de Sudáfrica tiene una estructura urbana francamente envidiable si la comparamos con nuestras urbes en Latinoamérica.
Las grandes autopistas urbanas —algunas de pago y otras libres—, tienen por lo menos cuatro carriles por sentido, acotamientos y carriles de incorporación y desaceleración, las calles están perfectamente señalizadas y existe la cultura vial del alto en los cruceros concurridos.
Hay contrastes, en algunos barrios se nota la opulencia y en otros, sobresalta la miseria en que viven miles de familias.
En el centro de la ciudad, la indigencia es común, los niveles de desempleo son muy altos y los grupos vulnerables carecen de programas efectivos que les den la oportunidad de incorporarse a la vida económicamente activa.
Este país fue víctima por décadas de políticas raciales que segregaban a la población negra, la mayoría en este país. Actualmente a pesar que la legislación establece igualdad en los ciudadanos, existen sectores muy marcados, no por racismo como tal pero sí donde la gente adinerada es blanca en su mayoría y los barrios pobres tienen una practicamente total población negra.
Evidentemente el ícono de la ciudad y del país es Nelson Mandela, su casa en la zona de Orlando es ahora un museo y se muestra un orgullo por el legado que dejó al mundo, aunque hay que decirlo, Mandela se convirtió en una marca tras su muerte, se venden todo tipo de productos con su imagen, desde camisetas o llaveros, hasta monedas de oro, para todos los segmentos de mercado hay oferta como parte de este proceso global de hacer de los héroes, un producto de mercado.
A diferencia de otras metrópolis en el mundo, el centro de Johannesburgo luce vacío en sus calles, decenas de edificios albergan corporativos, bancos, hoteles y demás oficinas, sin embargo la gente poco camina por sus calles, más bien los lugares de esparcimiento social son los centros comerciales.
Johannesburgo si nos remitimos a la estadística, sigue siendo una ciudad peligrosa, si bien los índices de delincuencia disminuyeron notablemente en las últimas dos décadas, aún hay muchas advertencias para los extranjeros.
Ahora bien, caminamos por barrios pudientes y pobres y, con las precauciones que se tienen para cualquier ciudad de estas dimensiones, no nos ocurrió ni vimos de cerca algún hecho delincuencial.
Johanesburgo, como le llaman los sudafricanos, es una ciudad de servicios, se encuentra todo y para todos, insisto en que su infraestructura vial y urbana es de primera.
En esta ciudad lograron en 30 años lo que en la Ciudad de México no hemos logrado en más de 50, tienen el aeropuerto más transitado de África —a pesar de la latitud a la que se encuentra—, y pasaron de ser un pueblo minero en el siglo XIX, a ser la ciudad más moderna de África en el siglo XXI. Sin lugar a duda un ejemplo a seguir en sus aspectos positivos.
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