Barbosa y la irresistible atracción a la ostentación
Roberto Vizcaíno jueves 20, Ago 2015Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Sin gran historial partidario o legislativo, logró atraer a los grandes personajes del momento
- Nunca ha logrado ganar un cargo de elección abierta, todos han sido pluris
- Su despedida de la presidencia del Senado se hizo rodeado de los tres poderes
Don Daniel Cosío Villegas pasó a la historia de la intelectualidad mexicana al menos por una frase que sintetizó la historia moderna del país: El estilo personal de gobernar.
Detrás de ella caben y se describen todos los mandatarios y políticos mexicanos. Y todos los momentos de la historia reciente del país, a través de los estilos de gobernar de sus presidentes.
Lo recuerdo hoy al abordar el estilo personal desplegado por el perredista poblano Miguel Barbosa, quien hizo de su paso de apenas un año por la presidencia del Senado todo un acontecimiento nacional.
Tengo ya muchos años en esto, y no recuerdo a ningún otro presidente de la mesa directiva de la Cámara alta —ni de la baja-, que haya aprovechado el encargo para llamar tanto la atención y rodearse de los más importantes personajes del momento como lo ha hecho Barbosa.
La suya, es una evidente e irresistible, ineluctable atracción por la suntuosidad. Por ser el centro de grandes eventos, aunque éstos no representen nada.
Nacido el 30 de septiembre de 1959 en San Sebastián-Zinacatepec, Puebla, Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta —que así se llama-, no se ha significado nunca por nada especial.
Sólo ha sido una vez diputado y ahora senador. Ninguno de ambos cargos por elección de mayoría, siempre como pluri.
En su perfil se destaca que fue dentro de su legislatura el diputado federal que tuvo “el mayor número de intervenciones en tribuna, el que más iniciativas y puntos de acuerdo presentó y al que más asuntos le fueron aprobados”.
Eso deja ver que tiene una enorme necesidad de atraer la atención.
Sin más biografía que ser miembro de la corriente de “Los Chuchos”, al inicio de esta legislatura fue designado coordinador de la fracción del PRD.
Superó a otros con quizá más méritos como Alejandra Barrales, quien llegaba de ser la coordinadora de los perredistas en la Asamblea Legislativa, o Mario Delgado, quien había incluso aspirado fuertemente a ser candidato del sol azteca a la jefatura de gobierno del DF.
Quizá fue por ello que al llegar, hace un año, a la presidencia del Senado, ideó y negoció entre sus pares, coordinadores de los otros grupos, la realización de un acto que se denominó: “Encuentro por la Federación y la Unidad Nacional”.
Este encuentro se realizaría el 30 de septiembre de 2014 y estaría encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, quien ya había aceptado asistir a ese acto.
Estarían ahí además los presidentes de la Suprema Corte de Justicia; el presidente de la otra cámara, la de Diputados y los 31 gobernadores además del jefe de gobierno del DF.
No sólo eso. También asistirían los presidentes de los congresos locales y los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia y de los órganos constitucionales autónomos, es decir de la CNDH, el IFAI, etc.
De paso, por supuesto, estaría el cuerpo diplomático acreditado en México. ¿Cuál sería el motivo?
Bueno, pues nada más ni nada menos que develar los escudos de cada uno de los estados dentro de la nueva sede del Senado… y dar la oportunidad de que cada poder y representante, gobernador e titular de organismo constitucional autónomo, presentara una ponencia sobre el federalismo mexicano.
En verdad, el asunto era que Barbosa daría un foro irrepetible al presidente Enrique Peña Nieto para enviar un mensaje de unidad de poderes, al ser recibido por un presidente del Senado surgido del PRD.
En los hechos sería nada más ni nada menos que un acto similar y paralelo en su conformación al de un Informe Presidencial.
Pero ya sabe usted que siempre hay un pero.
Y quienes se encargaron de echarle abajo todo este escenario, con el que casi se inauguraría como presidente del Senado, fueron los panistas.
Enfrentados entre sí, los blanquiazules comenzaron a idear convertir el acto de Barbosa en un foro de diálogo directo entre poderes y exigieron que el presidente Peña Nieto estuviera dispuesto a responder a los legisladores.
Peña Nieto respondió que le encantaría encabezar un encuentro de tal naturaleza, pero que debía ser en el foro adecuado y constitucionalmente aceptable, que no era al que había sido invitado por Barbosa en el Senado.
Les recordó a los panistas que la Constitución impide un diálogo directo entre poderes y entonces se excusó de asistir, y el acto ideado por Barbosa se vino abajo.
El foro se realizó, pero sin dejar la menor memoria.
Fue el primer intento de Barbosa de realizar un gran lance alrededor de su presidencia en el Senado.
Luego vinieron los viajes internacionales realizados dentro de las comitivas del presidente Enrique Peña Nieto.
Así se vio a Barbosa de frac saludando a la reina Isabel y al papa Francisco, o a los presidentes de Estados Unidos, Francia e Italia o los primeros ministros de Inglaterra y Alemania.
Con la experiencia del fracaso del inicio, Barbosa tuvo anteayer un encuentro de despedida al asistió en representación del presidente Peña Nieto el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
En su ceremonia del adiós a la presidencia del Senado también estuvieron el titular de Hacienda, Luis Videgaray y el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens.
Pero no sólo eso, acudieron también Luis María Aguilar Mora, presidente de la Suprema Corte de Justicia y el secretario de Relaciones Exteriores José Antonio Meade.
En el acto realizado en el patio del viejo recinto del Senado en la calle de Xicoténcatl, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en el vértice donde también se encuentra el Palacio de Minería, de Correos y Telégrafos y la dañada estatua de “El Caballito”, no pudieron faltar Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del DF, ni Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México y presidente en turno de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
En el grupo de invitados especiales de Barbosa, se contó además con la presencia del gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, sin duda el más visible aspirante a la candidatura del PAN a la Presidencia de la República en el 2018.
Codo a codo estuvieron además el rector de la UNAM, José Narro y el presidente del INE Lorenzo Córdova, así como el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez y el director del IPN, Enrique Fernández Fassnacht.
En ese grupo estuvieron también Ximena Puente de la Mora, titular del IFAI y Constancio Carrasco, presidente del Tribunal Federal del Poder Judicial de la Federación, así como Armando Carrillo Lavat, director del Sistema Nacional de Medios Públicos.
Por ahí estuvo además el gobernador electo de Querétaro, el panista Francisco Domínguez.
Y por supuesto los coordinadores de las bancadas del PRI y PAN, Emilio Gamboa y Fernando Herrera, así como los presidentes del PRI, César Camacho; del PAN –el electo- Ricardo Anaya y saliente del PRD Carlos Navarrete, Luis Castro Obregón, del Panal.
La pregunta ahora es: ¿Qué va a hacer Barbosa ya sin los reflectores mediáticos y de poder que le dio la presidencia del Senado?
Se acabó el boato, el salvoconducto del cargo, la atracción generada por la presidencia de la Cámara alta.
Barbosa va de regreso a la oscuridad de la nada, a la fugaz media luz que alumbrará su posición si logra retener la menguada coordinación de los senadores del PRD. ¡Claro!, puede decir que lo bailado ya nadie se lo quita.