¿Están listos los presidenciables?
Francisco Rodríguez jueves 3, Sep 2015Índice político
Francisco Rodríguez
Ahora que todos andan alborotados por la sucesión del 2018, es preciso recordar qué pasó antes de la unción del mexiquense Adolfo López Mateos, el penúltimo año del régimen de Adolfo Ruiz Cortines:
Postergado, esperando que saliera de su alargada audiencia con el presidente Ruiz Cortines, apurando un cigarrillo “Elegantes” tras otro, el joven Adolfo López Mateos, aguardaba inquieto su turno en la antesala presidencial, mientras Gilberto Flores Muñoz, secretario de Agricultura y Ganadería, era escuchado en privado por el “Primer Magistrado de la Nación”. Acudían a su mente los rumores y cuchicheos que se manejaban desde el “Café París”, de la céntrica calle de Filomeno Mata, catedral de la “grilla” en ese entonces, donde se apostaba “doble contra sencillo” que El Pollo Flores Muñoz la traía en la bolsa, que “La Grande” era sólo suya, y que el joven secretario del Trabajo, tendría que esperar mejores tiempos.
El joven Adolfo, “bien plantao”, excelente orador, de ademanes seductores, mujeriego, y por eso cercano al pueblo ordinario, sabía que necesitaba la bendición del viejo pagador de las tropas gabachas de la invasión en 1914, para entrar en el “Derby” sexenal, donde sólo corrían los “caballos” escogidos por el viejo Muelas de Coyote.
Como buen taurófilo, al abrirse la puerta de adentro para afuera —que así es como siempre deben abrirse las puertas en política— vio salir a El Pollo con una sonrisa de dentífrico que reflejaba haber cortado todas las orejas, rabos y patas disponibles. Sólo entonces Salvador Olmos, el ayudante de Ruiz Cortines, le comunicó al secretario del Trabajo que ya podía pasar, que preparara su carpeta de acuerdos.
“Para tu carro, muchacho”: Ruiz Cortines a ALM
Adolfo el joven, se encontró de frente con la mirada fría y escrutadora del viejo, y sintió que por los orificios cavernosos de su ancha nariz de basamento negroide, olía hasta la marca de su brillantina Wildroot. Interrumpió sus pensamientos el viejo y tronó: “Lo hice venir joven secretario, para darle dos consejos: el primero es que se retire de los lugares públicos que frecuenta, pues me han dicho que pierde demasiado tiempo en las peleas de box, las carreras de autos deportivos en La Magdalena Mixhuca y en las plazas de toros… “…el segundo, es que se concentre en su trabajo, pues la Revolución espera mucho de la energía de sus jóvenes valores”.
“Señor Presidente, reviró el joven Adolfo, traía el Acuerdo sobre los emplazamientos de los sindicatos broncos, para conocer la línea de acción que debo seguir…”.
“Para tu carro, muchacho, lo interrumpió el veracruzano, tú eres el secretario del ramo, para eso te nombré. Tienes toda mi confianza para seguir haciendo lo que sabes hacer. Nada más, pero nada menos. Eso es todo”.
No había derecho de réplica, ni forma de “reparar”. El joven tomó sus papeles de trabajo y cuando se disponía a despedirse de Muelas de Coyote, recibió la última puntilla del oficiante:
“¡Ah! y olvídese de andar jugando a la sucesión… dígale a sus secretarios y ayudantes que se callen la boca, porque no saben lo que dicen, ni dónde tienen las nalgas… usted sabe que en esta delicada misión uno es sólo dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice… no se olvide de lo que acaba de oír. Usted no va a ser ‘El Bueno’… la Revolución no se ha fijado en usted, en las auscultaciones del partido aparece demasiado papayón… deje la ‘polilla’ a quienes conocen el paño y tienen la experiencia y la autorización para hacerla… para usted no hay nada después de esto… Se va junto conmigo y nos iremos a la quietud de nuestros hogares… además, ya sabe que sus columnistas malquerientes descubrieron su origen guatemalteco, eso también lo imposibilita. Adiós”.
El Pollo ya celebraba ser el ungido de la Revolución
Cuando subió a su automóvil, estacionado sobre la calle de la Corregidora, a un costado del Palacio Nacional, cerró la portezuela y sintió en su lastimado cerebro el golpe seco que produce un catafalco cuando se entierra al faraón. Pero también se acababa la angustia de cinco años… recibía la mala nueva como un alivio a su sistema neuronal. Los meses siguientes fueron un tormento. Líderes, financieros, empresarios que poco había visto, querían entrevistarse con él… hasta que descubrió, con la ayuda del eficiente Humberto Romero, su secretario particular, que el viejo los mandaba a sondear su estado de ánimo… y, de El Pollo, su posición y sus reclamos contra el viejo, casi hasta que despotricara contra el pagador, sin estudios, mal agradecido con el que lo había ungido con la banda presidencial, y hasta contra doña María Izaguirre. compañera sentimental del Presidente, que regenteaba una casa de mala nota a tres cuadras de Gobernación.
ALM, por el contrario, se recluyó en su despacho y jamás soltó alguna imprecación contra el mandatario. Hasta que Humberto Romero, un domingo en su casa, le platicó que Jesús Martínez, Palillo, el cómico político de gran información y sentido popular, había descubierto ante su público del teatro de revista, “Folies”, lo que había tratado Don Adolfo con El Pollo Flores, en aquél aciago acuerdo de mayo: “Pollito, se habla muy bien de ti en el partido, le dijo el Primer Magistrado al secretario de Agricultura. El General Olachea —presidente del CEN del PRI— me ha dicho que estás en la punta. Yo quiero preguntarte: ¿Estás preparado? ¿tienes las cosas arregladas, los documentos en forma, tus cuentas bancarias limpias… los fideicomisos que has creado?
“Yo soy un humilde servidor suyo, Señor, contestó El Pollo. Estoy preparado, si usted así lo indica, para desempeñarme en la tarea que desee encomendarme…”.
“Bueno, dijo Ruiz Cortines, lo primero es que no se lo digas a nadie, ni a tu esposa. Que no lo platiques ni con tu almohada. Lo segundo, es que le voy a dar instrucciones al secretario de Hacienda (Antonio Carrillo Flores) que te haga una visita oficial y pongan entre los dos todo en regla. Más vale, ¿no? Te espero en unos días, para que acordemos los pasos a seguir… faltan pocos días, muéstrate amable con los reporteros… yo te llamo”.
“Y tú qué opinas, Humberto?”, le preguntó López Mateos al puntilloso secretario particular. El Chino Romero le contestó que Palillo había recordado que el mismo viejo había contestado sobre la posibilidad de Uruchurtu, “que sería un buen Presidente los primeros 18 años”… que Carrillo Flores, famoso según don Daniel Cosío Villegas por “nadar de muertito” todos los días en el Deportivo Chapultepec, informaba personalmente al viejo caudillo de los desvíos detectados en la Secretaría de Agricultura y los chismes detectados en torno a la persona y a la esposa del Primer Mandatario durante las francachelas interminables de celebraciones de El Pollo, con sus amigotes, por ser el nuevo ungido de la Revolución.
Hasta lloró El Pollo cuando Aguilar y Maya lo desnudó
Así, cuando el viejo Muelas de Coyote lo creyó oportuno, mandó llamar, por conducto del secretario de Hacienda, a Flores Muñoz. Ya en el Despacho Mayor, le dijo: “Acompáñame Pollito, aquí en la oficina de junto está el Procurador —el temible Aguilar y Maya— para que te entrevistes con él y acabemos de arreglar esto de una vez por todas. Pásale Pollito”. Y enseguida, dirigiéndose a su procurador: “Licenciado Aguilar y Maya, aquí le dejo a nuestro ‘gallo’, en sus escrupulosa manos… con el permiso de ustedes… la Patria me reclama”.
Cuando se quedaron solos, Aguilar y Maya, hombre seco, de pocas palabras, le dijo al pretenso: “Aquí están los documentos, que hablan por sí mismos: en éstos, los balances de la CEIMSA, con un faltante de 8 millones, coincidiendo con el costo de su residencia en Compostela, Nayarit… éstas son las facturas del señor Fournier por tres millones de pesos en varios abrigos de visón con los acuses respectivos de esposas de funcionarios, meretrices, y algunas favoritas del ex presidente Alemán… éstas son las facturas de sus aportaciones a la campaña de Henríquez Guzmán, candidato opositor al Primer Magistrado… aquí en este folder, la correspondencia sostenida con algunos funcionarios estadunidenses, donde usted se expresa en un tono irrespetuoso del señor Presidente…
“…fotografías comprometedoras con algunos miembros de la alta sociedad capitalina, con su jefe de ayudantes en el paraje del “Mirador” en la carretera a Cuernavaca… me ha instruido el Mandatario para que no quede duda de la autenticidad de estos documentos, que los hagamos del conocimiento público, después, por supuesto, de enviárselos a su señora…”.
Conforme el Procurador le iba “pelando la piña”, El Pollo se hacía chiquito, le temblaban los cachetes, no le respondían los gestos, ni las facciones de su cara y, poco a poco, sin sentirlo, se fue arrodillando, en medio de un mar de llanto, alcanzando a balbucear: “Le suplico, licenciado… dígale usted al Jefe que yo nunca he tenido ninguna ambición… no quiero ser candidato, y menos a ese costo… sólo quiero irme a mi casa y le firmo la renuncia que quiera, pero por favor, que quemen esto… no soy nadie, ya no quiero nada…”.
Ruiz Cortines jugó a su antojo con sus subordinados
A los pocos días, el 4 de noviembre de 1957 fue “destapado” el joven Adolfo, porque conocía mejor que nadie los resortes internos del viejo caudillo desde que había jefaturado su campaña por la Presidencia de la República. Por eso no cayó en su juego perverso, porque conocía bien el paño en que se movía. El viejo gustaba de jugar a su antojo con las pasiones de sus subordinados y volvía locos a los ambiciosos. A todos los agarraba de pendejos y a muchos los metió al hospital por el resto de sus vidas.
El día del “destape” se comentó que la envidia de Muelas de Coyote estaba confirmada: el joven Adolfo era el ídolo cercano al corazón del pueblo, aunque la más cercana a su corazón, justo es decirlo, fue Angelina Gutiérrez Sadurni, una mujer que en verdad lo respetó y lo quiso.
Dieciséis años después, cuando Roberto Castillo, el médico militar de cabecera de Muelas de Coyote entregó su cadáver para rendirle honores en el Panteón Jardín, el secretario de Gobernación, dijo ante la última morada del caudillo: “Se ha insistido en su oficio político, en su maestría en la cosa pública. La política la veía como una tarea que pretendía ocuparse de las almas. El político es un zurcidor de almas, oye confesiones, cual si fuera un sacerdote laico; conoce de intereses y de pasiones y al equilibrar, al armonizar, está en el fondo, reparando almas”.
A finales de los setentas, fueron encontrados los cuerpos de Flores Muñoz y su esposa María, destazados por su nieto, desquiciado al enterarse que había quedado fuera de los planes hereditarios. El nieto, en compañía de su amigo Anacarsis, hijo de un magnate de los conductores eléctricos de Pastejé, era hijo de un destacado prócer de la seguridad “social”. Los dos, eran miembros de la sociedad secreta de “Las Siete Dalias”, nombre adoptado por los perfumados caballeros que sostenían que la dalia era la flor que no tiene aroma, y la más mexicana. Después de esto, ¿dónde están los “nuevos presidenciables?
Índice Flamígero: Mi ya desaparecido gran amigo Justo Sierra Casasús, “nieto de la estatua” como le decía Adolfo El Joven, fue sin duda el mejor amigo del Presidente que instituyó los Libros de Texto Gratuitos, entre otras obras perdurables. Nunca aceptó un cargo público. Siempre sirvió a su amigo en Palacio Nacional y en San Jerónimo, donde residió López Mateos.