El despertar de México
Ramón Zurita Sahagún jueves 17, Sep 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Se cumplen 30 años del trágico suceso que sirvió para mostrar la unidad de los mexicanos y que marcó el surgimiento de la sociedad civil como ejemplo de voluntad y firmeza.
Claro que el costo fue elevado, ya que más de diez mil personas perdieron la vida, durante el sismo más terrorífico que ha sacudido a la capdel país y miles de personas quedaron sin techo que los protegiera.
Lo ocurrido en esa fecha representó el despertar de México y de sus ciudadanos que mostraron templanza, voluntad de servicio y que reemplazaron a las autoridades que durante varias horas quedaron pasmadas.
No sucedieron hechos más lamentables que la torpeza de un Presidente que sin conocer la magnitud de los daños y pérdidas humanas desechó la primera ayuda ofrecida.
El entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid fue rebasado por la voluntad ciudadana que salió en masa a prestar ayuda a los damnificados, intentar rescatar a los sepultados, retirar escombros y todo lo posible y hasta lo inimaginable.
Fue entonces que se mostró la calidad de los mexicanos, de esos que han sido ninguneados y que dejan en claro su voluntad de servicio y ayuda para los desprotegidos.
Aquellos eran tiempos del dominio de los políticos priistas, los que rara ocasión perdían una elección y lejos estaban de no contar con la mayoría en ambas cámaras (Diputados y Senadores) y mucho más de ser derrotados en una elección estatal. Miguel de la Madrid fue un presidente al que le tocó lidiar con una serie de fenómenos que, si se producían, eran desconocidos.
Fue en su sexenio que se encontró el, hasta ahora, más grande sembradío de amapola y se develó que algunos mandos militares eran responsables de la protección que se daba al narcotráfico. También en el rancho “El Búfalo” se consignó el secuestro de campesinos que eran obligados (en algunos casos) a trabajar en esos sembradíos.
Pero también en ese tiempo se mostró cómo los integrantes de la delincuencia organizada habían penetrado la sociedad y se movían en círculos de alto nivel.
Rafael Caro Quintero enseñó la debilidad de esos círculos sociales, cuando inició un romance con la sobrina (Sara Cosío) del entonces gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, aunque más tarde la versión oficial establecía que la chica había sido secuestrada.
Sobre Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo existía la sospecha de que habían secuestrado y ejecutado al agente de la DEA, Enrique (Kike) Camarena Salazar y otros personas, por lo que se procedió a su detención, siendo considerado como uno de los primeros golpes espectaculares dados por el gobierno mexicano en contra de la delincuencia organizada.
De esa manera se inició la lucha frontal contra los cárteles de la droga que ya pululaban por todo el país y que se habían aposentados en la zona del Pacífico, estableciendo sedes en Sinaloa, Jalisco, Baja California y que fuera de esa zona, llegaban al estado de Chihuahua.
Todavía no se ramificaba masivamente por todo el territorio nacional y los grupos que mostraban su dominio mantenían acuerdos no escritos de respeto a cada una de las áreas de influencia.
Lejos estaba el país de sufrir el asedio de la violencia y de los grupos delicuenciales y de sus métodos de extorsión que hoy son el pan nuestro de cada día.
El país se encontraba en pleno desplome económico provocado por la herencia del anterior gobierno, donde José López Portillo pidió perdón a los mexicanos, anunció la riqueza de México y prometió que defendería el peso como perro. Nada de eso sucedió y a de la Madrid Hurtado le tocaron la constante devaluación del peso y una inflación galopante que hoy horroriza a los habitantes del país.
Fue también durante el segundo trienio de su gobierno que ocurrió otra gran tragedia, la de San Juanico, donde nadie se pone de acuerdo con las cifras de muertos, aunque números conservadores hablan de más de 200 personas fallecidas.
En cada una de esas tragedias que sacudieron al México de la mitad de la década de los 80, la población salió, sin convocatoria alguna, a prestar ayuda a los damnificados, sin que ocurrieran rapiña o actos fuera de control o situaciones fuera del respaldo que los ciudadanos y hasta los menores trataron y dieron a las personas con necesidad. Nadie buscaba su beneficio personal o politizar las tragedias, sino se procuró auxiliar a los necesitados en un momento de gran apremio.
La sociedad civil dejó en alto su ejemplo, al mostrar que los mexicanos se encuentran unidos en los momentos de mayor apremio. Nadie se puso la camiseta de salvador del pueblo, tampoco trató de convertirse en un redentor o mesías que trucara su liderazgo por un cargo público o negociara su apoyo a cambio de algún favor gubernamental.
Simplemente se trató de procurar el beneficio de una población afectada por la pérdida de familiares, amigos y hasta el techo en que vivían, además de grandes pérdidas económicas en negocios.
Los mexicanos dejaron un gran ejemplo de lo que son capaces de hacer manteniéndose unidos, por encima de todo tipo de promesas.
Por eso que no se entiende cómo es posible que esos mismos mexicanos que muestran los deseos de ayudar al país a superar los obstáculos no son los mismos que mantienen la unidad y procuran exigir a sus autoridades cumplan con las ofertas de campaña y respondan a las expectativas creadas durante su gobierno.